Resumen 2016: Campeones metahumanos y maldiciones vencidas imagen

Acabamos de enterrarlo, pero de cara a un nuevo ciclo es preciso recordar lo mejor del deporte en 2016.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

El año anterior y desde el nacimiento de Relato nos centramos en la coyuntura nacional y mundial, sin tomar en cuenta a uno de los pilares de la sociedad de consumo: el deporte. Por ello, les ofrecemos un análisis sesudo, con un poquito de acidez y unas pringas de sarcasmo, respecto de lo que dejamos en 2016. 

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Deportivamente hablando, 2017 promete pocas cosas. El verano será relajado, aunque con fechas FIFA para la clasificación de las selecciones previo al Mundial de Rusia 2018. Habrá torneos a tono de entradita, como la Copa Confederaciones, para ver el estado de los equipos antes de Rusia. Espero un Real Madrid campeón de la Champions enfrentando a algún intruso alemán en la final y ojalá con Liga. Antigua por lo menos con otro campeonato en la liga local y más emociones duras en el básquetbol. Esperemos que sea lo mismo con el béisbol y la NFL. Mientras tanto, recordemos ese venturoso 2016 con un Relato.

Un Real Madrid imponente

Con Zidane –y en menos de 6 meses al frente de los merengues– fue suficiente para elevar a la nave blanca a la historia. La salida de Rafa Benítez dejó un camerino rebelde y bastó la magia de Zizou para unir el vestuario. El Madrid enfrentó en la final de la Champions al primo pobre y soñador del Atlético de Madrid, pero tuvo que vencerlo en penales. Cristiano Balón de Oro Ronaldo tiró el último penal y así se levantó la undécima. La Liga fue para el Barcelona; digamos, un consuelo pírrico. El Madrid se llevó el Mundial de Clubes ante un Kashima japonés que sorprendió al Atlético Nacional de Medellín. Del América mejor ni hablemos. Cumplieron 100 años y lo único que consiguieron fue la Concachampions, título que no es respetado en ninguna parte, con el nivel pobre de Centroamérica y de la MLS.

En otras latitudes, como La Premier, el equipo del Leicester City se convirtió en el campeón cenicienta. Si me dicen que nombre a un jugador del equipo, me ponen en serios aprietos porque desde que se mudó la liga inglesa a la señal satelital, pocos nortes importan sobre esta competencia. Muchos dicen que es la mejor liga del mundo… ¡quién sabe! Con un campeón que hoy está en los últimos puestos no se puede sustentar tal paja. Solo confirma el bajo nivel de una liga cuyo reflejo es la Selección Inglesa, que no tiene aspiración a nada desde hace muchísimo tiempo.

Argentina, la gran decepción

Llegaron a la final de la Copa América Centenario para la revancha de la Copa América del año anterior, que perdieron en Chile, el equipo local. Messi, exhausto, ya con poco (y lesionado), llegaba a la encontrona, otra vez, como cerdo al matadero. Chile volvió a llevarse la Copa América. Las lágrimas de Messi, Javier Mascherano y todo el clan albiceleste no sirvieron para nada. Tres finales perdidas en tres años, Mundial y las Copas. Lio decía adiós. “Es increíble pero no se me da”, fue la frase desgarradora. Sin embargo, todos quieren ver a Argentina ganar un mundial. ¿Rusia 2018? Quién sabe. Ojalá, ojalá, ojalá.

Tragedia Chapecoense

El 2016 también recordará la tragedia del Deportivo Chapecoense, ese humilde equipo brasileño que se esfumó en un choque aéreo en Medellín. Luchó tanto por llegar a la final de la Copa Sudamericana y disputarla contra el Atlético Nacional colombiano que, en vez de celebrar una fiesta deportiva se convirtió en un puente de dolor inconmesurable que unió a Colombia y Brasil. Escuchar el audio de los últimos momentos del avión pidiendo auxilio es algo que no debe volver a pasar jamás.

El manto frío del “Fifagate”

El escándalo FIFA es la gusanera actual. Este 2016 será recordado como el año de la corrupción a nivel mundial, y en el deporte… ni se diga. Blatter y toda la ola de directivos de Concacaf, Commebol y demás latitudes cayeron. En Guatemala también.

Se giró orden de captura contra Bryan Jiménez, presidente de la Federación de Fútbol de Guatemala; Rafael Salguero, exdirigente de la FIFA; y Héctor Trujillo, secretario de Fedefut y Magistrado Suplente de la Corte de Constitucionalidad. Se creyeron eternamente intocables. Los tres están acusados de conspiración por medio del mercadeo deportivo, de corrupción, de lavado de dinero y de haber recibido sobornos por derechos de transmisión por la cantidad de US$200 mil. Solo a dos capturaron; uno sigue prófugo.

