Partida doble (XXI y XXII): la columna del haber por Vania Vargas imagen

Hace algunos años el Ejército envió una pequeña cuadrilla al puente El Incienso. Su misión era evitar, fusil en mano, que los nobles guatemaltecos desesperados se lanzaran hacia el abismo.

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XXI

Hace algunos años, como parte de la justificación de su oneroso presupuesto, el Ejército fue comisionado para velar por la vida de los guatemaltecos. Una pequeña cuadrilla se instalaba por turnos a lo largo del puente El Incienso. No pretendían hacer el trayecto peatonal más seguro ni el tránsito más fluido. Su misión era evitar, fusil en mano, que los nobles guatemaltecos desesperados se lanzaran hacia el abismo.

Como nunca entendí qué era lo que exactamente tenían que hacer, muchas veces imaginé la escena. Las cámaras se enfocan. Los radios transistores anuncian la llegada de otro desesperado. Deben actuar con prontitud. Deben ser precisos para evitar que corte la malla, que logre escalar. Es su deber impedir el salto. No dejarlo salir de esta vida que es un regalo, de este país al que pertenece. Ajustan la mirilla, apuntan desde su espacio. Bang. Misión cumplida.

Hace algunos días, los fervientes defensores de la vida volvieron a comisionar al “glorioso” para que se fuera al Puerto. Se quitaron sus trajes de carpinteros, dejaron de hacer pupitres y agarraron camino. Su nueva misión era impedir que el barco holandés que promovía el derecho de las mujeres a un aborto seguro, en aguas internacionales, lograra su objetivo.

Esta vez debían preservar la vida de los no nacidos, esos hijos de la falta de educación sexual que los mismos defensores de la vida y las dobles morales impiden, porque el bienestar sexual es más desagradable ante los ojos de Dios que la miseria. Ahora debía garantizar que los nonatos gozaran de su derecho a vivir en este pedazo de territorio hermoso, en el que no tendrán acceso a la salud elemental, porque primero Dios nacerán sanitos; tampoco a la educación, porque desde muy temprano deberán ayudar a la madre y empezar a trabajar, aunque quizá nunca encuentren un empleo que les dé lo suficiente para llevar una vida más o menos digna; y que sin más posibilidades, quizá en lugar de agarrar para El Incienso, se vayan por las vías “fáciles” que en este país todos los días se diversifican… Pero para eso también ya estará listo el Ejército. La nueva misión a la que habrán sido comisionados por los mismos defensores de la vida y las dobles morales, será la preservación de la seguridad y el orden. Esa que quieren ganar, vestidos de blanco, saliendo los domingos para exigir la muerte del prójimo, petición que les resulta menos complicada que plantarse para pedir por una vida digna y una justicia pronta para todos. Entonces, obedientes, que para eso fueron creados, ajustarán la mirilla, apuntarán desde su espacio… Bang. Misión cumplida.

XXII

Marzo es un buen momento para recordar que las mujeres nacen dos veces. Su primera transición es biológica. Allí empieza la búsqueda del nuevo camino hacia la luz, el desarrollo lento de sus nuevos órganos vitales: la intuición, el razonamiento, la memoria, la sensibilidad y la palabra.

Pronto, o no tanto, llegará el momento en que, en medio de un intenso dolor que parecerá ir desde el desmoronamiento de la imagen vital que todos construyeron en su cabeza, saldrán expulsadas hacia una realidad cruda para la que ya tendrán un “No” a la mano, un criterio bien plantado, una palabra siempre firme en los labios. Esa que parecerá haber nacido con ellas desde la oscuridad acuosa de la mente, donde antes solo parecía flotar en el líquido amniótico del silencio heredado y el miedo.

Y cuando a ellas, las recién nacidas, les pregunten su nombre, dirán rabia, dirán dolor, antes de pronunciarse sin que les tiemble la palabra. Esa que, incluso, sin necesidad de gritarla, se convertirá en su defensa, en su mejor golpe.

Y con cada mujer renacida, surgirá la esperanza, palpitará en su pecho cuando vea a las nonatas que ya sienten los dolores cotidianos, esos mismos que pronto, qué bueno, las parirán sanas, libres, más fuertes.

PARTIDA DOBLE: LA COLUMNA DEL HABER POR VANIA VARGAS




Pudo haber sido Bonnie Parker, una joven audaz sobre el trapecio volante, intérprete de los sueños de algún Presidente, mesera en el restaurante de una carretera solitaria o una abnegada madre de familia. En cambio, pasa los días viendo, sintiendo y tratando de contarlo.

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