Pornografía infantil: ¿crimen o trastorno sexual? imagen

El consumo y producción de pornografía infantil tiene un trasfondo psicológico oscuro.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Un simple video en el modo incógnito de Google que lleva un trasfondo macabro. Otros en un disco DVD que en mercados y tiendas promueven en secreto con desconocimiento de lo que venden.

La pornografía infantil es considerado uno de los delitos más condenados alrededor del mundo. En Guatemala, las multas ascienden a Q500 mil y una condena de seis a diez años de prisión. Según la Policía Nacional Civil, se han realizado cinco allanamientos y capturado a dos durante este año por poseer material de pornografia infantil, por lo que los videos y abusos continúan.

Más allá de las personas que graban y trafican los videos, los consumidores hacen más fuerte los negocios dedicados a estos actos delictivos. Personas con inclinaciones sexuales, fetichistas y los llamados pedófilos son los primeros en figurar la lista de espera por una grabación, foto e incluso audios de niños.




¿Qué pasa dentro de la cabeza de quien consume?

Muchos comprendemos que un pedófilo es todo aquel que se siente atraído por niños. Como un significado muy vago, muchos sentencian, pero que en realidad, la pedofilia comprende varias condiciones psicológicas que vemos reflejadas como una costumbre de la sociedad actual.

Coralia Peña, psicóloga clínica, explica que “la pedofilía es más bien una parafilia o un patrón de comportamiento anómalo que causa placer a la persona en situaciones fuera de normal. Entre ellas existen varias como ser mujer y encuentra placer vistiéndose de hombre o el exhibicionismo. De igual manera, un pedófilo, encuentra placer con un niño”.

La individualidad de la mente humana ha creado varias teorías sobre estas orientaciones sexuales. “Existen teorías que proponen que el adulto se enamora de un niño porque tiene deseos de cuidarlo, ese deseo lo lleva a violarlo. Sin embargo, lo hace creyendo que le da placer y lo cuida, cuando en realidad le causa daño”, afirma Peña.

Sin embargo, esta condición no recae solo en los pensamientos de una persona. El abuso de drogas o alcohol provocan decisiones a partir de las costumbres sexuales de una persona. Peña explica que en varios casos en los cuales se involucran menores con personas bajo el efecto de sustancias puede terminar en abusos, ya que estas hacen perder la claridad de las decisiones.

Los videos lo vuelven costumbre

Al final, las relaciones sexuales son provocadas en un 90 por ciento a la fantasía. La pornografía influye en la fantasía y al estar presente en etapas como la adolescencia puede acostumbrar la mente. “Si una persona estaba acostumbrada a ver pornografía con menores en escena durante la niñez o la adolescencia, tiene más probabilidad de tener tendencias a ser pedofilo”, sentencia Peña.

Expuestas a ser abiertas por cualquiera en Internet, miles de páginas difunden videos con contenido sexual protagonizado por niños, adolescentes y adultos. Algunos son detectados por la seguridad de Google e investigadores privados que buscan eliminar este tipo de contenido, pero al ser una gran cantidad, siguen estando presentes en diversos portales web.




Amplificada por los teléfonos, cualquier menor de edad tiene al alcance este tipo de contenidos. De igual manera, cualquier cámara, computador o celular con este tipo de contenido representa posesión de pornografía infantil. Los capturados podrán ser contados fácilmente, pero el acceso a este contenido es más fácil y común de lo que parece.

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