El Cambray, 2 años de la tragedia y la tristeza sigue en los corazones imagen

El 1 de octubre de 2015, quedó grabado en muchos corazones de guatemaltecos, al enterarse del alud que consumió una comunidad y dejó cientos de muertos.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Era un jueves por la noche, cuando varias familias ya se encontraban en sus casas, muchos estaban cenando, otros dormidos y había algunos que aún iban de camino a sus casas, quienes cuando llegaron solo encontraron tierra.

Al recordar lo que pasó en El Cambray, rápido se me llenan los ojos de lágrimas, pues ver lo que había pasado, sin duda causó un gran dolor en muchas personas.

En los últimos días de septiembre de 2015, las lluvias eran constantes, sin embargo la del 1 de octubre fue fatal.

Eran alrededor de las 10 de la noche, cuando un ruido fuerte se escuchó y la tierra empezó a temblar, las luces se apagaron, y una gran cantidad de tierra empezó a consumir todo a su paso. Las ventanas se quebraron, los muebles quedaron bajo tierra, las paredes caían como piezas de dominó, y todo se volvió una nube de polvo, sin imaginar que un alud estaba arrasando con una comunidad.

Era justo el Día del Niño y en una iglesia Cristiana que estaba en el lugar, lo estaban celebrando, pero de pronto una cantidad enorme de tierra la aplastó como si fuera una caja de cartón con todos adentro, niños, ancianos, mujeres y todos los que habían llegado a darle gracias a Dios por sus hijos quedaron soterrados.

Esa noche, las ambulancias pasaban y pasaban, hacían lo que podían. Los bomberos voluntarios y municipales se unieron para ayudar a las personas, el acceso al lugar era limitado y no se podía buscar un camino que simplemente ya no existía.

Las pocas personas que sobrevivieron gritaban para encontrar a sus familiares, para poder desenterrar a sus hijos, gritaban por una esperanza que se consumía cada segundo que pasaba.



Foto José Castro

Una madre que no se encontraba en el momento de la tragedia, lo primero que hizo al llegar a su casa, pero que ya se encontraba bajo tierra, pedía desesperada a gritos que la ayudaran a buscar a su bebé de 4 meses de nacido, pero fue imposible la búsqueda por la cantidad de tierra que estaba sobre su vivienda.

Muchas familias perdieron todas sus esperanzas esa noche, no solo sus casas, sino a sus seres amados.



Foto José Castro

Un hombre, quien se encontraba trabajando, en el momento de la tragedia y que al enterarse de la noticia corrió a buscar a su familia, cuando llegó le dieron un golpe en el corazón, anunciándole que todos estaban soterrados. Él buscó con todas sus fuerzas a su familia, pero al no encontrarlos estuvo a punto de quitarse la vida, pues el dolor que sentía era inmenso.

El viernes por la mañana, después de largas horas de búsqueda, la maquinaria ingresó al lugar, para poder quitar la tierra de las casas, pero el peso de estas ponía en riesgo las que aún quedaban en pie.

Los voluntarios empezaron a llegar ese viernes a tratar de ayudar a las personas que habían perdido todo, llevaron palas, palos, escobas y todo con lo que pudieran colaborar para retirar la tierra. Se organizaron para recaudar víveres, ropa y todo lo que se pudiera, hasta cajas fúnebres por la cantidad de fallecidos que habían.

Aún ese día lograron rescatar a personas con vida, pocas, pero la esperanza existía.

El sábado por la tarde llegué, tenía que informar lo que estaba pasando, quedé paralizada porque simplemente era una gran montaña de tierra y casas ya no existían.

El olor fétido ya se sentía. Con mi compañero empezamos a caminar a donde se estaba desarrollando la búsqueda de personas, al ir caminando por el lugar, los sentimientos empezaron a ser estragos en mí. A cada paso que daba imaginaba a una familia soterrada bajos mis pies, trataba de ir lo más callada posible, pues esperaba que si alguien gritaba yo lo pudiera ayudar, pero ese grito nunca se escuchó.

Llegamos a donde estaban las máquinas escavando y justo era una casa, donde estaban buscando los cuerpos de 12 personas, pero únicamente encontraron a uno, era el cuerpo de un niño de aproximadamente 12 años, que en la forma en cómo quedó su cuerpo, era evidente que el menor trató de protegerse, pero murió ahí.

La emisión del noticiero empezó y tal vez habría pasado algunos minutos de iniciar, cuando los rescatistas empezaron a gritar que habían encontrado algo, era el cuerpo de un bebé de casi 3 meses. En ese momento las lágrimas empezaron a caer de mi rostro, de ver cómo uno de los bomberos agarraba al pequeño y lo envolvía con el suéter que él traía puesto.

Salimos del lugar y me subí al carro con dirección a mi casa, al llegar y ver a mi mamá solo pude agradecer a Dios por tenerla allí conmigo. Empecé a llorar por la tristeza de pensar en todas esas familias que habían muerto, que los sobrevivientes ya no volverían a estar con sus seres queridos.

Me cambié de ropa y cuando me la quité el olor a muerte que traía en mi uniforme de trabajo era evidente, impregnado de tristeza y sobre todo dolor.

El 5 de octubre fue de las fechas más tristes, pues ya iban 152 personas fallecidas y ese día se declaró el lugar inhabitable.

El Gobierno prometió que entregarían 200 casas a los afectados del alud, esa promesa se hizo desde el 2015, pero hasta 2 años después del desastre, podrán ser entregadas.

Muchas de las personas tuvieron que empezar de nuevo, muchas de ellas sin casas, familia y sin ganas de hacerlo, pero superar el dolor no ha sido fácil, poco a poco ha ido disminuyendo la tristeza.

El Cambray para muchos ahora solo es un recuerdo de un mal momento para Guatemala, para otros fue la peor situación de sus vidas.

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