José y sus 24 horas de servicio imagen

Existen muchos trabajos, uno de ellos es ser policía privado, en el cual se sacrifica familia y salud, todo por mantener la seguridad de un lugar.

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Los vemos cuidando las entradas, propiedad privada y sobre todo protegiendo la vida de las personas. Cuando entramos a un establecimiento o, en este caso un condominio, podemos observar que en el ingreso del lugar hay seres humanos, que realizan su trabajo, pero muchas veces nuestra “burbuja” o prepotencia nos hace ver que solo son personas que están allí para desvelarse, abrir la puerta de ingreso y estar paradas. 

Un buenos días, buenas tardes o buenas noches, puede ser agradable para hacer valer su trabajo. Al siguiente personaje, le pondremos de nombre “José”, tiene 32 años y es padre de familia, lleva trabajando en el tema de seguridad privada, alrededor de 8 años. Todas las semanas se levanta para ir a trabajar, con una remuneración abajo del sueldo mínimo, se sube a su bicicleta y maneja desde Mixco hacia un condominio cerca del sector. Empieza su jornada laboral de turnos de 24 horas entre semana y 48 horas los fines de semana, esperando hacer siempre su mejor esfuerzo ¡proteger la vida de los habitantes de los condominios! 




“Es un trabajo muy cansado, pero es lo que da de comer a mi familia”, “muchas veces estamos muy cansados y no querremos saber de nada, pero es nuestro deber proteger la vida de las personas que viven aquí”. El desvelo, frío, calor, etcétera, no es un impedimento para que José cumpla sus  obligaciones. “Hay personas que son muy amables y nos regalan un plato de comida, también otras como los visitantes que se enojan porque ejecutamos un protocolo de seguridad antes de dejarlos ingresar”, expresa.  

“Es frustrante ver como existen personas que se molestan, piensan que es solo de abrir portones, lo que no saben es que es una gran responsabilidad cuidar a las personas que viven aquí, incluso a los que nos visitan”. Sin duda, hay empleos que son más sacrificados que otros, pero jamás hay que verlos de menos, todo trabajo es digno y necesario en una sociedad. Es vital enseñar a las personas a tener empatía y respeto hacia los demás para el desarrollo social. 

“Mi mayor satisfacción es ver a los residentes de los condominos felices y seguros que están protegidos, eso significa que estoy haciendo bien mi trabajo”, relata José. Al finalizar cada turno, se ducha, desayuna y toma su bicicleta para poder regresar a casa y disfrutar un poco de su familia, hasta que nuevamente vuelve a sus labores. 







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