En el jardín de las delicias: aventuras en las relaciones abiertas imagen

De alguna forma, todos hemos tenido conversaciones o visto películas (no necesariamente porno) en las que algunas de estas relaciones se manifiestan.

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Hay alternativas al sexo extramarital, que además tienen el valor agregado de estrechar los horizontes íntimos de la vida en pareja. Aunque los resultados pueden variar, conozca más sobre los tríos, las relaciones abiertas y los swingers en este relato con algunos guatemaltecos.

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Para quienes hemos visto la serie House of Cards el escenario es natural: Claire Underwood y su esposo Frank tienen un matrimonio abierto. Sus aventuras sexuales y/o emocionales las han compartido juntos, con terceros, o cada quien por su lado. Existe mínima secretividad en sus actividades. “Son pocas las personas con las que podemos ser nosotros mismos”, le recuerda Claire, la primera dama, al presidente ficticio de Estados Unidos.

El espectro de posibilidades en torno a las relaciones abiertas, el intercambio de parejas (también llamado swinging o swinger) y los tríos incluye múltiples matices. Basta con googlear “cornudos y hotwives” o “fantasías swinger” para darnos una idea de los intereses sexuales en los que las restricciones se levantan y dejan la puerta abierta a nuevas experiencias para la vida en pareja no tradicional.

El libro Pasen y vean, los secretos del intercambio de parejas, los tríos y otros juegos en grupo (Sonsoles Fuentes y Laura Carrión) documenta los antecedentes históricos de estas prácticas:

“En 1971, los investigadores de la conducta sexual humana William H. Masters y Virginia E. Johnson reunieron a un grupo de hombres y mujeres que practicaban intercambio en la ciudad de Chicago. Durante las charlas que mantuvieron con ellos pudieron observar que existían ciertos puntos en común:

• Se sienten especiales por elegir un modelo de relación que se aparta de los convencionalismos.

• Algunos consiguen eliminar los celos, la sensación de amenaza, al ser algo que hacen juntos, a diferencia de las relaciones extramatrimoniales, que se mantienen por separado. Se controla lo que hace el otro.

• No todos los que practican el sexo en grupo se ciñen a las normas del swinging típico, sino que prefieren que existan otros lazos emocionales con las personas que participan en la interacción sexual, que no sean simples encuentros casuales.

• Hay una sensación recíproca en los miembros de la pareja. Cada uno se preocupa por que el otro se sienta cómodo”.




De alguna forma, todos hemos tenido conversaciones o visto películas (no necesariamente porno) en las que algunas de estas relaciones se manifiestan. El poeta y escritor Neil Gaiman y la cantautora Amanda Palmer, por ejemplo, tienen un matrimonio abierto. Cristine, una guatemalteca casada y madre, comparte su Relato.

¿Cómo abordaste con tu esposo la posibilidad de hacer un intercambio de parejas o un trío?

– Desde que éramos novios él sabía de algunas experiencias mías con mujeres y esto siempre fue una fuente de fantasía para los dos. Luego, con una amiga muy cercana comenzamos el jugueteo ella y yo, y eso abrió la puerta al tema de un trío.

¿Qué miedos o inseguridades sobrepasaron antes de tomar la decisión?

– Pues siempre he sido de la idea de que para algo así tenés que tener un matrimonio estable, pero aun estando bastante bien siempre hay miedos, como “¿y si le gusta ella más?” o “¿en qué nivel estamos afectando o beneficiando nuestro matrimonio?”.

¿Podrías describir cómo fue tu experiencia en el club de swingers?

– Fue muy buena, la verdad, aunque no hemos dado el paso más grande. Hemos ido a un par de reuniones públicas y el ambiente ha sido muy bueno, muy cómodo y (sobre todo) muy atractivo.

¿Te considerás bicuriosa?

– Sí, solo que no hablo de eso con nadie. Quien lo sabe es porque me ha visto o porque hubo algo [con ellas]…




¿La experiencia del trío los acercó como pareja?

– Definitivamente.

¿Qué fantasía(s) cumplieron o les hizo falta cumplir?

– Cumplimos la fantasía de utilizar a una persona como objeto sexual, jajajá. ¡Qué enfermo suena eso! Faltó obviamente animarnos a un encuentro swinger.

