Con el afán de convertirse en el Cronista de Guatemala, el Capitán Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán envió a España en 1690 el primer tomo de sus manuscritos que, conjuntamente con otros dos, se convertirían en una descripción que develaba la mentalidad de dominio en las relaciones de poder en un horizonte temporal que aún pervive.
El título de la obra es Recordación Florida: Discurso Historial y Demostración Natural, Material, Militar y Política del Reyno de Guatemala. Curiosamente, las historias de Fuentes se conocen más en la selección de textos que para efectos de construcción de su metarrelato elaboró el historiador Severo Martínez Peláez en la Patria del Criollo.
Como muchos relatos históricos, el discurso de Fuentes no es ajeno a interpretaciones que se inscriben en una especie de memoria colectiva ilusoria, pero con efectos tremendos en sus consecuencias.
En uno de los pasajes narra acerca de la enfermedad de Cumatz, o serpiente, que vincula en una especie de literatura de ficción y terror.
Citándolo fielmente y en castellano de la época, él narra que “Claro ejemplo de la barbaridad de los indios… superiores á los brutos y fieras más indómitas los excedían, pues estos parecen enemigos de su especie, y propia naturaleza”. Esta introducción solo predispone a lo que sigue en la narración: “En aquellos principios de la predicación evangélica, los ministros seculares y regulares… indagaban sus más escondidos vicios, para procurar apartarlos dellos, y encaminarlos por la senda de la salud… llegando á la noticia de uno de aquellos varones franciscanos, que vinieron á fundar este á reyno de Goathemala, que muchas indias… se comían asados los hijos tiernecillos, cuando los veían más gordos, y lozanos, les predicó mucho tiempo acerca de esta abominable, e inhumana culpa… más no se lograba el de la enmienda, y perseveraban en su detestable carnicería, e inhumana crueldad con sus miserables hijos”.
El relato en realidad crea un espacio con sentido teatral ficticio pero convincente. El discurso se torna en un plano de confrontación entre dos creencias religiosas con sus propias magias y poderes. De hecho, el franciscano apeló a los conjuros de su religión para utilizar otra fuerza hechicera más potente, avalada por los conquistadores y ejercida por los religiosos como su sostén ideológico. El cura “encendido en el celo de Dios, amenazó á las que comiesen sus hijos con el castigo del cielo, diciéndolas que las que los comiesen de allí en adelante, tuviesen por cierto que se les convertirían en culebras, que las despedazasen las entrañas.” Para colmo de males y en franca rebeldía, y aún más “mofando una de las indias que le oían de su amenaza, se atrevió asar un hijuelo que tenía á el pecho, y comérselo, pero apenas había llegado la tarde al término de la noche, cuando empezó á sentir en el vientre acerbísimos dolores, y que en él le andaba enroscaba y desenroscaba como una culebra… estando así atormentada, y penosísima tres días, con dolores como de parto, empezó a echar por las vías culebras disformes, y crecidas, con cuyo espanto y los tormentos que había padecido, murió echando de sí aquellas sabandijas”.
A este nivel, la lucha armada que ya había exterminado la resistencia indígena se transfería a otro terreno, al de las creencias de los pueblos. A estas alturas era muy importante dejar en claro quién era el verdadero dios y de qué lado estaba como precondición para legitimar la intromisión y sometimiento del otro.
Este es un conflicto para establecer cuál es el lenguaje verdadero. La sociedad conquistadora miraba en la diferencia de creencias únicamente el conflicto. Lo que encontramos en los relatos de la Recordación Florida son relaciones míticas que intentan unir a la fuerza la diversidad y someter al que es diferente. El discurso de Fuentes invade el espacio textual de argumentos que disfrazan las agresiones e inventa fórmulas para poner en juego formas religiosas que resultan ser fatalmente agresivas.
Fotografía de portada: Q’uq’umatz llevando a Tohil junto a Jesús de la Merced.
Blog Danza Cósmica: por Bienvenido Argueta
Doctor en Educación y Estudios Culturales por la Universidad de Ohio, EEUU. Licenciado en Filosofía por la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), miembro de Instituto de Investigaciones Educativas de la USAC, profesor de área de Políticas Públicas de la Universidad Rafael Landívar y ex Ministro de Educación.