Me rasgaron hasta el alma imagen

Conoce una de tantas historias que día a día viven las madres en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) de Pamplona.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.



Faltaban 5 días para que el pequeño Santiago decidiera si deseaba nacer por sí solo o bien para que los doctores consideraran inducir el parto o realizar una cesárea, a poco tiempo para que cumpliera las 40 semanas de gestación. La salud de Gaby, su madre, estaba bien; no debieron haberla forzado como lo hicieron para que Santi naciera, ya que ese momento fue una verdadera pesadilla.

El 14 de agosto, Gaby tenía cita en el IGSS por la mañana, antes de ir a la misma, se sentía un poco mal de la cabeza, pero según la evaluación de los médicos todo estaba bien con su salud, ninguna complicación. Le comentaron que tenía 1 de dilatación y al mismo tiempo le preguntaron si se quedaría interna o se retiraría, todo siempre bajo su responsabilidad.

Gaby y su esposo, quien es mi amigo por ya más de 8 años, habían estado planeando tener al baby en un sanatorio, por obvias razones. El IGSS presta un pésimo servicios y condiciones deplorables para los pacientes, espero todo comprendamos que no es un servicio GRATIS, mes a mes se paga, a lo mejor si fuera público se comprenderían las condiciones, pero no señores pagamos por ello. Por eso mismo, habían decidido ajustar su presupuesto al extremo para poder recibir a su hijo en un ambiente tranquilo y con paz.

Pero, aunque ya contaba con la suma de dinero para cubrir lo del sanatorio, tenía lo justo y Gaby temía de que se fuera a complicarse el parto y la cantidad de dinero ahorrado no fuera a ser suficiente para cubrir los gastos; fue por ello, que su respuesta a los médicos de IGSS fue, me quedo.







Su esposo, Gustavo, sin saber la decisión que Gaby había tomado, invadida por el miedo y la preocupación, se disponía a entrar por ella y llevarla al sanatorio, ya que eso era lo planeado. Pero se topó con la realidad que Gaby había decidido firmar el consentimiento y quedarse para tener a Santi en el IGSS, algo de lo que a tan solo unas horas después estaba arrepentida. 

Siendo madre primeriza la peor de sus pesadillas inició. ¿Sabes con cuánto de dilatación la forzaron a tener a su hijo? Con tan solo a 2 le indujeron el parto. ¿Cómo es eso posible? Con una bata que le dieron en el hospital, manchada con sangre, la hicieron pasar toda su estancia en ese lugar, fueron 16 horas de labor de parto y por lo débil que estaba, luego de dar a luz, tuvo que permanecer una noche más, en total fueron dos noches con la ropa ensangrentada. 

Gaby comenta que aparte de romperle la fuente, le metieron una especie de bola dentro de su miembro, la cual inflan para “ayudarla a dilatar”. No había complicación médica del bebé, ni de ella para que forzaran a su cuerpo a dilatar de tal manera, ¿se imaginan el dolor de las contracciones durante tantas horas? Golpeaba los hierros de la cama con su mano, la que paró llena de moretones en sus nudillos y agrega que no sintió tal dolor en comparación a las contracciones que le provocaron y que estaba padeciendo a causa de un parto que no estaba listo para ser inducido.




Ella pedía una y otra vez que le dieran algo para el dolor, lo suplicaba, pero nadie respondía a sus lamentos; veía como tandas de señoras en labor de parto entraban y salían tan normales, con molestias obviamente, pero rápido y sin que eso fuera una pesadilla. Sin embargo, su cuerpo seguía sin dilatar lo suficiente. Luego de horas, por fin se dignaron a poner la bendita epidural, recuerda le dio una muy indeseable contracción en el momento que tenía la aguja dentro de ella. Pero lo logró superar, ella pedía una y otra vez que le realizaran cesárea, ya eran muchas horas y no había manera que su organismo dilatara para que Santi naciera, pero se lo negaron hasta el final.

Luego de las 16 horas, decidieron ingresarla al quirófano, pero no para realizarle una cesárea, sino para rasgar su vagina hasta dos centímetros de su ano, aparte el doctor se subió sobre su barriga y empujó la misma hasta que Santi salió por fin, pero ella se quedó allí desgarrada hasta el alma.

Y así rasgada hasta el alma, con la bata llena de sangre; junto a los malos e indeseables tratos de las enfermeras, que en repetidas ocasiones le dijeron que ella no quería a su hijo, porque Gaby a raíz del parto, anestesia y medicamento, con mucha dificultad podía sostenerlo en brazos. Con esta experiencia, se sumó a una de las muchas mujeres que cada día sufren del pésimo servicio y las deplorables condiciones del IGSS.

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