De niño le llamaron Rolando, sin embargo, hoy ese nombre es solo una sucesión de letras en su DPI. “Hueca”, como la mayoría le conoce, es el distintivo de este treintañero fanático de las fiestas y bailar hasta la madrugada en “Genetic”. Desde niñ@ se acostumbró a la discriminación. “Hoy, a menos que los insultos sean ingeniosos, ni les presto atención, nunca pasan de sus dos palabritas, hueco o maricón”, asegura. Pero el “hueca” es algo contra lo que lucha a diario.
El odio es más fuerte en casa
García Márquez conoció el poder de la palabra, cuando de niño iba a ser atropellado. Un “cuidado” salvó la vida al Nobel de Literatura y desde entonces le quedó muy claro. Para Rolando, en cambio una palabra encierra todo el rechazo que se puede recibir. “Y es más duro cuando tu misma gente te hace de menos”, relata.
La bandera del arcoíris fue popularizada en 1978 como símbolo del orgullo gay por su creador, Gilbert Baker, artista nacido en Kansas. La versión actual consiste en seis franjas de colores rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta, que reproducen el orden de los colores del arcoíris.
El mundo gay es tan complejo y castiga a los más coloridos, como el de los heterosexuales a los débiles. “Los más duros y críticos de los gays, suelen ser los mismos miembros de la comunidad”, comenta Jorge López Sologaistoa, del Colectivo Oasis.
“Además de machismo, el fenómeno es más complejo, también hay grandes signos de racismo, sexismo, homofobia y transfobia, como resultado de lo que nos enseñaron a renegar de lo que somos”, agrega López. Expresiones como “chilindrina”, “pasiva”, “colorienta”, “vestida” y hasta “hueca”, son algunos de los calificativos con los que los gays se tildan unos a otros.
“Chilindrina” es un peyorativo para referirse a los homosexuales jóvenes que trabajan en la rama de corte de cabello y son flameantes. Pasiva, es un calificativo que habla del rol que un gay tiene en la cama y se le asocia con ser mujer.
“Colorienta” es aquel gay que gusta de vestirse de forma llamativa y tiene ademanes femeninos muy marcados. Mientras que “vestida” es una forma de referirse a los gays que hacen transformismo y buscan lucir como mujeres con su atuendo. “Hueca”, en cambio, podría ser uno de los peores, pues “se pasó de gay”, dice Rolando.
Los insultos, debido a su significado, denotan que en la comunidad gay el ser hombre tiene más valor. Esto pone en evidencia que “hasta los gays somos machistas”, afirma López. Y es este modelo machista el que mantiene a los homosexuales divididos. “Somos víctimas de nosotros mismos y lo hacemos copiando a quienes nos rechazan y, con ello, abrimos las puertas para que se nos maltrate”, concluye López.
Luis Aldo, un crimen de odio
La de Rolando, sin el “hueca”, es una vida como la de cualquier homosexual en Guatemala. Sin embargo, hay otras que dejan huella en la sociedad, no por cómo se vivieron, sino por cómo terminaron.
Hasta la fecha quien se entera de la historia no lo cree. “¿Lo mataron por ser homosexual?”, eso ya no pasa en Guatemala aseguran.
Pero sí sucede. El 22 de julio cuatro “hombres” atacaron a Luis Aldo García en el gimnasio Super Weider de la zona 1. De golpes, patadas y hasta de una pesa se valieron para lastimar al psicólogo y estilista quien quedó inconsciente en el local.
Un mes más tarde, Luis Aldo murió por heridas internas y falla sistémica múltiple, todo provocado por la agresión de la que fue víctima. Lo que le sucedió a Luis Aldo es lo que comúnmente se conoce como un “crimen de odio”, en el cual alguien es atacado por su pertenencia a un determinado grupo social.
Hoy, el caso se ha estancado en los tribunales de justicia y de Luis Aldo solo queda el recuerdo. “La investigación va lenta y hay muchas complicaciones para evidenciar que se trata de un crimen de odio”, asevera López.
Entre tanto, Rolando “hueca” seguirá bailando hasta la madrugada en Genetic, creyendo que la única manera de correr la suerte de Luis Aldo sería con un viaje en Arabia Saudí, Mauritania, Somalia, Sudán del Sur o alguno de los otros países donde la homosexualidad es penada con la muerte.
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