Si decís: “suicidio es cobardía”, no sabés de qué hablás imagen

El suicidio, frustrado o no, es un tema muy complejo como para emitir un juicio de valor a partir del resultado.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

No hace muchos días nos enteramos de que una joven manejó desde Antigua Guatemala hasta el puente que está en San Cristóbal, entre Mixco y la ciudad. Después detuvo su auto, se acercó a la barda y saltó al vacío. Luego nos enteramos de su nombre y de que aparentemente padecía una depresión severa.

Ahora bien, Guatemala no tiene estadísticas que alumbren los motivos y tasas de incidencia para suicidarse o intentar hacerlo. Sin embargo, el sicólogo Werner Argueta nos relata desde su experiencia –y los casos que ha tratado–, qué hay de cierto en lo que la gente cree.

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Lo primero que debes hacer, de una vez por todas, es desembarazarte de la idea de que el suicidio es cobardía. Y es así porque no sos un experto, porque si fueras sicólogo no te expresarías de esa forma. Si lo pensás bien, el razonamiento no es complejo. Simplemente no deberíamos evaluar estas cosas porque no nos corresponde. Dejar de existir como medio para salir de una situación es el resultado de muchas cavilaciones. El suicidio por impulso es muy bajo, eso lo explica Werner Argueta a continuación.

“Por lo general, si hablamos de este tema hablamos de depresión. También hablamos de que la tendencia es que sean más mujeres que hombres las que la padecen. Aunque, por lo general, el suicidio lo realizan más los hombres. Es mucho más efectivo en ellos. Las mujeres, por alguna razón, no llegan a suicidarse.

Es decir, se da un intento fallido, pero en los hombres es más certero. Hablar de una prevalencia es complicado porque yo no he hecho un estudio, pero sí hablamos de que es una característica frecuente. Hay especialistas que se dedican al suicidio en específico y que trabajan con protocolos para atender a personas en riesgo de suicidio.

Yo he tenido la experiencia de que llaman a la clínica personas que no conocemos, que no son pacientes, pero solicitan ayuda porque están pensando atentar contra su vida. Seguimos un protocolo o una intervención, incluso por teléfono, porque la gente está llamando por esa razón.

El suicidio frustrado es más frecuente en mujeres, pero resulta que el hombre es más certero para hacerlo: los métodos a veces son mucho más violentos, por decir algo. Es una de las diferencias importantes. Ahora, sí hay prevalencia en mujeres, porque la depresión las ataca más a ellas.

En mi experiencia profesional, lo que más he visto es el intento de suicidio por consumo de sustancias; luego, el cortarse las venas –una vez más, según mi experiencia, estos no son datos específicos– y posteriormente las violentas: usar un arma de fuego o saltar de un puente, la mayoría de veces son métodos que las personas ven como más sencillos, por una parte y, por otra, algunos métodos que no necesiten o requieran tanto dolor.

Cobarde

Esa es una apreciación común. Existen muchos moralismos  y opiniones respecto del suicidio. Es decir, hay muchas instituciones sociales que abordan estos temas expresando su descontento. No digo que esté de acuerdo o a favor del suicidio, pero contemplarlo así tiende a ser polarizado e inhumano. El suicidio requiere muchísima valentía. Es erróneo llamar a un suicida cobarde, requiere mucho valor llegar a ese proceso. Es ilógico a nivel conceptual.

No es una cuestión de valentía o no, un suicida, por lo general y es importante decirlo, lo ha pensado durante un periodo largo. El suicidio impulsivo es poco frecuente, no cualquier persona lo hace. Hay gente que está pasando la peor desgracia y nunca pasará por su mente la idea de quitarse la vida. Sin embargo, hay personas que tienen ese rasgo, esa tendencia a pensar en dejar de existir como medio para salir de la situación compleja que viven.

Por otro lado está el fraguar el suicidio. Son personas que lo piensan por un período prolongado, aquellas personas a quienes algo les sucede y desencadenan esa reacción fuerte. No es tan frecuente, mas sin embargo se da.

