Sin tener nada, Junyoung Lee logró emprender imagen

Jun vivió en gasolineras, pero jamás se rindió para alcanzar su sueño.

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Junyoung Lee, conocido por sus amigos como Jun, nació en Corea del Sur. A los ocho años enfrentó la separación de sus padres y el miedo de conocer una nueva cultura. Llegó a Guatemala junto a su padre sin imaginarse que su vida dio un giro inesperado en ese país que desconocía.

“Me separé de mi mamá y hermana desde pequeño. Llevo casi 20 años de no verlas”.

Durante los primeros años en Guatemala, Jun aprendió a hablar español y adaptarse. Al principio no fue fácil, pero la disciplina que le inculcó su cultura, no lo detuvo para perseverar. Tiempo después, su padre decide que deben volver a Corea y el joven se niega. En ese momento, lo único que le quedaba era luchar por su sueño de ser actor y sabía que en su país no iba ser tan fácil conseguirlo.

Jun, con apenas 17 años, se quedó solo en Guatemala. Sin dinero, comida y un techo dónde dormir, lo único que tenía era una camioneta que su padre le dejó.

“Todos creían que tenía dinero porque andaba en una camioneta, que en ese entonces era del año, pero realmente no tenía nada”.

Los primeros meses pasó de casa en casa de amigos, pero luego de un tiempo comenzó a dormir en gasolineras. Las sopas instantáneas fueron su alimento por un largo tiempo, solo podía comer una vez al día.

“En una ocasión me enfermé porque comí más de una vez y mi cuerpo no estaba acostumbrado”.

Sin permiso de trabajo le fue difícil, pero no imposible. Si quería sobrevivir debía luchar, así que comenzó a laborar de bartender, modelo y profesor de inglés. Todo no era tan malo, Jun comenzó a estabilizarse y se le presentó la oportunidad de ir a Canadá para seguir el sueño que tanto anhelaba, ser actor.




“Invertí lo que me quedaba para comprar mi boleto e irme a Canadá, donde yo creía que por fin lo que más anhelaba se iba a cumplir”.

Canadá no fue lo que imaginaba, la persona que le había ofrecido ayuda, no lo hizo. Jun tuvo que aprender trabajos de construcción para poder sobrevivir en un país donde pensó que todo “sería fácil”.

“Tuve que trabajar de albañil y a pesar de que siempre trabajé nunca hice trabajos forzosos, hasta que llegué allá y tuve que ser más humilde”.

El tiempo que estuvo en Canadá le ayudó a moldear su carácter y a cambiarle la perspectiva de vida. Por motivos personales, decide volver a Guatemala y con ese espíritu emprendedor que siempre le caracterizó, se dio cuenta que en el país había muchas formas de emprender.

“Hubo un día que cansado y sin saber qué hacer en Canadá, compré una tarjeta para llamar a mi padre en Corea, pero recordé que siempre me dijo que no me rindiera. Guardé la tarjeta y cada vez que sentía que no podía más la miraba y pensaba en esa vez que estuve a punto de rendirme”.

Un espíritu emprendedor




Guatemala es una fuente de oportunidades, pero muchas veces los mismos guatemaltecos no nos damos cuenta y eso fue lo que Jun pudo percatar. Empezó a emprender negocios con el capital que había formado estando en Canadá. Al principio no le fue tan bien, pero entre cada fracaso que tenía se levantaba y emprendía otro.

“Viviendo en otros países, me di cuenta de que Guatemala tiene muchas oportunidades para emprender”.

Es entonces, cuando se entera que un amigo tenía una casa y Jun le ve el potencial de algo grande. En ese momento ya no tenía capital y lo que ganaba donde trabajaba no le alcanzaba para cubrir el alquiler del lugar. Comenzó a ingeniárselas y logró convencer a la persona para que le diera la oportunidad.

Tres meses tenía para demostrarle a su amigo que iba a lograr levantar la casa de huéspedes. Armó una estrategia y cuando logró el primer cliente invirtió ese capital para arreglar el lugar y cada vez que conseguía otra persona lo volvía a invertir para amueblar los cuartos.

“Fueron meses difíciles porque mientras levantaba el negocio me tocó dormir en el suelo. Pero, siempre creí en mí”.

Al pasar los tres meses, Jun consiguió que la mitad de los cuartos estuvieran alquilados y con eso cerró el trato con su amigo. Ahora cuenta con dos casas de huéspedes, a las que llama La Mansión Morazán. Lo que pensó lograr en cuatro años se prolongó más, pero nunca se rindió.

El sueño de hacerlo realidad

Puede ser que Jun no haya sido el actor que esperaba. Sin embargo, en el camino aprendió que a veces los sueños que uno tiene al principio no son los mejores. Además descubrió que para alcanzar el éxito se debe arriesgar y dejar el miedo atrás.

“Yo culpaba al país de mi fracaso. Era una persona necia hasta que comprendí que la soberbia no me dejaba ver más allá”.


La Mansión Morazán es uno de los triunfos que ha conseguido Jun. Se propuso cambiar la perspectiva de la típica casa de huéspedes a otra, donde por un bajo costo las personas tuvieran todas las comodidades posibles. Con una buena aceptación por el público, ahora muchas personas se acercan para ser parte de esta “gran familia”, como lo llama él.




“Yo siendo extranjero y durmiendo en las calles me di cuenta del potencial del país. Me pregunto por qué no lo ven los guatemaltecos. Por ser coreano pensaron que todo iba a ser fácil, pero empecé desde cero y me levanté”.

A sus 28 años, Jun ve a Guatemala como su hogar, todavía tiene muchos planes a futuros y proyectos por emprender. Ahora se dedica a buscar formas para apoyar a jóvenes que desean emprender negocios en el país. No es tarea fácil, pero espera que su experiencia le sirva de inspiración a otros para dejar el miedo de atreverse a seguir sus sueños.

“Si tú cambias tu perspectiva y tu forma de pensar, podrás alcanzar el éxito”.

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