¿Quién o qué eres hoy? imagen

Si somos el resultado de lo que hacemos, entonces vale la pena preguntar quién eres para determinar si lo que haces hoy es realmente lo que soñaste hacer y lo que más te apasiona.

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¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Cuándo fue la última vez que te consentiste? ¿Cuándo fue la última vez que fuiste al ginecólogo? ¿Quién eres? ¿Qué es lo que haces? Te lanzo estas preguntas para que veas los hábitos que tienes contigo misma.

Es frecuente que, como mujeres nos preocupemos por todos los que nos rodean, pero nos dejemos de último. Claro que es importante cuidar la salud de los demás, tener detalles para todos los que nos rodean y hasta hacer tiempo para las amigas, pero ¿quién se preocupa por nosotras? Es indispensable que nos dediquemos tiempo a nosotras.

Según los expertos, una persona es lo que hace, así que si tu tiempo está enfocado en acciones para los demás, menos para ti misma ¡estás descuidada!

Yo admiro mucho a las mujeres disciplinadas que hacen ejercicio, llevan un estilo de vida saludable y su cuerpo es un reflejo de todos esos detalles. Las admiro porque me cuesta ser disciplinada y me cuesta el doble, cuidarme.

¿Cómo podremos cuidarnos? Incorporando en nuestra vida hábitos que nos hagan bien al alma, al cuerpo y al espíritu. Leer un libro, descansar, hacer algo de ejercicio, procurar que las cosas no nos roben la paz mental son acciones pequeñas que todas podemos tener al alcance de la mano.

¡Pasa factura!

¡Cuida quién eres!

Lo sé porque recientemente mi espalda alta empezó a manifestar un dolor que casi me saca las lágrimas, pensé que era producto de algún mal movimiento o por una mala postura para dormir, pero resulta que es un signo de estrés acumulado. Mi doctor me hacía énfasis en la importancia de balancear mejor mi vida laboral y personal. Obvio que no es tan fácil, pero estoy en el intento.

A partir de este proceso me he cuestionado que si, como dicen, soy lo que hago, no he sido buena conmigo misma. Desde que he dicho sí a todas las tareas que he podido, desde que le he otorgado al trabajo el poder de obligarme a someterme a largas horas en el tráfico, desde que dejé de dormir por cumplir con una responsabilidad, desde que he alterado las horas de la comida y no he sentido la necesidad de hacer ejercicio, puedo concluir que soy irresponsable conmigo misma.

Cuando observo lo que hago una y otra vez con frecuencia, entendiendo que es importante hacer cambios. Yo estoy “limpiando” mi agenda de actividades que no contribuyen a mi paz mental, quizás implique generar menos dinero, pero al final la pregunta es ¿qué quiero? ¿Vivir o ganar dinero? Sé que el dinero es importante y que las cuentas hay que pagarlas, pero realmente ¿vale el precio?

No sé si hoy particularmente estoy siendo radical por mi malestar o excesivo estrés pero a mis 47 años debería tener más claro mi panorama de vida y pensar qué quiero, qué peleas valen la pena y cuáles no.

No sé si alguna vez has cuestionado si lo que haces hoy es lo que te apasiona. Si lo que tienes hoy es lo que soñaste cuando tenías 15 o 18 años. Y sino, qué esperas para alcanzar esos sueños. Después de los cuarenta y pico deberíamos hacer un esfuerzo por hacer lo que nos gusta y no lo que nos impone la familia, la necesidad o la sociedad. Quién sabe cuánto tiempo nos quede de vida, así que porqué no vivir lo que resta plenas y satisfechas, no con lo que tenemos sino con lo que somos.

¿Quién eres a partir de lo que haces? ¿Qué es lo que haces con más frecuencia? Quejarte, enojarte, frustrarte, sonreír, crear, inspirar, disfrutar un libro, deleitar un café, llorar, ayudar…

Mientras te animo a que puedas escudriñar tu corazón y tu mente, yo misma estoy en ese proceso de descubrimiento, pero he pensado que el día que muera no quiero que la gente opine que tuve potencial para una u otra cosa y que no lo hice, tampoco quisiera que se refieran a mí como una persona que daba mucho, pero que no se dio nada a sí misma y que esa falta de balance aceleró su muerte –¡qué fatalista o realista!–, no quiero que mi familia se refiera a mí como la mamá estresada o la que nunca tuvo tiempo para lo importante.

¿Qué tal si cambiamos algunas acciones para que lo que hagamos refleje lo que sí queremos que nos distinga?

“Tanto si crees que puedes, como si crees que no puedes, estas en lo cierto”

Henry Ford

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