Catalina, es una joven de 24 años, que vive en una aldea del municipio de Santa Eulalia, que se encuentra a 10 horas de la ciudad.
Ella, únicamente conocía la cabecera departamental de Huehuetenango, que se encuentra a 4 horas de distancia, era lo más alejado que había ido de su casa.
En su aldea las cosas son diferentes a la ciudad: hay alrededor de 10 casas, una alejada de la otra.
No hay luz todo el tiempo, la tienda es el único lugar en donde se puede encontrar electricidad todo el día, cuando ellos ya no tienen carga en el celular lo llevan allí y por Q3 lo cargan durante 15 minutos.
Allá las estufas no son como las de aquí, la diferencia es que tienen un comal grande, que utilizan para calentar y lo mantienen con la leña encendida todo el tiempo, porque también les sirve para alumbrar.
En su aldea todos se conocen, desde los abuelos hasta los más pequeños.
Cuando alguien llega no pasa desapercibido, por la cantidad de personas y porque no es conocido en el lugar.
Un día un familiar le dijo a Catalina que tenía que ir a la ciudad de Guatemala, según ella estaba cercana a la cabecera departamental de Huehuetenango.
Ella tenía que hacer un trámite para su hermano, que había viajado a Estados Unidos, él le pidió que fuera al RENAP y a la embajada. Pero, no conocía dónde se ubicaban los lugares.
Llamó a una conocida que tiene en la capital, para anunciarle que llegaría, pero debido a que desconocía dónde estaban los lugares, le pidió que la ayudara a moverse en la ciudad.
Su conocida le dijo que estaba bien, pero que solo podía un día.
Ella salió muy temprano de su aldea, pues hasta los buses pasan cada cierto tiempo allí.
De su aldea a la cabecera departamental eran 4 horas de viaje. Y aún tendría que viajar por casi 6 horas para llegar a la capital.
Tomó el bus con su destino ya trazado, ella estaba nerviosa y ansiosa pues conocería algo nuevo.
Llegó a eso de las 10 de la noche a la ciudad, ingresó por la calzada Roosevelt y quedó impactada al ver la cantidad de carros que había a esa hora.
Bajó del bus y su conocida ya la esperaba en un taxi blanco, le dijo que tenía que viajar aún un poco más para poder llegar a su casa, ya que ella vive en la zona 1.
Catalina, una joven que nunca había conocido la ciudad, ahora estaba en ella, más asustada de lo que había imaginado.
Fueron a su casa y Catalina estaba tan cansada que llegó inmediatamente a dormir.
Al siguiente día, se levantó muy temprano para ir a hacer sus mandados, pero lo que no sabía era que la ciudad es muy grande en comparación a donde ella vive.
Catalina fue acompañada por su conocida y realizó sus trámites. Le pagó Q500 por el favor de acompañarla y dejarla dormir en su casa.
El primer transporte que utilizó para ir de un lugar a otro fue un bus rojo, ella estaba asustada porque tenía que ir a la parada y había mucha gente.
Se trasladaron en varios buses hasta llegar a culminar sus mandados.
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Catalina tenía que regresar a su casa y únicamente estuvo en la ciudad un día, subió a la camioneta de regreso, pero sin querer volver a su casa, pues le había gustado la capital.
Regresó, sin embargo, pensaba en salir de su casa y vivir en la ciudad, pero le daba miedo que sus papás le pegaran y ya no lo hizo.
A sus amigos les contó cómo era la ciudad, pues al igual que ella muchos ni siquiera la conocen.
Para muchas personas del interior, venir a la ciudad es un lujo que no todos se dan y aunque es un mismo país, para ellos la realidad es otra.
TRADICIONES DE GUATEMALA
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