Tememos que entender que un suicida no está bien. Regresando al principio del Relato, muchas veces no es cuestión solo de voluntad. Es que la persona ve que no puede salir de la situación que está atravesando. Por eso regreso al tema de la depresión debido a su implicación. Ahí sucede una “visión de túnel”. Es decir, ves un punto fijo de la situación y es como ver a través de un cono, solo ves una salida, no más. No existe alrededor ninguna posibilidad de resolver los problemas. No porque no existan, sino porque no las podés ver. No tenés la capacidad de considerar otras opciones particulares.

Lo peor que le puede pasar a un humano es quedarse sin opciones. Siempre tenemos la posibilidad de considerar opciones a la situación que nos aqueja; un suicida no está viendo más allá. Hay que aclarar además que no todas las personas con una depresión clínica se suicidan y no todas las personas con una depresión están pensando en suicidarse. Eso es muy importante.

Si hablamos de una persona con una depresión, es una persona con una alteración emocional, sicológica y química que funciona dentro de su cerebro, que impide que trabaje de una forma adecuada. Es decir, no es, “Ay, qué aburrido vivir. ¡Me voy a quitar la vida!”. No, es de decir no puedo ver más allá.

Los peligros del suicidio frustrado

Un suicidio frustrado es peligroso. ¿Por qué razón? Por nuestro contexto. Tengo uno cercano. Una persona latina vivió un intento de suicidio en Estados Unidos. Lo vivió a los 17 años. Allá existe una serie de protocolos dentro de sus instituciones médicas para atender este tipo de casos. Pero la cultura [latina] es tan compleja, que lo llevaron al hospital inconsciente. Lo restablecen y cuando se le aconseja a la familia seguir todos los protocolos, la gente dice que no y se lo llevan.

Este tipo de situaciones es complicada, porque la persona que lo ha intentado y no lo logra llega a cierta epifanía y se da cuenta de la vida y lo demás. O, en el común de los casos, llegó a ese punto porque se encuentra muy mal y ahora está peor. Generalmente, a esa persona no se le da un seguimiento.

Esta persona, no porque intentó suicidarse y no lo logró va estar bien al día siguiente. No. Va seguir igual de mal, con el adicional de que obviamente es una persona que está mal sicológica y emocionalmente y aparte ha fracasado en la única opción que tenía para salir. El cuadro se podría agravar. La mayoría de las veces hablamos de un “podría”, porque no podemos hablar de que está en escrito en piedra. En mi experiencia se agrava”.

Suicidio en cifras

800 mil casos de suicidios al año en el mundo reporta la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Es la segunda causa de muerte en entre los 15 y los 29 años.

“No es una cosa pequeña, y si hablamos de la depresión, la OMS dice que 350 millones de personas la padecen en el mundo. La vergüenza que vive la persona que no quiere hablar de eso porque va a ser juzgada es alta, más el hecho de que en nuestros países los sistemas de salud son precarios y no atienden esos casos. Es decir, ni siquiera tenemos estadísticas reales”.

Si tengo un amigo…

La gente no tiene idea de cómo reaccionar y a veces puede ser con conmiseración exagerada, pero no hace nada. Ni positivo, ni negativo. Depende mucho de las características de cada individuo. Si te preocupa porque es tu amiga y está cerca de ti, lo importante es buscar los apoyos necesarios con profesionales.

En lo individual podemos ayudar con una excelente voluntad, pero no tenemos las herramientas necesarias. Si de pronto tenemos una palabra acertada en algún instante es excelente, pero no estamos capacitados para hacerlo. Además, no es nuestra responsabilidad. No es nuestra obligación. Es decir, “no tengo por qué cargar los procesos sicológicos y emocionales de un tercero solo porque es mi amigo, pareja, porque es mi hijo o mamá. No tengo por qué. Además, no voy a tener las herramientas adecuadas”.

Lo que sucede es que mucho de lo que vos vas a decir para ayudar, va específicamente desde tu configuración personal. Es decir, “yo creo que como a mí me gustaría que a mí me trataran sería que me tuvieran muchísima conmiseración, entonces la doy”, por ejemplo. Pero, ¿qué pasa si a este otro individuo eso no le ayuda? ¿O, qué pasa si lo que va sentir es una vergüenza terrible, que además se siente marcado porque lo tratan con conmiseración? Eso va a ser terrible. Otro va decir, “a mí lo que me gusta es que me sacudan y que me traten con enfoque militar”. ¿Y si ese otro individuo está lastimado y necesita amor y compasión para salir de ahí? Eso no va ayudar en nada.

