El crimen de Viteri y el tráfico de vida silvestre imagen

Giovanni Aldana para Mi gente informa El viernes 19 de febrero un violento crimen conmovió no sólo a la comunidad…

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Giovanni Aldana para Mi gente informa

El viernes 19 de febrero un violento crimen conmovió no sólo a la comunidad de Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, sino al país entero. Ese día se encontró el cadáver del empresario Pedro Viteri Arriola, de 60 años de edad, en la finca La Gracia.

Según el reporte de la Policía Nacional Civil (PNC), Viteri falleció por heridas de arma de fuego. El cuerpo fue identificado por su esposa.

Una de las primeras hipótesis que manejaron las autoridades es que Viteri Arriola fue víctima de un grupo de personas dedicadas al tráfico de vida silvestre, específicamente loros nuca amarilla, una especie nativa del área y que se encuentra en peligro de extinción.

Viteri, era reconocido en diversos círculos como un protector de estas aves pues estaba consciente de la importancia de preservar esta especie, única en nuestro país. Su dedicación al ambiente le habría acarreado problemas con pobladores que se dedican a vender especies protegidas.

Allanamientos de la PNC y MP entregan indicios

El Ministerio Público (MP) y la PNC realizaron nueve allanamientos como parte de la investigación del crimen de Viteri Arriola. Estos se realizaron en la aldea Tierra Linda y en la finca La Ceiba.

Las autoridades encontraron pichones de loro nuca amarilla enjaulados en condiciones precarias, así como varias armas de fuego, las cuales serán sometidas a diversos análisis para determinar si se usaron para cometer el crimen del empresario.

El hallazgo de las aves hizo que la hipótesis de que el crimen fuera cometido por traficantes de vida silvestre, cobrara fuerza. El loro nuca amarilla es una especie en peligro de extinción que habita gran parte del área de la costa sur. Ejemplares de esta ave pueden cotizarse en cientos o miles de quetzales, por lo que varias personas se dedican a darles caza y venderlos de forma clandestina.

Entidades como el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap) lamentaron la muerte de Viteri, a quien recordaron como un conservacionista de la vida silvestre. En un comunicado, recordaron que el empresario era parte del proyecto Colores, cuyo fin es velar por la conservación y la protección de los loros nuca amarilla, dentro de reservas privadas. Una de ellas está ubicada en la finca de su propiedad.

El crimen sacó a la luz el tema del tráfico de animales en nuestro país. Para entenderlo un poco, detallaremos la situación en la que se encuentran estas especies de aves.

Loro nuca amarilla en peligro de extinción.

El loro nuca amarilla (Amazona Auropalliata) y el loro cabeza amarilla (Amazona Oratrix) son dos especies endémicas de la región mesoamericana que, en nuestro país, se distribuye en la planicie costera del Pacífico. Esta es un área en la que quedan muy pocas reservas naturales debido a la explotación agroindustrial intensiva.

Hasta 2019 existían apenas unos 500 individuos de esta especie, según un estudio sobre el tráfico de estas especies, publicado en el sitio web de la organización Arcas. Por ser un ave sumamente inteligente, capaz de imitar el sonido de la voz humana, es objeto de caza y tráfico para venderlas como mascotas, no sólo en nuestro país sino en el extranjero.

Esta práctica ilegal, pues la especie está clasificada como en peligro de extinción, hace que los traficantes utilizan cualquier método, incluyendo la violencia, para obtenerlos. Su caza desmedida provocó que la población de loros se redujera de 30 mil a 50 mil aves durante las décadas de los ochenta y noventa.

Al haber apenas 500 aves de forma silvestre, durante la época de anidación nacen aproximadamente 236 pichones, de los cuales muchos van a parar a manos de los traficantes. Esta especie es muy difícil de reproducir en cautiverio.

El caso del loro cabeza amarilla es más crítico pues apenas menos de 100 aves existen de forma silvestre. Está incluida en el listado rojo de especies de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Según el estudio de Arcas, existen muy pocos decomisos o acciones encaminadas a frenar el tráfico de estas especies.

El crimen de Viteri ocurrió en la época de anidamiento de los loros, por lo que se presume que los cazadores ingresaron de forma ilegal a su finca para robarse los pichones.

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