Jiménez gritaba a cuatro vientos que se iba a someter al proceso y que era inocente. Luego de saberse la orden de captura, desapareció. Al poco tiempo fue encontrado en un apartamento con el pelo blanco, ebrio, enjuto; verlo era regurgitante. Se lo llevaron en avión al juzgado en Nueva York.

Trujillo iba en un crucero con su familia y solo llegó a Miami, lo capturaron y lo volaron para comparecer. Al saberse del escándalo, la Corte de Constitucionalidad lo dejó a su suerte. Ambos fueron puestos en libertad tras pagar millonarias fianzas en dólares y con lujo de visacuotas.

Rafael Salguero continúa desaparecido.

Las Olimpiadas de los Metahumanos

Era increíble, pero el mundo se detenía cuando Usain Bolt y Michael Phelps salían a competir. Ver a Phelps intimida y asusta. Lo vemos en persona y parece que estamos del otro lado del vidrio como científicos viendo a Eleven en la serie de Netflix, Stranger Things; una emoción incontenible. Ver a los otros competidores es una pérdida de tiempo porque la única satisfacción que tienen, o aspiran, es nadar con el extraterrestre. Phelps hace movimientos metahumanos en la cadera y los brazos para avanzar, y todo sin el menor esfuerzo. Alcanzó 28 medallas de oro. Perdió una contra Joseph Schooling, quien cumplió el sueño de brillar en una olimpiada y vencer nada menos que a su ídolo. Creo que se dejó ganar. Una más, una menos, qué importa.




Phelps, ese nadador estadounidense considerado el mejor de la historia de la disciplina, inició en en 2004 y fue la sensación de los Juegos Olímpicos de Atenas –aunque no ganó ninguna medalla. En Pekín 2008 superó el mítico récord de Mark Spitz al obtener ocho medallas de oro frente a las siete que su compatriota había conquistado en los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972.

En Londres obtuvo otras seis medallas y se convirtió en el deportista más laureado de la historia de los juegos.

Regresó para Río, después de haber anunciado su retiro, en donde coronó su trayectoria con otros seis metales y elevó su palmarés a niveles apenas concebibles: 28 medallas olímpicas, 23 de ellas de oro. Es el deportista olímpico más laureado de todos los tiempos. La número dos es la gimnasta soviética Larisa Latynina, quien entre 1956 y 1964 consiguió solamente unas 18 medallas.

Bolt era otro decir. En las carreras de clasificación a la medalla de oro causaba risa verlo bajar la velocidad a 35 metros de la meta, mientras que a los demás no les alcanzaban dos piernas para correr. Así fue todo el tiempo Bolt. Sin rival, sin otro mortal apto que lo provocara. Cuando se esforzaba un pobre contendiente, Bolt sonreía. Francamente espeluznante. Por los récords que dejó, pasarán muchas lunas antes de que nazca otro que se le acerque. Se impuso en 100m, 200m y 4x100m sin cansarse o, incluso, sin sudar.

Adiós, Manning

El gran mariscal Peyton Manning, de los Broncos de Denver, jugaría un tercer supertazón del fútbol americano en la NFL al enfrentar a las Panteras de California, que llegaron gracias a una suerte por ausencia de equipo, porque ninguno de la Conferencia Nacional estuvo a las alturas. California llegaba con un récord rugidor de 15 ganados y 1 perdido.

Manning se lució. Nadie dudó de los Broncos, ni por más que las Panteras y su mariscal Cameron Newton quisieron asustar con los números de una buena temporada. Los Broncos cabalgaron rumbo a la historia y levantaron el trofeo Vince Lombardi. Peyton al poco tiempo dijo adiós y, como su homólogo mariscal, el enorme John Elway, se retiró hacia la eternidad élfica como ídolo y con dos supertazones bajo el brazo.

La maldición rota

Los Cachorros de Chicago fueron otra de las grandes sorpresas, muy emocionantes y hermosas, del béisbol para este año. Fuera de lo cursi, fue emotivo. Luego de aquella noche maldita de 2003, donde los Cubies se quedaron a cinco outs de ir a una nueva serie mundial por la malaguasa de un fanático (Steven Bartman) que le robó un out a Moisés Alou, los Cachorros perdieron la fe para siempre.

Un cambio de generación, un malencarado coach y un vestuario con hambre bastó para un regreso de 3-1 sobre los Indios malditos de Cleveland, quienes tampoco ganan una serie mundial desde hace 68 años.