¿Qué sucede entonces? La idea es sencilla. Tenemos que apoyarnos en personas que tienen preparación para atender estos casos. La mejor manera es esa, aunque el apoyo sicológico a las personas cada vez se abre más camino dentro de la sociedad, no está posicionado. La gente no quiere atenderse, piensa que eso es, de alguna forma, un lujo, o “no voy al sicólogo porque no estoy loco”. Quieren resolverlo de miles de maneras [no necesariamente efectivas].

Entonces, cuando el amigo se pregunta “¿qué hago?” sería eso. “¿Pero entonces no lo llevo a la iglesia para que oren por él?”. No, no es eso. Pero lo cierto es que no tienen las herramientas adecuadas. Es decir, no arremeto contra eso, apoya un montón, si lo puedes hacer, excelente, y si es parte de su creencia pues ayuda, pero no solamente busques ese camino, hay otros que pueden apoyar en ese proceso.

Esa figura estoica del que aguanta el sufrimiento porque sí y lo lleva y sale de ahí sin herramientas y sin ningún tipo de apoyo es de evaluar. Tenemos que entender que hay que cambiar el paradigma ese de “no tiene que ir al sicólogo”. Al contrario, es “mereces ser atendido”. Es lo importante, cambiar paradigmas. No es necesidad, es merecimiento. Merezco estar bien y ser acompañado de una forma objetiva y profesional. Tenemos camino por recorrer. Hay que cambiar la mentalidad, y para hacerlo hay que educar. Luego llega a más personas, hablan sobre ello y genera polémica y eso es importante. Hay que abrir brecha.

Una llamada de atención

Hay otro escenario: “Si hubiera querido suicidarse lo hubiera hecho bien”. Pero, meditando, es bastante común esa idea por desinformación. Acabo de tener el caso de una persona de 14 años que vino con uno de sus padres, quien además es profesional en el área de la salud. Viene y dice: “Hemos tenido ciertos problemas y hace unos días ‘dice que se intentó suicidar’ (haciendo el gesto de comillas), pero solo se cortó el brazo. Obviamente no se estaba suicidando”…

Y yo digo: “Usted es profesional, sabe que tengo que anotar aquí ‘intento de suicidio’, no puedo anotar entre comillas ‘se intentó suicidar’. Aunque sea algo muy por encimita, implica una agresión personal contra sí mismo”. El que perpetre o no un intento de suicidio no lo podemos reducir a una llamada de atención, porque aun así, el problema es que malinterpretamos ese término específico. No lo entendemos.

En realidad, estamos hablando de una llamada de atención porque algo grave pasa, lo que hacemos es que nos desensibilizamos frente al término, como si fuera cualquier cosa, como si solo es drama y, además, momentáneo. Y eso es un error, sí es una llamada de atención, hay algo que pasa y que la persona no puede verbalizar. Atiendo una cantidad de adolescentes que llaman desesperados porque algo les pasa y dicen que no pueden hablarlo con los padres porque no lo quieren ayudar.

La gente debe entender que el que sí se mató, al que le llevamos las flores a la tumba, fue una llamada de atención pero terminó en una muerte específica… hasta el que se tomó un bote de aspirinas, que los hay.

No podés reducir o minimizar el impacto únicamente en los resultados. No es lo que determina la situación. Es la voluntad de hacerlo. Eso dice que hay un problema específico, que tal si esta persona que tomó estas aspirantes lo hizo solo por desconocimiento pero la intención es más fuerte, incluso, que el que lo perpetró. ¿Qué sabemos nosotros si la diferencia entre estas dos personas es que la otra no tiene experiencia y conocimiento para entender que lo que necesitaba era otro medicamento? Pero la gravedad de su sentimiento, si lo es, no la sabemos nosotros. No lo evaluemos por el resultado, sino por la intención.

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