No le mientas al poligrafista imagen

Él es poligrafista desde hace 8 años. Ahora, más de 5 mil evaluaciones después, explica cómo se saca la verdad y cómo funciona ese aparato al que la gente teme.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

En este Relato participa un poligrafista que en 40 minutos develó mitos, rarezas y curiosidades en torno a su trabajo: desde evaluados que se traicionan a sí mismos al ver el polígrafo hasta gente a la que el cinismo perjudica. Lo cierto es que un examen con el polígrafo no es como en la tele… es una herramienta para conducir una investigación.

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“Lo primero que hay que saber es que el resultado de un polígrafo aclara una incertidumbre sobre algo que se quiere saber, con base en preguntas bien redactadas, llamadas ‘relevantes’. Es 88% confiable, pero recordemos que pruebas perfectas no existen. Tal vez en Marte sí [bromea]”.

¿Cuáles son los pasos para realizar la prueba?

“Primero debo construir una conversación para romper el hielo. Hablamos acerca de lo que él [o ella] conoce sobre el polígrafo, si ha leído o visto algo. Siempre hay alguien que aconseja acerca de qué decir o hacer.

Para empezar, quien aconsejó no está en el lugar para realizarse la prueba. Es una de las cosas que les digo. Luego los condiciono a responder lo que yo quiero, los conduzco para realizar una prueba adecuada. Les digo que es una entrevista, no un interrogatorio. Hago ver que el polígrafo es como cualquier máquina y que el ser humano la va a querer derrotar. Entonces les recuerdo que el polígrafo es un equipo que no piensa, no analiza, no interpreta y no razona; en cambio yo, sí… y los puedo ayudar. Con ello rompo la barrera en la que la persona viene y dice: ‘Yo le voy a mentir porque quiero ese trabajo’.

Entonces tomo los datos entrevistado, reviso si está en condiciones de realizarse la prueba y si leyó la hoja de autorización. Le indico que puede negarse, que no se le obliga –de hecho, en Guatemala no está estipulado si se pueden o no realizar pruebas. Es algo que está y por eso se hacen, porque no hay ley.

Después, explico cómo funciona el equipo y leo las preguntas que realizaré. El futuro entrevistado tiene que saber todo y tenerlo claro. Si algo no le parece me lo tiene que decir. Si una pregunta no le parece, se omite. Aunque nunca nos ha pasado… claro, la empresa que paga porque se le evalúe dirá, ¿por qué quiso omitir la pregunta de bandas de delincuentes? Por tanto, una vez tiene todo claro se le pone el equipo.

El siguiente paso es una prueba de familiarización. Se pide [al entrevistado] que no se mueva y se le pregunta si está sentado, si está en Guatemala y cuánto es 6 X 7– 9. La operación matemática pone a trabajar su cerebro. En ese momento el polígrafo registra todas las reacciones de su cuerpo y ajusto el equipo al cuerpo del entrevistado.

Finalmente, dos preguntas más: ¿me va a responder con la verdad las preguntas? ‘Sí’. ¿Me va a mentir? ‘No’.  Ya con eso ajusto el equipo y se realiza la prueba. Ahora bien, cada empresa agrega preguntas; por ejemplo, acerca de alcohol y drogas. Eso es lo más común.

Mientras realizo la prueba no puedo juzgar. No puedo preguntar ¿por qué lo hizo? Por el contrario, como entrevistador debo tener cuidado con lo que me responden debido a los temas que se evalúan: robos, bandas y documentos falsos. Acerca de esto último quisiera decir que los documentos falsos en Guatemala se consiguen muy fácil. Con tal de obtener un empleo, una persona de limpieza con un tercero de primaria falsifica un título de tercero básico porque piensa que con eso lo van a ascender y no es así; ya no consigue el trabajo. No es que el polígrafo diga ‘está mintiendo’; estamos evaluando muchas más cosas.

De hecho, no es que la prueba sea del todo libre. La autorización es casi obligada porque, de no hacerla, no te dan el trabajo. No es que la empresa te ponga una pistola para realizarte el examen… pero si no firmás, perdés la oportunidad. Te obligan en silencio.

Robar y otros errores

¿Con qué me topo en las entrevistas? Pues desde que comenzás las preguntas el chapín siempre quiere un trabajo. Por tanto, durante la entrevista les hago ver que, para obtener un empleo, siempre habrá alguna mentira –así sea en datos escritos dentro de la solicitud. Sin embargo, te topás con descarados. No dicen ‘yo robé’; en cambio, dicen ‘yo tomé… me llevé… lo hice porque mi jefe no me pagó, pero solo agarré Q5 o Q3’, pero detrás de ese dinero muchas veces hay mucho más.

Escuchás: ‘Yo solo tomé Q1’. Puede que dudés y digás: bueno, Q1 casi no es nada, pero entonces toca venir y repreguntar. Si la pregunta original dice ‘¿ha robado en sus empleos?’ y contestan ‘sí, Q1’, entonces la pregunta ahora sería: ‘¿ha realizado robos mayores a Q100?’. Todo esto para poder seguir evaluando a la persona. A la empresa que contrata el servicio no le interesa saber si has mentido, quiere saber si aún mentís.

