El legado a las siguientes generaciones imagen

Mi papá y mi mamá me recibieron en casa, celebrando que había hecho una importante reunión de negocios.

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Puedo decir sin equivocarme que la mejor herencia que me han dejado mis padres es la capacidad de soñar. “Si sueño en grande obligo a Dios a ser parte de mis planes, pues los sueños pequeños podemos realizarlos solos”, reflexionaba. ¿Qué quisiéramos heredar a nuestros hijos?




Tendría unos ocho años cuando junté varios artículos de la casa en un frasco y lo etiqueté “Mediopetril”. Era una mezcla grotesca de vaselina, colorantes, plasticina, agua, y otras cosas que había encontrado. Hice una etiqueta a mano y recuerdo decirle a mis padres “he inventado la cura para todo, se llama Mediopetril.” Mi papá trabajaba en ese tiempo en una farmacéutica y le pedí “una cita en la empresa para que pudiera presentarles mi idea”. Mi padre me preguntó sobre las pruebas de que el producto curaba todo y le contesté “lo probé con mis tortugas y se murieron pero es porque no es para animales; para eso quiero ir a la farmacéutica”. Imagine usted esa escena. Un momento crítico para la vida de un niño. Recuerdo que sin vacilar mi padre me dijo “cuenta con eso, pero tendrás que prepararte”. Mi madre igualmente me motivó a que preparara lo que haría al tener la cita. Pasaron algunos días y recuerdo que preguntaba insistentemente a mi padre cómo iba con mi cita. Finalmente, me dice mi padre “mañana te arreglas pues te conseguí reunión con los gerentes”. Ilusionado, preparé mi traje, mi pócima y varios dibujos que había hecho y acompañé a mi papá a su trabajo. Efectivamente, estaba un grupo de gerentes esperándome. Hice mi presentación, sin que ninguno de ellos se burlara o me viera de menos. Seguramente mi papá les había hablado previamente para contarles todo. Al terminar, uno de ellos se quitó su reloj y sacó un libro de su maleta. Me dijo algo que nunca olvidaré “te doy este reloj para que sea tu primer capital de trabajo y sigas con este sueño y este libro, ‘El Mejor Vendedor del Mundo´para que te sigas preparando”. Políticamente me dijeron que debía seguir preparándome, que el proceso para presentar el producto debía continuar mejorándose y que tendría la oportunidad. Nunca sentí que fuera imposible. Mi papá y mi mamá me recibieron en casa, celebrando que había hecho una importante reunión de negocios.

Seguramente usted recordará eventos que han marcado su vida. Eventos que pudieron llevarlo a creer en su capacidad o eventos que hicieron que dudara de ella. Todos tenemos una riqueza de historias que marcan nuestro diario vivir. ¿Cómo inculcamos la capacidad de soñar? Me permito reflexionar sobre cinco elementos.

La paradoja de Stockdale. Inculcar el equilibrio entre Fe y disciplina. Es imprescindible creer en un mejor futuro, en cultivar nuestro ser, pero ser disciplinados en afrontar los hechos y trabajar arduamente para mejorar. El éxito no es casualidad, es consecuencia de la preparación y la oportunidad. ¿Tengo fe en mis sueños? ¿Me estoy preparando y trabajando por ellos?

Hablar de oportunidades donde otros ven problemas. Todo en la vida puede verse con dos ópticas: la de un problema o la de una oportunidad. Si en familia, en el trabajo y en lo personal pensamos en cómo aprovechar cada momento, disciplinaremos nuestra mente a pensar en resolver. ¿Hay tráfico? Podemos pensar en oportunidades para incluir más audiolibros en esos momentos de aparente pérdida de tiempo. ¿Cómo vemos la vida y cómo hablamos la mayor parte del tiempo, en problemas o en oportunidades?

Los sueños son personales. Es usual cuando alguien comparte su sueño que alguien conteste “eso no me funcionó a mí, no creo que te funcione a ti”. Los sueños y los propósitos son personales. Hay que cuidarnos de destruir los sueños de los demás. Eso no quiere decir no pedir consejo, pero saber distinguir entre un consejo y una excusa para no hacer. ¿Fomentamos o destruimos los sueños de otros?

Los niños lo creen todo. Si usted le dice a un niño que podrá hacer algo, lo creerá. Si le dice por el contrario que no podrá, igualmente le creerá. Recuerde que podemos motivar a soñar. Los adultos somos modelos y líderes. Tenemos la responsabilidad de facultar sueños. ¿Cómo hablamos a nuestros niños?

Un modelo vale más que mil palabras. Es imposible pensar que seremos perfectos. Sin embargo tengamos la humildad de pedir sabiduría. Como dice la canción “Dios ayúdame a ser como tu pues mis hijos quieren ser como yo”.

¿Qué podemos heredar que sea más maravilloso que creer que podemos mejorar nuestra situación no importa cuál sea? ¿Qué quisiera heredar a las siguientes generaciones? ¿Qué está haciendo hoy por alcanzar sus sueños?

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