Pensión alimenticia, la manzana de la discordia que una vez fue de tentación imagen

Las autoridades confirman que han disminuido las detenciones, por tratos razonables entre las parejas.

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La primera vez que se vieron, fue amor a primera vista. Cuando Carlos González observó de lejos a Diana Méndez sintió que el pecho le quedaba pequeño para su acelerado corazón, sus latidos era como un murmullo de palabras tiernas, románticas, de amor y deseo que no podía reprimir, sentía una profunda necesidad por expresárselas.

A casi dos metros y medio de distancia, uno del otro y entre varias personas que no les permitían estar a la par, él podía sentir el aroma de su suave cabello castaño claro y el perfume que se había puesto. También, estaba cautivado por sus rasgos finos, su tez blanca y su figura acentuada en el jeans azul gastado y la blusa negra que vestía.

“Les vamos a entregar unos números para que puedan ingresar, los pares hacen cola a la derecha y los impares a la izquierda, todos por favor preparen su papelería y revisen que vaya en orden”, dijo con mucha seriedad un policía privado.

Uno a uno, empezaron a cruzar una puerta, en un portón, de una enorme bodega, para ocupar el lugar que les correspondía y fue así cuando Carlos sintió que su deseo de estar cerca de ella iba a ser realidad. Por azares del destino, los dos tenían número impar e ingresaron juntos a la entrevista de trabajo a la que acudieron en una maquila, ubicada en la colonia la Brigada, zona 2 de Mixco, así se conocieron.

Cuando quedaron frente a frente, ella sintió una enorme atracción hacia él, de inmediato le gustó y no pudo dejar de verlo de reojo, mientras llenaba la solicitud que les habían entregado. “Me prestas tu lapicero, el mío no pinta”, fue la excusa con la que empezó su relación.

Cuando la llamada para que se presentaran a trabajar llegó, ya tenían un par de semanas de estar saliendo para conocerse. La atracción que sentían era el camino trazado para estar juntos siempre y tener una familia.

Seis meses después, cuando ya estaban estables en el trabajo y sus familias se conocían, tomaron la decisión de “juntarse”, sin sospechar que tarde o temprano se cumpliría en su relación el dicho popular “de novios sé es una cosa y de casados otra”.

Entre diferencias por las costumbres, la forma en que los criaron y la educación que recibieron, “la relación iba viento en popa”, hasta que su hijo cumplió cuatro años, cuando empezó a estudiar.




La relación que para ese momento era monótona, se hizo insoportable para los dos. Fue así como se vinieron celos, insultos, alegatos y la inevitable separación que buscan sea justa y razonable para ambos, antes que llegue a instancias judiciales.

Carlos está consciente de sus responsabilidades como padre y, el profundo amor que le tiene a su hijo, hace que todos los días “trabaje duro para que nada le falte”. Sabe que por Ley tiene que proveerle educación, vestuario, alimentación, salud y vivienda.




Ese acuerdo al que tratan de llegar, es lo que Jorge Aguilar Chinchilla, vocero de la Policía Nacional Civil denomina como un “llamado a la conciencia a padres responsables y madres comprensivas”.

De no solventar sus diferencias, su hijo tendrá carencias y se da paso a un engorroso trámite legal, en el que ante un juez se debe cumplir lo pactado, caso contrario vienen los embargos de salario, hasta llegar al delito de negación de asistencia económica, por la que hay cárcel.

Las autoridades confirman que “en años anteriores se daban hasta 3 mil detenciones de hombres por no cumplir en la manutención”, cifra que ha disminuido con los 700 que se reportan a la fecha.

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