El tabú de ir al psicólogo imagen

La necesidad de eliminar el estigma de la psicología.

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“No les decimos a los niños que este es un psicólogo, sino que van a ir a jugar”, es una de las frases que los psicólogos infantiles más escuchan cuando empiezan a ver un caso. Es curioso, como seres humanos, la cantidad de veces que como terceras personas vemos a alguien y le decimos con sencillez que “pida ayuda”, sin embargo, cuando se trata de la ayuda que nosotros podamos pedir se vuelve algo tan tabú, algo tan vergonzoso, que preferimos decir cualquier cosa a aceptar que la estamos buscando.

En Guatemala, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en los últimos cinco años han ocurrido 2 mil 261 suicidios en el país, siendo el 74 por ciento de las personas que han muerto de esta forma hombres. Con estos datos, varias curiosidades salen a relucir, siendo la primera la gran opresión masculina cultural que se vive en Guatemala, pues los hombres son las principales víctimas de la ideología machista cuando no se les permite mostrar debilidad, llorar y mucho menos pedir ayuda emocional. Aparte de esto, la enorme cantidad de ayuda que se necesita a nivel de salud mental. Sin embargo, lo más curioso continúa siendo la cantidad de ayuda disponible y la poca gente que la solicita. En el país, cada año se gradúan más psicólogos de las distintas universidades alrededor del país, existe ayuda para todas las edades, grupos económicos, sociales e incluso zonas; a pesar de esto, existen muchísimos psicólogos buscando trabajos fuera de su rama por dificultad para encontrar pacientes u oportunidades laborales dignas. Muchísimos optan por voluntariados en lugares donde puedan desempeñar su pasión a pesar de que no sea remunerada. Sin embargo, el problema no está en cuánto puede pagar la gente, sino en la idea que seguimos teniendo como guatemaltecos de la psicología.

Ir al psicólogo no es para los locos, así como ir al médico no significa que estemos enfermos. Las personas más sabias empiezan a sentirse mal y saben cuándo pedir ayuda antes de que se vuelva un problema real, tanto en el ámbito emocional como en el físico. Asimismo, tanto como en la medicina, en la psicología puede ser mucho más difícil resolver algo que llevamos muchos años tratando de ignorar y dejando que se acumule. Llevar a tú hijo al psicólogo debería de ser algo normal, algo que en algún punto de la vida se les ofrece a los niños, tomando en cuenta el bullying y la violencia a la que están expuestos por el simple hecho de vivir en Guatemala. Como adultos, en alguna dificultad, nuestra primera opción previa a ignorar nuestras emociones, “ser fuertes” y seguir adelante. Es nuestro trabajo quitarle el tabú a la psicología, permitirnos a nosotros mismos, hombres y mujeres, pedir ayuda sin sentir que es algo que tenemos que esconder. Sin ser algo que nuestros hijos tienen que esconder para que no nos critiquen como padres. Sin ser el último recurso cuando alguien está pensando en hacerse daño o lo vemos devastado por su estado mental.

Normalicemos el psicólogo e imaginemos el cambio que esto puede significar para nuestra sociedad, el ir al psicólogo como ir al chequeo médico, asegurándonos de poder procesar y comunicar todos aquellos problemas que tenemos, año con año. El poderle contar a jefes, amigos y familiares que estamos en un proceso terapéutico sin que sea algo mal visto o que implique ser juzgado. Compartámoslo con nuestros hijos, con nuestros sobrinos, para que crezcan en una sociedad en donde se sabe que está bien estar mal a veces, se vale pedir ayuda y existen personas que pueden ayudarlos. La vida no se trata de siempre estar bien y una de las mejores formas de asegurarnos que volveremos a estar bien, es poder actuar acorde a cuando estamos mal. Tanto guatemaltecos como guatemaltecas tenemos que trabajar en eliminar el estigma respecto a esta profesión, a dejar de juzgar o preocuparnos por quien decida ir al psicólogo, a fomentar que hombres y mujeres se sientan en confianza de hacerlo y sepan que todos, en algún momento, podemos necesitarlo.

“Ser fuertes también significa saber pedir ayuda cuando la necesitas”.

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