El alborotador del pueblo imagen

El alborotador, a la luz de quienes desean mantener un orden de la injusticia, se convierte en promotor de transformaciones para una vida humana viable –ganada aun a costa del sufrimiento.

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Los griegos antiguos no solo dejaron testimonio escrito de su mitología, también fueron capaces de hacer trascender las narraciones de los dioses, sus creaciones y el mundo humano en expresiones artísticas y racionales que condujeron a la tragedia, la ciencia y la filosofía. La naturaleza de la tragedia como una representación de las historias que daban explicación a la propia interrelación entre la vida humana en sociedad y la relación con la naturaleza transformaba los contenidos mismos de las antiguas creencias. La expresión “tragedia griega” reconvertía con toda la fuerza dramática una expresión de los sentimientos, sensibilidades y emociones humanas en un mundo que le era adverso –aunque bajo la intervención de los dioses en sus insensateces y delirios–, fruto del ejercicio del poder casi omnímodo sin límite alguno. Como diría Nietzsche, acaso: “¿Existe un pesimismo de la fortaleza? ¿Una predilección intelectual por las cosas duras, horrendas, malvadas, problemáticas de la existencia, predilección nacida de un bienestar, de una salud desbordante, de una plenitud de la existencia?”.

La tragedia griega estuvo entretejida con la emergencia de la democracia y el choque entre los poderes más desarrollados del mundo antiguo, que en realidad constituían el mundo asiático y el mundo europeo. Esquilo escribió Prometeo encadenado. El personaje de Prometeo no había tenido una buena reputación, pues para Hesíodo, en la Teogonía, se presentaba como un personaje “mañoso y astuto”. Él había engañado al todopoderoso Zeus en una ocasión y luego lo había desobedecido, pues fue quien proveyó a los seres humanos del fuego.

Pero este hecho adquiere en Esquilo un tono diferente, aunque verdaderamente dramático. Por haberse preocupado de condiciones básicas de la vida humana, Prometeo fue castigado y encadenado a una gran piedra, donde un águila devoraba cada día su hígado. Siendo este inmortal, por las noches le renacían los órganos devorados, repitiéndose este doloroso capítulo todos los días. En la tragedia observamos a un Prometeo desafiante y firme en la decisión y acción tomada. Frente a las arbitrariedades del todopoderoso y aun frente al doloroso castigo, Prometeo argumentaba en contra de la injusticia del orden de los dioses y de sus allegados. Incluso a Hermes, enviado de Zeus para que le devele el conocimiento que posee acerca del porvenir, Prometeo en su sufrimiento intenso le increpa: “Ten por cierto que no trocaría yo mi desdicha por tu servil oficio; que juzgo por mejor servir a esta roca que no ser dócil mensajero de Zeus tu padre. Así es razón que con ultrajes se responda a quien nos ultraja”. Esta acción preocupa a los demás dioses, como el caso de Océano, a quien Prometeo en su nobleza advierte de las posibles consecuencias que puede tener su intercesión.

Prometeo en realidad logra poner en su lugar a las personas y no es por lástima de su insufrible castigo. Sencillamente se observa una ley que no es justa y que se vierte en contra de la vida misma, a la vez que no es posible reconciliar posiciones cuando el poder se vierte en contra de los mortales. Es como la muestra fehaciente de la necesidad del cambio del orden y que la posición de Prometeo se sostiene aun ante el castigo. Más allá de los efectos de poner al espectador en la posición irracional de querer liberar a Prometeo, en realidad emerge un horizonte de comprensión más profundo para querer cambiar las cosas, donde las leyes sean justas y el fuego sea esparcido al conjunto social. El alborotador, a la luz de quienes desean mantener un orden de la injusticia, se convierte en realidad en la figura promotora de transformaciones para una vida humana viable, que se gana aun a costa del sufrimiento.

BLOG DANZA CÓSMICA: POR BIENVENIDO ARGUETA




Doctor en Educación y Estudios Culturales por la Universidad de Ohio, EEUU. Licenciado en Filosofía por la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), miembro de Instituto de Investigaciones Educativas de la USAC, profesor de área de Políticas Públicas de la Universidad Rafael Landívar y ex Ministro de Educación.

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