En las pruebas te das cuenta de que detrás de una mentira hay una necesidad de trabajo, alguien que tiene de 2 a 7 años desempleado. Son personas que tienen presión de familia, deudas, y muchas veces van con todo a mentir; uno tiene que romper esa intención para que sea honesta.

Explicación no pedida

Una vez senté a tres personas para explicarles cómo funcionaba el polígrafo. Uno me interrumpió y me dijo: “Mire, si me va a preguntar si yo soy hueco… pues yo no me he acostado con hombres, vaá usté”…

Él solito lo dijo, y todos nos callamos. Los otros dos, sus compañeros, se le quedaron viendo…. Eran como de Chiquimula o un lugar así. Te digo, cada quien se acusa, cada quien saca su cuco.

Entonces, cuando rompés eso [mientras se va desarrollando la entrevista], encontrás mucha información válida para la empresa que requirió el servicio. Te vas dando cuenta de cómo es la mente del mentiroso. Es como si comiera pollo y en ese momento aparece la mascota y pide comida; le tira un pedazo, la mascota se calma. Pero el entrevistado piensa, ‘le voy a decir que me robé un quetzal’, como quien dice ‘ya le tiré su hueso’, para que ya no pregunte más de ese tema. Pero ahí te da un indicio de que puede haber más –en este caso, más pollo en su plato.

Durante la prueba le hacés ver a la gente que el polígrafo busca que las personas aclaren y expliquen. Pueden decir: ‘Sí, sí he tomado dinero’, pero al repreguntar si lo han vuelto a hacer dicen ‘no’. Salen bien en la prueba y la empresa los contrata. Por ejemplo, hay una compañía que tolera el robo. Dicen: ‘Si roba Q300 no me importa, yo quiero saber si ha robado de Q500 para arriba. Eso sí nos importa’.

Con las drogas es otro tema, pero preguntás si actualmente consumen o si son drogadictos y responden ‘no’. Por tanto, en la prueba salen bien y los contratan. ¿Por qué perder a una persona solo porque consumió marihuana hace 6 meses y además solo fue una vez?

Si el polígrafo fuera una persona sería fría, contundente…. Lo que pasa es que vivimos como en una mentira social: al final, todos nos toleramos debido a muchas mentiras. El polígrafo es lo que no queremos escuchar. Ahí encontrás ‘el lado oscuro de la gente’. Me dicen: ‘¿Por qué tengo que decirle un montón de cosas sobre mí si no lo conozco?’. El polígrafo va más allá de ver a tus padres, a tu sacerdote o tu siquiatra.

Con el tiempo me he dado cuenta de que la gente miente por vergüenza. Es el momento que no les gusta: aclarar infidelidades, consumo de drogas, robos. El polígrafo busca saber si mentís, no si sos santo; errores y malas decisiones todos cometemos. En mi carrera ves que las personas buenas se vuelven malas y las malas se vuelven buenas. Ya decir que seás malo para toda la vida… no te creo. La gente cambia”.

Mitos, rarezas y curiosidades del polígrafo

Cada año se realizan en el mundo actualizaciones que hacen evolucionar la prueba.

Si te falla el corazón o estás de goma. “En medio de una prueba a un hipertenso le subió el ritmo cardíaco. Le explicás que no podés realizarle la prueba. Con resaca tampoco podés realizarla. La persona debe estar bien, física y emocionalmente. Por ejemplo, si se acaba de morir un familiar no le realizás la prueba. La gente acude –pese a estar en medio de un momento así– porque necesita el trabajo. En todos los casos les pedís que descansen y se recuperen”.

Cínicos. “Lo que sucede con ellos es que poseen una personalidad muy fuerte. Al preguntarles si roban, dicen: ‘Yo no tengo necesidad, yo tengo mis empresas’. Toca retomar la pregunta, porque deben responder sí o no. Al final respondés con la conciencia. ¿A qué me refiero? Por ejemplo, con los sordos se realizan pruebas en su lenguaje y es su conciencia la que responde. El cuerpo reacciona a las preguntas. Entonces, como al cínico le pela, llega al punto de que te pregunta por el resultado. Pero ellos saben cómo salieron, y así dicen: ‘Yo creo que salí mal’. Ellos solos se responden”.

Mitos. a) La gente piensa que es una bola de cristal. Dicen: “Ahí le va a salir que yo robé” y se quedan viendo al polígrafo. Tal es la percepción de la persona acerca del equipo. b) Los nervios; la gente cree que por ser nerviosa no va pasar la prueba y no es así. c) Solo con ver el polígrafo las personas dicen: “Sí, yo sí le fui infiel a mi marido”… y no les vas a preguntar eso. Se sientan y confiesan, y vos te estás presentando.

Las mujeres son más astutas. “La infidelidad es pareja, pero al hombre es a quien le pela decirlo. Las mujeres sí son como apenadas, pero la mente de una mujer es más fuerte que la de un hombre. Es difícil desarmarla. En cambio, a un hombre lo conducís; pero cuando lográs eso con una mujer te das cuenta de lo astutas que son.

A veces buscan seducirte. Una vez una mujer, mientras le ponía el equipo, acercó su pierna a mi entrepierna. Claro, muy bonita la chica, pero es mi trabajo. Me hice para atrás. Ella era edecán; en ese mundo hay fiesta, drogas… y salió mal en la prueba. La idea es ayudarla a decir la verdad, porque cuando mienten… se encierran”.

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