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En los barrios de antaño, como los del Centro Histórico y en la provincia, cuando por extrañas razones fallecen dos o más personas de un vecindario, la gente suele acuñar la frase “la muerte anda rondando”, la semana pasada se fue “don fulanito” y ahora “doña menganita”, son las respuestas a eventos inexplicables, que sorprenden mucho.

Validando antiguas creencias, los más osados también se atreven a pronosticar la llegada de la muerte cuando ven rondar una parvada de zopilotes y ven posar una mariposa nocturna en el día.

Esos presagios, basados en la tradición oral, se materializan para muchos, cuando se ve a misteriosos personajes en escenas de hechos violentos, fatales accidentes de tránsito o donde ocurrió una muerte natural.

Su apariencia suele ser como la de los judiciales de la época del conflicto armado interno. Siempre con lentes para sol, tipo Ray Ban, chumpa de cuero, pantalón de vestir con los paletones bien hechos, camisa de vestir y los zapatos bien lustrados.

Casi no hablan, pero sus contactos están en todos lados, en hospitales, en los bomberos, la morgue y la policía. “El que maneja la información tiene poder” refiere un dicho popular y para ellos relacionarse con quien la posee es la garantía de vender un servicio con el que se ganan la vida.

En el tomo 6, del libro la Calle donde tú Vives, del maestro de la narración de cuentos de suspenso e historias de miedo, Héctor Gaitán, los Calaqueros son “laborantes de funerarias”, sobre su trabajo relata “que es duro y triste, los critican pero cumplen con una labor que nadie se atreve”.

“Si no fuera por nosotros, mucha gente ni supiera dónde encontrar a un familiar desaparecido y nosotros les ayudamos, los buscamos donde sea y siempre los hallamos. A veces nos toca dar malas noticias, pero qué podemos hacer, ese es nuestro trabajo, aunque nos digan zopilotes cerotes, hijos de tantas, lárguense de aquí o vamos a rematar con ustedes”, contó a Relato, René Santizo, calaquero desde hace 25 años.




Además, de convivir con la muerte todos los días, su rutina de trabajo conlleva mucho riesgo, sobre todo cuando son hechos de violencia. Suelen entrar de noche o madrugada a donde nadie se atrevería, para dar malas noticias.

“En el tiempo que tengo de trabajar en esto he ido a La Verbena en la zona 7, La Limonada en la zona 5, El Limón, La Maya, El Paraíso, en la zona 18, El Búcaro y la Carolingia a buscar a familiares de fallecidos para contarles lo que les pasó. Una vez en la Bethania fui a dar un aviso y me sacaron corriendo, si no dejo el carro cerca saber qué me hubiera pasado”, comentó el calaquero, Melvin González.

En las anécdotas de estos eficientes personajes, no falta la que cuentan de un señor mayor que se murió por un ataque al corazón en un motel, cuando tenía intimidad con una patoja veinteañera. a

Aunque pareciera que la muerte ya no les afecta, hay casos que los han impactado.

Casos que asombran

El descuartizado de la Primero de Julio

“Llegué al lugar y me sorprendí cómo estaba la persona, al principio yo pensé que estaba completa, cuando me dice un policía que estaba descuartizada, tratamos la manera de localizar a la familia, pero como en ese momento el Ministerio Publico tomó evidencias para seguir el procedimiento en la morgue de la zona 3, tuvimos que esperar hasta que recogieran todo lo que había en la escena”.

“Tenía 23 o 24 años, era chavo, supuestamente fue por una venganza que lo mataron, porque lo responsabilizaron de haberse quebrado a un repartidor en esa colonia, fue lo que comentaron los vecinos”.

Otro por San Juan Sacatepéquez

Apareció un cuerpo, la cabeza por un lado, el torso por otro, los brazos en otro, así estaba regado en toda la carretera. El trabajo se complica cuando llega la familia, no quieren saber de nada, de funeraria, de la policía, de nadie que les hable porque es muy impactante.

Reo acribillado

Un reo que mataron en la zona 1, le zamparon 43 plomazos, fue en la 9a. Avenida y 3a. calle, el año pasado. Lo llevaban a la unidad de diálisis y pasó un carro supuestamente y los comenzaron a balear, fue antes del mediodía y me lo entregaron a las 24 horas por los impactos de bala que tenía, de varios calibres. Era de la Carolingia.




Como en todo trabajo siempre hay complicaciones o imprevistos que surgen de último minuto, para Los Calaqueros, lo difícil es dar malas noticias y tener tacto para hacerlo, esperar la reacción de los afectados y luego saberlos orientar, para dar un servicio eficiente.

“En las familias tratamos de hablar con alguien, hay quienes se ponen histéricos o quedan en shock y no saben cómo reaccionar, luego preguntan qué pasó y ya les indicamos dónde se localizó, qué tipo de ropa tenía, la forma en la que murió, después ya toca dar las vueltas de todos los trámites”.

*Los casos son referidos por personal de la funeraria “Las Azucenas”, zona 7

Fotos: Pixabay

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