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Adrián es asiduo visitante de las llamadas “Casas de afecto y comprensión” y Playboy en zona 13, fue una parada obligatoria en alguna oportunidad. Este treintañero, casado y con dos hijos, visita estos sitios de servicios sexuales con una frecuencia digna de un reloj suizo, cada viernes.

“Si abren una nueva voy a conocerla y a ver qué tipo de chavas hay”. Su hobby, como a él le gusta llamarle, tiene hasta un rubro en el presupuesto familiar, “escondido de mi esposa, claro”.

Se fue PlayBoy

Algunos de los vecinos recuerdan las noches de insomnio, el congestionamiento vehicular y falta de parqueos que el ajetreado movimiento de la casa cerrada ocasionaba al vecindario. Playboy se ha ido y los problemas que los visitantes ocasionaban a los residentes de la 15 avenida de la zona 13, también.

Aracely, vecina de la 15 avenida, recuerda que el lugar parecía muy discreto al principio. Sin embargo, con el correr del tiempo la afluencia de vehículos, los escándalos y la presencia constante de desconocidos en el sector, dejó claro el giro del negocio.

“Era un prostíbulo y llegaba mucha gente”, recuerda. Entre ellos Adrián, que llegó a pagar hasta Q900 por ser atendido.




Sin embargo, las atenciones a clientes como Adrián venían con un precio más alto para las mujeres, que se desempeñaban como sexoservidoras en la vivienda. De acuerdo con las investigaciones del Ministerio Público (MP), las señoritas no recibían ni la mitad de las ganancias, además eran violentadas por los administradores y dueños del establecimiento.

Las señoritas de Playboy zona 13, no son las únicas. El informe de 2016 sobre Trata de Personas con fines de explotación sexual en Guatemala de UNICEF, da cuenta que al menos 48 mil 600 viven en estas condiciones.

Playboy se valía

La cultura chapina no es ajena a la existencia de prostíbulos. En todas las zonas, colonias y pueblos de nuestro país las hay, y en ellas mujeres que ofrecen lo que las esposas no cumplen.

“Sexo oral con mi esposa, no, con esa boca besa a mis hijos”, asegura Adrián. Sin embargo, en lugares como Playboy sí se vale”, afirma.

Algunos se disfrazan como servicios de masaje y sauna, pero en el fondo el negocio es el mismo, SEXO.

Para Adrián, el cierre de Playboy es como cualquier noticia. “Ni me preocupa, la verdad es que abrirán lugares nuevos y espero ir a conocerlos”.  

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