Vivir cerca de la U cambió mi vida

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Con la ilusión y la convicción, de merecer una mejor educación y comprometida con ser doctora, dejando su familia atrás, dispuso emprender un viaje a la jungla de la Capital para convertirse en una profesional competitiva.

Ya admitida en la Universidad Rafael Landívar (URL) se dispuso a matricularse, comprar los útiles solicitados, pero le hacía falta solventar su situación con respecto al factor más importante:

¿DÓNDE VIVIRÍA?

Sus familiares, que residen en la Capital se dispusieron a apoyarla, pero el tramo de sus hogares hacia la universidad sería muy extenso y complicado de abordar día tras día. Y, como reza el dicho: “El muerto, el pescado y el arrimado, a los tres días…”.

Luego de una larga búsqueda encontró una casa de pensionistas; sin otra alternativa y sin más opciones se dispuso a alquilar un dormitorio ahí. Su experiencia en ese lugar fue grata, nada de qué quejarse.

Sin embargo, al pasar los meses todo se complicó, ya que si bien la casa de pensionistas se encontraba cerca de la universidad siempre era necesario utilizar el bus. En ocasiones, tenía clases hasta media mañana, pero el transporte en el que llegaba a la U solo tenía un horario, pasaba por ella a las 6:00 a.m.

Otras veces, debía quedarse por la tarde para realizar trabajos en grupo y no podía, pedía “jalón” y en ocasiones no lo lograba, por lo que debía realizar apresurada la parte del trabajo que le correspondía.

Aturdida y muy afanada porque había venido desde lejos y se le dificultaba el estudio por muchos factores, todo comenzó a marchar mal. Su salud empezó a quebrantarse, sus calificaciones cayeron en picada. Todo estaba fatal, hasta que por fin vio literalmente una luz al final del camino.

EL DORM

En una esquina, en la que hace un par de años había una vieja casa, se encontraba una valla que tenía escrito: “Muy pronto apartamentos para estudiantes universitarios”. Los siguió de cerca durante todo el proceso de construcción, siempre se mostró interesada en alquilar uno de esos apartamentos, su interés fue tanto que para los administradores de El Dorm no pasó desapercibida.

Comprenderás su interés, ya que El Dorm se encuentra a unos cuantos metros de su universidad. Ella, no podía dejar pasar esa oportunidad. Se convirtió en la primera habitante.

Comenta que su vida ha cambiado completamente de forma positiva, desde su salud hasta sus calificaciones, ahora ya no tiene que pedir jalón o pasar metida en el tráfico yendo y viniendo a la U. Asimismo, puede trabajar en las salas de estudio del edificio con sus amigos, todo gracias a la calidad de vida que El Dorm le ofrece. La estudiante ahora es feliz.

Relata que es lo mejor que le pudo haber sucedido. Define a El Dorm como su hogar y a los demás inquilinos como su gran familia. Un círculo familiar, en el que encuentras personas de distintas partes del mundo, desde guatemaltecos hasta europeos, sudamericanos y más. Todos bajo el techo de El Dorm son muy unidos.

Aparte de eso, está encantada con los apartamentos tipo Loft que El Dorm ofrece, el beneficio de todos los gastos incluidos, los distintos ambientes que tienen para estudiar (diversos ambientes y salas para estudio, incluso al aire libre). Además, de recreación (gimnasio, cafetería, salón de belleza, tiendita, mesa de ping pong, billar, salón social y muchas cosas más).

Así que si tú, al igual que Tiffani buscas una mejora en tu vida universitaria, El Dorm es para ti y seguramente te cambiará la vida.