Pappa metió la pata imagen

Marco Pappa metió la pata y nos evidencia que la violencia contra la mujer no es cuestión de clases sociales. Tu hija, amiga o prima puede ser víctima silenciosa de este delito.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Todos los seres humanos metemos la pata, unos en gran medida y otros a medias, pero no hay nadie que se salve de cometer errores y cuando éstos afectan a otras personas las cosas adquieren otra dimensión y salen caras.

El caso del futbolista Marco Pappa es uno de esos ejemplos de los que podemos aprender mucho. Desde cómo alguien que tenía todo para triunfar se queda sin nada, pero mi enfoque hoy está dirigido a las agallas de una mujer –Andrea Aparicio– que decide romper el silencio, enfrentar la burla y críticas en las redes sociales para resguardar su propia vida

Es probable que dentro de nuestra familia y amistades exista alguna mujer guardando silencio ante los abusos físicos y verbales que puede estar viviendo cuando llega a su casa.

Hay muchas mujeres que sufren de violencia doméstica y por temor, vergüenza y dependencia económica deciden callar y seguir en ese círculo lleno de humillaciones, faltas de respeto y hasta golpes y se conoce la verdad hasta que ellas pierden la vida.

El sistema de justicia también las desafía. ¿Cuánto vale pagar un abogado que la defienda? ¿Hará la justicia su labor imparcial? ¿Cuánto durará el proceso? Mientras todas las dudas se despejan ¿cómo se va a mantener?

En este caso, todo apunta que el futbolista perdió el juego cuando cayó en el vicio del alcoholismo y no pudo salir de ahí. Al parecer en ese estado agredió a su expareja, Andrea Aparicio, una joven que quizás se cansó de perdonar, de creer en las promesas de cambio y al final decidió actuar.

El proceso que inició en agosto de 2020 y llegó a una sentecia esta semana cuando el Tribunal de Femicidio dictó cinco años de prisión inconmutables contra Pappa por el delito de violencia contra la mujer.

Al parecer en siete meses estará fuera de prisión para regresar a su vida futbolística, ya no en los estadios internacionales, sino en las canchas locales de la segunda división de futbol local.

Según algunos medios, no es la primera vez que Pappa es acusado por este delito. Al parecer cuando jugaba en Estados Unidos fue acusado por violencia doméstica por su expareja Francesca Kennedy.

Y aunque no conozco a los implicados, he seguido el desarrollo de las noticias porque vale la pena poner atención a esa calamidad que sigue vigente en este siglo y me hace pensar ¿cómo proteger a las niñas o adolescetes que tengo en casa? ¿Qué harías tú si fuera tu hija la que pasa por un proceso de esta naturaleza? Ayer vi en las redes sociales muchos hombres apoyando a Pappa ¿actuarían igual si en lugar de Andrea fuera su amiga?

Dentro de la familia es necesario seguir haciendo énfasis en el respeto. Alguien le debe enseñar a los niños que la mujer se respeta.

Tus hijas y las mías deben comprender que nadie ­–ni un amigo, novio o esposo tiene derecho de levantarles una mano–. Sin importar cuán famoso, influencer o atractivo sea el jovencito que tienen a su lado, hay reglas que simplemente no son negociables. Que salgan huyendo de una relación con una persona que muestre tendencia al alcoholismo u otra dañina adicción.

Toda niña debe saber que en su hogar siempre le creerán.

Sigue siendo imperativo enseñarles a las niñas que ¡valen mucho! Nadie debe menospreciarlas ni humillarlas.

Una persona agresiva, tarde o temprano terminará sacando las uñas. Hay algunas alarmas que vale la pena identificar:

  • Si tiene por costumbre hacer comentarios o burlas de su pareja, tanto en privado o frente a sus amistades.
  • Si manifiesta cambios repentinos de humor y de pronto se torna impulsivo.
  • No muestra ningún respeto por las normas generales del hogar que visita y tampoco respeta los límites. ¡No, es no!
  • Quiere controlarlo todo: el celular, las llamadas, las amistades y las salidas con las amigas.
  • Expresa frases que hacen sentir culpable a la pareja, aun de sus arrebatos explosivos o agresivos.
  • Hace del chantaje o de las amenazas un estilo de vida para conseguir que se haga lo que él quiere o hacer cambiar de opinión a la pareja.
  • Expresa frases o acciones que infunden el temor.
  • Agresión física que puede empezar con empujones, romper cosas materiales y finalmente con golpes.
  • Agresión emocional, utiliza un lenguaje fuera de lugar y gritos. Insulta por chat o por teléfono.
  • Miente con mucha facilidad.

La agresión física no tiene nada que ver con clases sociales. Así que trabajar en las hijas es la mejor forma de prepararlas para el momento en que deban tomar sus propias decisiones y si las cosas no les salen bien. También preparémonos para recibirlas con amor, que sepan que su hogar siempre será el mejor refugio donde les vamos a creer, aceptar y apoyar.

La educación es la vacuna contra la violencia.

Edward James Olmos.

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