¿Recomendarías este estilo de vida a otras parejas?

– ¡Por supuesto! Pero con una sola regla, muy importante a mi parecer: si hay problemas en la pareja o celos incontrolables, no lo intenten.

Para quienes en Guatemala deseen cumplir sus fantasías, pueden abocarse (por su cuenta y riesgo) a los clasificados online que promocionan los intercambios, cuentas “cachondas” de Twitter o Facebook… o bien, explorar alguno de los otros puntos de encuentro swinger: uno en la zona 1, por ejemplo, en donde la mayor parte del tiempo es en realidad un sauna gay. Para quienes desean meter poco a poco sus pies en el agua, otra opción es explorar redes sociales como Fetlife, en la que también podrán conectarse con usuarios de todo el mundo.  

Donde los varones son secundarios

No siempre son los hombres quienes juegan el rol de productores de los juegos grupales. Tal y como Fuentes y Carrión describen, ha habido épocas en las que los varones no fueron actores siquiera en el teatro erótico.

“Los actos sexuales entre mujeres se practican desde la más remota antigüedad. Durante la prehistoria, cuando todavía estaba vigente la sociedad matriarcal, las mujeres se unían para pedir a la Diosa Madre que lloviera, que las protegiera de las enfermedades o que les diera buenas cosechas. Y lo hacían con rituales sagrados que incluían prácticas sexuales en las que podían usar desde las manos hasta esculturas fálicas (dildos), como lo confirman numerosos hallazgos arqueológicos.




De hecho, el término ‘orgía’ ha llegado a nuestros días con un uso incorrecto, puesto que en la época antigua definía los actos sexuales que practicaban mujeres sin varones. La masturbación femenina era considerada un acto sagrado que se hacían a sí mismas o entre compañeras. Cuando las mujeres perdieron poder, la sociedad patriarcal reprimió la sexualidad de las féminas, rompió aquellos vínculos que las mantenían unidas y que se fortalecían en los contactos orgiásticos, y obligó a las sacerdotisas a mantenerse castas y puras”.

Desconocidos o amigos

Harry disfruta el sexo grupal. Aunque ha tenido varias relaciones románticas heterosexuales, en cuanto a su orientación sexual (y sus respectivas actividades), trata de no limitarse. Aclara también que comparte la postura del sexólogo, autor y podcaster Dan Savage: no todas las personas bisexuales necesitan estar en una relación abierta. A continuación, transcribo algunas de las anécdotas de Harry.




“Querían la fantasía de un gangbang (más de dos hombres teniendo sexo con una mujer). Un chavo al que conocía me invitó a participar. Fuimos a la casa del anfitrión, quien nos presentó a una pareja joven. La mujer estaba vestida de porrista. Nos dio algunos bailes sensuales, nos dijeron que las únicas reglas involucrarían no besarla y nada de sexo anal. Al principio el novio solo nos tomaba fotos y video mientras interactuábamos con ella. Luego se desnudó y convirtió el trío en un cuarteto o gangbang. Fue súper intenso. No los volví a ver, excepto al anfitrión”.

“Poco tiempo después coincidí con el anfitrión, casi como por arte de magia. Su fantasía era ver a su esposa con otro hombre. Nos reunimos en un bar del Pasaje Aycinena, donde –luego de comprobar que había química– ella y yo nos empezamos a besar y a tomar de la mano frente a él. Al rato nos trasladamos a la misma casa del gangbang. La petición especial: que le acabara en la boca a su esposa”.

“Otras parejas con las que juego de vez en cuando han querido cumplir la fantasía de que yo le dé sexo oral a él frente a ella. Además de lo placentero y tabú de la experiencia, también he disfrutado otro tipo de aspectos de las dinámicas en los tríos: como cuando los dos hombres y la mujer nos penetramos, tomando turnos. Ella nos penetra con juguetes, por cierto: consoladores, strap-ons (un arnés con un dildo que las mujeres se colocan como si fuera ropa interior) y vibradores. También está el sexting, intercambiar nuestras fotos y videos. Es muy excitante. Por supuesto, la cantidad y frecuencia de comunicación con cada pareja varía. A ratos puede ser monótono y predecible, al punto que me olvido de que existen”.

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