Las posadas ya no son como solían ser imagen

Aquella referencia al Chavo del Ocho y la posada de la vecindad resulta anacrónica; ahora son más interactivas y juveniles. Este Relato nos ofrece una visión joven de una tradición antigua.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Andrea Arango es administradora, es joven y dona sus mañanas como secretaria en la Parroquia San Juan Bautista, zona 5. Así fue como recibió hace unos días a Relato para explicar, con paciencia de santa, cómo es el desarrollo social e interactivo de las posadas de la actualidad. Por más comentario irónico, por más taimada que fue nuestra actitud, resolvió todas nuestras dudas. Incluso nos invitó a la posada… no solo a nosotros, a ustedes también.

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Fotografía de Rudy A. Girón via Flickr: https://antiguadailyphoto.com/

“Ha cambiado mucho de un tiempo acá. Ya no es como antes, ya no es aquello de rezar, rezar y rezar… no. Ahora es innovar e involucrar más a los jóvenes. En esta parroquia tenemos dos grupos de jóvenes y se les delegan responsabilidades dentro de las posadas, para participar y dar a conocer lo importante de la época.

¿Qué sucede? Pues son nueve días, y en la primera [posada] se oficia una misa con dos grupos de jóvenes: uno es de mayores de 16 años y el otro es de 12 a 16 años. Luego de la misa se bendicen a las posadas, lo jóvenes las toman  y van a donde corresponde. Al llegar se canta una canción, se hace una oración, se lee el tema de la posada que toca y los jóvenes hacen alguna actividad para que la gente se involucre más.

Antes lo que se hacía era llegar a una casa, pero nosotros ya no lo hacemos así porque ha crecido mucho el fenómeno. Hay que tomar en cuenta que ahora todas las colonias están cerradas. Entonces lo que se acostumbra es que se distribuye la ruta por sectores que son las colonias, como casi todos los sectores tienen un parquecito o similar, se invita a los vecinos que quieran participar para que reciban la posada como comité.



Foto de cucuruchoenguatemala.com

Nosotros vamos como iglesia, encabezada por los adolescentes para que nos abran las puertas en una convivencia. Se llega, se canta, se realiza la actividad y se hace la convivencia. Lo bueno es que ahora muchas colonias decidieron que el día en que llega la posada hacen su convivio; así la actividad es religiosa, pero luego hay piñata, comida y juegos.

No es que sea una kermesse nocturna, pues no se paga. El comité de vecinos se pone de acuerdo y pide una ofrenda a las familias católicas que van a participar ese día y deciden qué hacer. Varía entre si se da comida o no. En realidad, siempre es lo que la gente quiere dar.

El flujo de gente es de entre 20 y 30 jóvenes, quienes por lo general van solos. Es decir, no son acompañados por los papás porque no se involucran mucho  –aunque desearíamos que lo hicieran más. Es por eso que se sale tan temprano, para no regresar tarde por los patojos que vienen solos.

El fin de la posada no es que los adolescentes vengan a flirtear, hacemos una rutina específica y no se da. Y bueno, en el momento de la comida sí podría ser, pero como tienen responsabilidades, con ello se lo toman más serio. Claro que se molestan entre ellos. Es lo normal, son adolescentes. Se hacen muy buenos amigos, pero no es que se vea un “cantineo”. La que cuento es la nueva forma en que se ha empezado a hacer, la cual lleva dos años. 

Una vez apareció un grupo de patojos que no sabíamos de dónde era. Luego nos enteramos de que una chica del equipo le gustaba uno de este nuevo grupo, pero solo estuvieron apartados… no se quisieron involucrar. Terminó la actividad, se acercaron y como que las acompañaron a sus casas. Nada malo, solo las acompañaron.

La verdad, considero que sería bonito que la gente se involucrara con estas nuevas metodologías, porque no son tediosas, no son de ir a rezar nada más. Es de ir a reflexionar y tomar conciencia de lo que está sucediendo. Creo que eso ayuda bastante a atraer a los jóvenes para que no se pierdan. Ahora las maras los atraen fácilmente y el hecho de que ellos puedan acercarse y participar en una posada y ser miembros activos es importante, los incita a sentirse orgullosos de pertenecer a la parroquia.

Las posadas no son algo sermónico. Se lee un evangelio y luego un adulto hace una reflexión en torno al tema. Los apoyan liturgistas o ministros, quienes muestran al párroco lo que se va q hacer y él lo aprueba.

Siento que las posadas seguirán evolucionando. Hace dos días vi una posada en bicicleta. Va a cambiar, va a innovarse. Somos un pueblo religioso y costará que se pierda [la tradición]. Ya no es una posada solo para rezar, es para ser interactivo y no quedarse atrás”.

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