Los 23 ¿el peor año de mi vida? imagen

Todo lo que una taza de café en la mano y una charla con un desconocido puede hacerte pensar.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.



Hace un par de semanas, sentada en un café, me encantaría escribir que era un café de La Sexta, pero no fue así. Esperando a que fueran las 8:00 p. m.; acompañada de una taza de café, mi libro y la computadora, leía tratando de intercambiar tiempos y de poner atención a ambas lecturas (computadora y libro). Un desconocido de unos cincuenta y pico de años abordó la primera frase hacia mí “¡los jóvenes de ahora creen que pueden hacer hasta 10 cosas al mismo tiempo y darle la importancia que se debe a todo, pero no es así niña!”, me dijo. Quienes me conocen saben que en muchas ocasiones ante comentarios así me sulfuraría, comenzaría a hacer efervescencia como si combinaran gaseosas “oscuras” y medicamentos comprimidos efervescentes. ¿Ya se imaginaron cómo? Sí, soy un caos ante esos escenarios.

Pero por impresionante que les parezca, en esa ocasión no fue así. Respiré, acerqué mi taza de café (no se la tiré en el rostro, tranquilos), levanté mi mirada para poder verlo; estaba en un sillón a unos 2 metros de donde yo estaba, tomé un trago de mi café y tiernamente le sonreí con un poco de sarcasmo, pero sonreí.

Seguramente, mi disgusto en ese momento fue evidente, por ello el desconocido a los segundos insistió “no se enoje niña, a lo mejor me equivoco a lo mejor no”. En esa ocasión respondí pidiendo una explicación a su afirmación. A lo que él accedió cuando preguntó: “¿Qué edad tiene?, seguro entre 21 y 24 años, ¿verdad?”, tengo 23 respondí.

Y entre muchas cosas que siguió diciendo el desconocido de unos cincuenta y pico de años, que por cierto fue una de esas charlas que realmente te hacen pensar en la vida. Seguro sabes de cuales, todos hemos tenido al menos una de esas charlas.

Esa charla me ayudó a entender que cada fase de la vida tiene un año bisagra. Cuando somos más chavos, o sea, en la famosa adolescencia son los 15 y ahora en la juventud creo que pueden ser los 23 años.

Porque sí, no me dejarás mentir que siempre se habla de llegar a los 20 o los caprichosos 30, pero poco se habla de los años que están de por medio. Diez años son muchos y sí sin duda alguna son años claves, años de muchas batallas interiores, de autoconocimiento, aprendizaje, son años claves para definir la persona que eres en realidad.




El desconocido me dijo está viviendo sus quince de nuevo ¿cómo le va con eso? Para todo aquello la importancia en mis lecturas ya era nula. Tardé más de 2 segundos en responder, porque no sabía qué contestar; por lo que él continuó hablando, entre tanto me dejó claro varios puntos, al menos así lo interpreté, no recuerdo cómo y qué le respondía, pero para nada fue una charla incomoda, fue muy grata.

Después de tanto escuchado y un poco hablado, creo que la llegada de mis 23 ha traído consigo todas las libertades de los adultos y las inseguridades de mi adolescencia. Por otra parte, aparentemente soy demasiado chava para algunas cosas y lo suficientemente adulta para otras. Me siento como una piñata, trancazo por aquí, trancazo por allá.

Luego de la charla me dispuse a enlistar algunas posibles razones por las cuales en algún momento de mis 23 he sentido que podría ser el peor año de mi vida.

1. Mis amistades han cambiado.

Aunque sabía que sucedería no hay charla, canción o lectura que te preparen para estas desilusiones. Pero siempre les envío luz cuando los recuerdo.

2. No lo sé todo sobre el amor.

Aunque tengo una relación estable, vivo con mi pareja y realmente creo amarlo; sé que la vida tiene pendiente para mí una serie de eventos con muchas más lecciones de amor.

3. Hay noches en las que me gustaría estar con mi mami.

Aunque soy dichosa viviendo la vida que vivo, no te voy a negar que hay noches en las que he extrañado a mi madre. ¡Se vale!

4. Mi carrera y mi trabajo no están alineados del todo.

Ahora ya no me causa problema, pero a inicio de año fue un poco frustrante, ya que hay disparidad entre lo que estudio y trabajo. Lo que me llena de dicha día tras día y en ello he encontrado la paz para este punto.

5. Siento que no avanzo.

A veces se me olvida que cada quien impone su propio ritmo.

6. Algunas inseguridades persisten.

Ya no permitas que tu cuerpo sea prisionero de tus pensamientos.




Agradezco al desconocido de unos cincuenta y pico de años, quien al concluir con su café expresó algo así…


Siempre recuerde niña solo es un mal momento, no una mala vida.

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte