Tostadas con chomin imagen

Muchos piensan que todos los chinos vinieron a Guatemala “con una mano atrás y otra delante”, para dedicarse a labores poco calificadas. Como todas las generalizaciones, esta es inexacta.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Cuando Lou Zhouang llegó a Guatemala en 1880 no imaginó que estaba fundando una importante colonia. Una en un país en el que 126 años después los habitantes comerían como parte de su cocina regional las famosas “tostadas con chomín” y en todas las ferias se venderían las “corbatas en miel”.

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Edificio de la Asociación de Beneficencia de la Colonia China de Guatemala, que alberga el museo (10 Calle 9-42 zona 1, ciudad de Guatemala). 

Pronto había cambiado su nombre original por José Lou y en poco tiempo acreditó una casa importadora y exportadora que llegó a ser una de las más conocidas en América, Europa y Asia. Diez años después de su llegada, su esposa Mei y su hijo Huang vinieron al país. Mei se convirtió en doña Mary y Huang adoptó el nombre de Juan.

Este podría ser el relato de muchos de los migrantes cantoneses que llegaron a Guatemala entre 1880 y 1930. Los más afortunados viajaban en barcos de pasajeros, ataviados con ropajes elegantes y provistos de voluminosos baúles.

Algunos de estos migrantes habían realizado estudios comerciales en su país o en Estados Unidos y llegaban equipados con los conocimientos necesarios para iniciar negocios prósperos, como Carlos Lou, quien llegó a Guatemala en 1890 y había realizado estudios comerciales en Cantón; o Juan Lee Wong, quien antes de llegar a Guatemala –en 1897– había estudiado en San Francisco, California, y en Oakland, ambos sitios en Estados Unidos.



Fotos: Orlando Estrada y cortesía Comunidad China de Guatemala.

Al mismo tiempo, otros cantoneses llegaron en barcos de carga para trabajar en los negocios de sus paisanos, en la instalación de vías férreas o en fincas bananeras. Algunos habían probado fortuna en Estados Unidos, en las minas de oro o en el ferrocarril de San Francisco.

En 1880 había registrados 22 chinos en Guatemala. En 1921 ya sumaban 887. Además, para ese entonces habían arribado al país las esposas o las novias que venían a casarse. Fue así como se formaron varias familias chinas residentes, que actualmente alcanzan la tercera o cuarta generación de chinos nacidos en este país. Recientemente se inauguró el Museo de la Asociación de la Colonia China en Guatemala, con una exposición que se titula Primera oleada: cantoneses de Ultramar (1880-1930).

La sede del museo es la Asociación de Beneficencia de la Colonia China de Guatemala y en esta primera exhibición el público puede observar uno de los enormes baúles que viajaron con los migrantes en esa oleada inicial, así como gorros de seda (con las clásicas trenzas incluidas) que traían los primeros hijos del dragón llegados a estas tierras.

Entre otros objetos, se encuentra también un enorme diccionario chino-español. Fue un importante instrumento para esos migrantes y, tantos años después, evidencia que muchos de ellos no eran iletrados.

Esvin Alarcón Lam –un artista visual que desciende de cantoneses por la vía materna– fue el curador de la muestra. Según cuenta, la idea de la exposición se originó en dos tesis de maestría de especialistas en Ciencias Sociales que abordaron las migraciones chinas hacia Guatemala: José Campang y Ana Barreno.

“Tenemos dos objetivos: rendir homenaje a los pioneros cantoneses que llegaron a Guatemala hace más de cien años y dar a conocer aspectos de la cultura china. Las fotografías de los primeros migrantes que aparecen en la muestra fueron aportadas por nietos y bisnietos que respondieron a una convocatoria realizada por la asociación, que les pidió no más de tres imágenes”, dice Alarcón. “La mayoría venía en barcos mercantes. Eso ya te indica la condición económica de estas personas. Muchos de ellos venían de trabajar en las minas de oro o en bananeras y debido a que eran muy ahorrativos y muy trabajadores, algunos lograron establecer negocios”.

Según narra Esvin, algunos de los primeros cantoneses llegaron literalmente “con lo que traían puesto”. Otros traían absolutamente todas sus posesiones en baúles como el que se observa en la exposición. Un elemento interesante de este primer grupo de cantoneses que se asentaron en Guatemala es que muchos no se quedaron en la capital, sino decidieron establecerse en Puerto Barrios, Retalhuleu, Chiquimula o Zacapa. “Buscaban el calor. Hay que tomar en cuenta que Cantón es un puerto”, señala.

Con ellos venía una cultura milenaria y una cosmogonía que privilegia los valores espirituales y enfatiza el respeto a los ancestros y a los mayores. Un ejemplo evidente son los tres dioses –o astros– de la cosmovisión china, llamados Fu, Lu y Shou. Fu es la deidad que se asocia con la felicidad. En sus brazos tiene un niño, porque para ellos la mayor felicidad es la descendencia masculina. Lu representa la prosperidad y el éxito, no solo económico, sino el profesional y el académico. Shou está asociado con la longevidad. En la cultura china, llegar a una avanzada edad es un honor.

Entre las anécdotas que vale la pena mencionar, dice Esvin, está la latinización de los apellidos. Por ejemplo, Ng se convirtió en Quinto, Cinco o Compe. Kam Su Pam derivó en Campang. Otros apellidos con origen cantonés son Bosque, León y Ríos. “Es un hecho que a la cultura china todos nos acercamos con cierta reverencia. Muchos de los visitantes de la exposición quieren descubrir sus raíces cantonesas”, menciona Alarcón.

