Un taquero multilingüe imagen

La necesidad le llevó a aprender y enseñó que no hay limitaciones.

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Jerónimo lleva 18 años con su negocio de tacos y comida mexicana, ubicado sobre la avenida Centroamérica, que parece ser muy rentable, además la sazón es muy buena según algunos comensales.

Describirlo es muy fácil, es de estatura mediana, tez morena y bigote, una persona de buen carácter y amable, siempre saluda a quien lo visita. Conoce el nombre de varios de sus clientes, sus gustos y cómo prefieren comer los tacos, si con cebolla, rábano o piña. El local que tiene es pequeño y está decorado con enormes carteles de íconos mexicanos y se nota a leguas que es fan del club de las Águilas del América.




Pero, hay cierto detalle que llama la atención, ya que todos los lunes por la tarde, un cliente muy especial llega por unas gringas con mucha cebolla, su pronunciación delata que no es guatemalteco y se comprueba cuando pide su orden en inglés y Jerónimo con la fluidez de alguien que sabe, responde sin traba alguna.

Jerónimo, aparte de español habla inglés, lo más sorprendente es que de pequeño nunca tuvo la oportunidad de estudiar debido a la precaria situación en la que vivían sus padres oriundos de Momostenango. Cuando él tenía 15 años, un tío le ofreció una oportunidad de trabajo en Cancún, México, él tomó la oportunidad y se mudó allá.

Las cosas iban bien, pero luego de un par de años no le alcanzaba para lo que él necesitaba y un compañero le habló sobre conseguir el sueño americano, ambos corrieron el riesgo y viajaron hacia Estados Unidos. Tuvieron suerte porque cruzaron la frontera, pero la vida allá no es como la pintan. Si a eso se agrega de que no sabía leer ni escribir, la posibilidad de conseguir un buen trabajo era casi nula.

Ante ese panorama tenía dos opciones: darse por vencido o luchar por algo mejor. En el apartamento donde vivía conoció a un hombre que le enseñó lo básico sobre lectura y matemática, a sumar y restar. También, escuchando a los demás aprendió inglés y a desenvolverse más con las personas.

Fue un par de años después, que decidió regresar a Guatemala, porque la situación allá no era fácil, y ahora tenía que enfrentarse a que la oportunidad laboral local tampoco era sencilla. Su creatividad pudo más y decidió poner una venta de tacos en la ciudad, arte que domina muy bien porque aprendió en México a prepararlos. 




Poco a poco fue creciendo, lo que empezó con una pequeña carreta se convirtió en algo más grande, lo que llamaba la atención era su peculiar manera de hablar y el manejo de los idiomas. Su familia inició a involucrarse con él.

A pesar de que en algún momento fue víctima de extorsiones y amenazas, cerró su negocio, pero nunca dejó de aprender y como él mismo lo relata la necesidad hacía que cada día fuera una oportunidad para crecer.

Su taquería está nuevamente abierta al público, todos los días de 4 a 11 de la noche, él a simple vista parece un tipo normal, humilde y trabajador, pero su historia de vida y superación lo hace diferente.

Si nos ponemos en su lugar por un momento y vemos todas las limitaciones que tuvo y, que a pesar de ello, decidiera ir por algo mejor es de admirar. Ahora, no solo tiene uno sino varios puestos de comida, pero el original es el mejor.

No solo son los tacos los mejores, que superan a muchos, incluso a los probados en varios restaurantes, que aparte de que cobran caro no llenan las expectativas. Aparte, es la amabilidad con la que atiende que engancha a sus clientes y su buen sentido del humor. Tampoco importa que no sepas español porque él habla inglés y otros idiomas más.



TRADICIONES DE GUATEMALA

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