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No se imaginaron lo que la tormenta tropical Eta causaría en sus vidas. Cambió su hogar y forma de pensar que lo material no es lo único importante en la vida, al perder sus pertenencias, por las que lucharon por adquirirlas durante años.

La familia está conformada por Carlos, Irma y sus tres hijos, quienes residen en Puerto Barrios.

Para ellos, este 2020 fue un año de aprendizaje. Analizaron a qué darle prioridad, así como a manejar correctamente los gastos. Se sorprendieron de todo lo que cambió en comparación al 2019.

En enero de este año, Carlos sufrió un infarto y debió reposar, dejó su trabajo en el taller. Irma empezó a vender comida en un centro educativo, pero en marzo cerraron los colegios por la pandemia de la COVID-19.

Los problemas de salud y económicos les afectó mucho, pero no se quedaron de brazos cruzados. Uno de sus hijos, Diego, trabajó entregando envíos en Puerto Barrios. Desde comprar productos de la canasta básica hasta realizar trámites, ha sido su labor diaria, lo que ayudó a que se sostuvieran.

La ayuda del gobierno de los primeros dos meses sí les llegó y con eso pagaron los recibos de electricidad, vivienda y agua, pero no era suficiente para comer. Así que Irma vendió churrasquitos a domicilio y a veces sacaba su venta, para aportar para los alimentos.

En septiembre, que ya reabrieron los negocios, su hija obtuvo un empleo en un restaurante. Sus padres estaban felices porque mejorarían su situación económica.

Carlos a veces tenía complicaciones de salud, ya que después del infarto, sufría dolor en el lado izquierdo de su pecho, pero eso no lo iba a detener. Él conservaba una camioneta y decidió usarla para transportar personas, les cobraba Q5.

Sin embargo, Eta les volvió a cambiar la vida.

Ellos ya estaban saliendo adelante con sus labores en Puerto Barrios, no se imaginaron que algo saldría mal o un recién aviso de una tormenta complicaría su situación, hasta que vieron que una simple lluvia se arreció y el agua inundó muchas áreas.

A pesar del peligro se negaban a salir de su residencia, porque no querían dejar sus objetos por lo que tanto habían luchado, pero el agua se acrecentó que debieron salir rápido antes de quedar encerrados.

Debido a la emergencia agarraron pocas pertenencias, sus mascotas y un poco de dinero que tenían guardado para las emergencias. Llamaron a unos familiares que estaban en El Progreso y les pidieron posada.

Salieron a tiempo, porque un día después todo el lugar quedó inundado, pero sus fotografías, los recuerdos, objetos todo quedó bajo el agua.

Regresaron a su domicilio a los pocos días luego que paró de llover, aunque el agua iba bajando aún no se podía limpiar y menos habitarlo.

Ante la llegada de otra posible tormenta, la familia decidió seguir viviendo con sus familiares mientras pasa todo y luego volverán con la esperanza que todo cambie para bien y recuperar su rutina diaria.

“No nos vamos a rendir, sabe por qué, porque Dios nuestro pastor está con nosotros, aunque sea frijoles que comamos durante este tiempo, pero que la familia completa esté reunida es lo mejor. Lo material va y viene, aunque sea un catre que compremos nos va a servir para empezar”, indicó Carlos Orellana.

Ahora que Iota ha descendido esperan que continúe bajando para regresar a su hogar.

(Fotos: CONRED, Noticias de Gualán)

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