Y, como para darle la razón, en la pequeña sala donde está instalada la muestra ingresa un grupo de mujeres kekchíes con su atavío tradicional. Entre ellas va un hombre. Rápidamente comienzan a tomarse fotos junto al dragón y a las tres esculturas que representan a Fu, Lu y Shou. El hombre comenta: “Estos son nuestros parientes”.

Los descendientes: nacimos con ventaja

“Mi bisabuelo, Eugenio Campang, no tomó la ruta corta del Pacífico. Vino en 1911 por el Atlántico, en un barco de pasajeros. Esta forma de viajar era privilegiada. Se estableció en Puerto Barrios, donde abrió un negocio que incluía almacén, aserradero, fuente de soda y hospedaje”, narra José López Campang, de la galería de arte 9.99.

Se define como cincuenta por ciento chino, de padre guatemalteco. Su infancia transcurrió en medio de un choque cultural que no resultó violento. “Fue interesante crecer entre dos sistemas de valores. Mi madre es una china nacida en Guatemala, y el apodo china, lejos de ser molesto, es una cualidad; en mi caso hasta diría que una ventaja.

De la cultura china respeto la forma de aproximarse a los mayores. Probablemente me especialicé en cerámica por la importancia que esta tiene, tanto para Asia como para la cultura maya. Muchos tienden a ver hacia Oriente como una inspiración.

Como descendiente de chinos mantengo la tradición de participar en muchas de las fiestas que celebra la colonia. Entre ellas, el Día de la Madre, el Día de Confucio, el Año Nuevo Chino, el Festival de la Luna y el Día del Chino de Ultramar”, concluye.

Primos, tal como si fueran hermanos

Para conocer un poco más sobre los pioneros cantoneses, decido visitar el almacén Chang & Cia. Ubicado en la novena avenida de la zona 1, es uno de los sitios emblemáticos del Centro Histórico. Durante generaciones, las guatemaltecas nos hemos surtido de lanas, botones, tijeras y todo lo relacionado con costura y manualidades “donde Chang”.

Esperaba encontrarme por lo menos con uno de los dos ancianos a quienes, durante años, saludé cuando llegaba a comprar alguna lana. Mi sorpresa fue que ambos fueron sustituidos por dos jóvenes (hombre y mujer), quienes a pesar del trajín del mediodía accedieron a conversar unos minutos conmigo sobre sus antepasados, pero, especialmente, sobre lo que significa ser chinos nacidos en Guatemala.

“Me llamo Fernando Chuy. Soy tercera generación de chinos nacidos aquí. Mi abuelo Arturo Chuy vino a principios del siglo XX y trabajó bastante duro antes de tener un negocio”.

La joven que también atiende en el mostrador se acerca. “Es mi prima, Verónica Chuy”, dice Fernando. Verónica agrega: “A mi abuelo le costó bastante. Trabajó en Izabal y Mazatenango antes de venir a la capital. Tuvo una tienda en Izabal”.

Una de las características comunes en estos migrantes cantoneses es la importancia que todos ellos dieron a la educación de sus descendientes. Es así como varias familias establecidas en diversos departamentos migraron hacia la capital para que sus hijos estudiaran, indica Verónica.

“Soy nacida en Guatemala y casada con guatemalteco. Me gusta mucho la forma en que se vive el respeto a los abuelos y a los difuntos en la cultura china, como nos inculcó mi abuelo”. Al preguntarles cómo decidieron dedicarse a atender el negocio familiar, ambos coinciden en que lo hicieron como respuesta a la solicitud de sus mayores, quienes ya estaban cansados. “Somos primos hermanos, que es como ser hermanos. Siempre nos inculcaron que la familia debe permanecer unida”, dice Verónica.

Gloria Campang: la comida, una fusión de culturas

Los aportes de la migración cantonesa a Guatemala, además de evidentes, son interesantes. Uno de los aspectos culturales más importantes en cada país es la gastronomía y Guatemala es uno en donde el chow mein es parte de la cocina cotidiana, señala Gloria Campang, directiva del museo.



Miembros de la junta directiva Gloria Campang (izq.) e Ingrid de Mack (der.) y el asesor Esvin Alarcón Lam (centro). 

“Casi todos los guatemaltecos cocinan en sus casas el chow mein y una cosa muy interesante es ver cómo en los puestos más sencillos de comida se venden las tostadas con chow mein. También las corbatas en miel que se comen en las ferias y los atrios de las iglesias son de origen cantonés”, comenta.

Desde la primera oleada, los chinos lograron integrarse al ambiente guatemalteco, incluso por medio de matrimonios mixtos, dice Gloria, quien añade: “Ya han nacido chinos de sexta generación. Las familias se han expandido”.

Además de muchos otros elementos imperceptibles pero presentes, la incidencia de la migración cantonesa en el país es indiscutible. Varios guatemaltecos ilustres descienden de cantoneses. Los actuales ministros de Cultura, José Luis Chea Urruela y Lucrecia Hernández Mack, de Salud; José María Jo, médico de MTC y maestro de artes marciales; Jaime Jo Chang, ginecólogo y homeópata (+); el cineasta y escritor Justo Chang (+), así como defensores de Derechos Humanos: las hermanas Myrna (+) y Helen Mack Chang y la Miss Guatemala Julieta Urrutia Chang. Todos estos descendientes del primer grupo de chinos que llegó al país hace más de cien años son, probablemente, el fruto más valioso de esa migración.        

                                                                                             



Arroz frito.

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