El juego séptimo fue increíble –innings extra y la agonía de la pausa de 17 minutos por la lluvia. El que fue declarado Jugador Más Valioso, Ben Zobrist, pegó un doble para exorcizar demonios en la décima entrada y así terminó la maldición. Fue entrañable recordar al enorme cronista y locutor Harry Caray, quien nunca pudo ver a sus Cubies ganar. El guiño a Caray fue de lágrima temblorosa y euforia de conquistador. El último out y la saltadera de la celebración, la alegría del actor Bill Murray y el cantante de Pearl Jam, Eddie Vedder, con todo y los millones de fanáticos de los Cubs, es lo más emocionante del año.

La resurrección de James

Para el verano la NBA terminaba su temporada con un duelo espacial. Ya tenía ratos este humilde redactor de no sentarse a conciencia y ver un partido de básquetbol completo, de emocionarse y dejar que sus ojos brillaran. Lebron James y Stephen Curry dieron una final magistral, pero Curry y los Golden State Warriors no tuvieron la casta de campeón necesaria para masacrar; LeBron, sí.

Luego de salir de los Heat de Miami por la puerta de atrás regresó a Cleveland, equipo al que defenestró, con la intención de convertirse en campeón con el equipo de la penísula. Los Cavs se levantaron de un déficit de 3-1 y se convirtieron en el primer equipo de la NBA en ser campeón bajo esas condiciones adversas. Esos tres partidos fueron difíciles de asimilar para mí. Todo le salía a LeBron, tiraba desde cualquier ángulo y encestaba. Era increíble. ¡Qué resurrección! Golden Statte terminó la temporada con la marca de 73 ganados y 9 perdidos, botando el récord de aquellos Bulls de Jordan, Pipen y Rodamn del 97. Igual que las Panteras de Carolina, solo demostraron que un récord no intimida a un corazón campeón.

Mención especial

Portugal ganó la Eurocopa sin su máxima figura, Cristiano Ronaldo (aunque fue el principal culpable de llevarlos a la última instancia, luego de vencer a la Francia de Griezmann por la mínima). El golazo de Eder bastó para que los Lusos se convirtieran en amos y señores. Cristiano recibió la Copa bañado en lágrimas con la certeza de su Balón de Oro al final del año.

Nico Roseberg fue campeón de la Fórmula 1, después de tanta humillación y preferencia de la escudería Mercedes a su predilecto Lewis Hamilton (tricampeón mundial). Todos nos emocionamos con Nico. Nuestro underdog, el que exigía respeto, aguantaba la tristeza, contenía la furia y frustración pudo –y ya era hora– conseguir el campeonato mundial luego de vencer a Hamilton, quien quedó como subcampeón. Nico se retiró de la Fórmula 1 hace más o menos un mes. Por lo alto y con los riñones intactos. Vaya campeón.

Otro que merece mención es Delpo… Martín Del Potro se llevó la Davis a una Argentina todavía dolida por la derrota de la albiceleste. Regresó como héroe, elevado a la inmortalidad. Algunos en el país del sur se preguntan, ¿qué es el tenis?

Suenan los grillos en Guatemala

A lo nacional Suchitepéquez se coronó campeón del torneo de clausura 2015-2016 al vencer a los hexacampeones de Comunicaciones por un marcador global de 5-1. Sopegno tomó las riendas del equipo y todo se desbarató para el albo. Las máximas figuras de esos tres años de alegrías se fueron con el viento. Así de romántico podemos recordar al panameño Rolando Blackburn, a la Chula Gómez, a Carlos Figueroa y, recientemente, a José Manuel Contreras y Jairo Arreola.

Lo mejor es que Antigua GFC se convirtió en campeón en el apertura 2016-2017, luego de vencer en penales a unos inútiles Rojos del Municipal, quienes tuvieron el descaro de pedir que se anulara la final porque el colegiado permitió un cuarto cambio en el partido de vuelta para ambos equipos. La movida güisachera no sirvió para nada. Antigua cosechó su segundo campeonato y contrató a José Manuel Contreras y a Jairo Arreola, ambos desterrados por el equipo crema.

Guatemala seguirá suspendida por parte de la FIFA luego de que la Asamblea General no aprobara la ampliación del mandato del Comité de Regularización, impuesto por el órgano rector. Todo porque la Asamblea General quiere regresar a las prácticas de cacique que compra voluntades con plata o intimidaciones. Será hasta que la Asamblea General acepte que, si no van las reformas para impedir la corrupción en el fútbol nacional, especialmente en la Selección, no se quitará la suspensión para que Guatemala participe en competencias internacionales. Mientras tanto, los integrantes de los combinados azul y blanco Sub-17, Sub-20 y Mayor no volverán a ponerse el uniforme hasta que se acepte que la corrupción es mala y lo que conviene es la prisión para estos señores oscuros.

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