Hoy, Día de los Santos, acudimos con un experto para escuchar su Relato acerca de la muerte. Su nombre es David Coronado, es un coach tanatólogo de Corporación de Servicios Señoriales quien, con motivo de las fechas, nos da una visión más tangible y terrenal de la muerte.
“Definamos primero tanatología, viene de la unión de dos palabras, tánatos que significa muerte y la logia, o estudio de. Al final, si nos vamos a la raíz de la palabra, es el estudio de la muerte, es decir, todo lo que encierra el trato con un cadáver. En este caso, se enfoca al trato del ser humano que vive una pérdida, es decir el proceso. Hay diferentes aristas, el trato con la muerte de un niño o de este respecto de la pérdida de un familiar, una muerte anticipada, un duelo congelado (como un secuestro), se trata de ayudar a la persona a vivir el duelo.
Me gustaría decir que la muerte se debe tratar como algo de la vida, eso es. Hay muchas personas que creen que le tienen miedo a la muerte, pero al final, gran parte de las personas le tienen miedo al dolor que conlleva la muerte, para quien queda vivo.
La tanatología, en una buena parte se enfoca en los vivos, definitivamente, sin embargo, si hay un área en la que se podría preparar para su propia perdida, como el caso de las personas con enfermedad terminal, se les ayuda a prepararse para eso…. Enfocaré un poco más el concepto de la tantología, debería de ayudar a vivir una perdida, sin embargo el valor a la pérdida yo se la doy, el que pierde. Por ejemplo, perder un brazo es una perdida y se debería de enfocar, saber que moriré es una pérdida y un tanatólogo podría ayudarme a vivir eso.
La muerte no es que se ponga de moda por las fechas, creo que no es eso, es más cultural, se recuerda al ser que partió en esta fecha, pero creo que hay personas que van a al cementerio a enflorar o recordar a su ser amado no tanto por dolor, sino por costumbre. Sin embargo, desde ese punto de vista, podríamos ayudar a la persona a vivir la perdida de una mejor forma, haciendo un homenaje.
Al final, debería haber tenido un significado al principio y el hecho de poder recordar a un ser amado que no está, es una mirada hacia atrás con agradecimiento, no con dolor o una mirada hacia atrás con arrepentimiento.Cuando recordamos la partida de un ser amado debería ayudar a sanarnos, en lugar de recordar para abrir la herida. Muchas veces es como decir, “abro la herida y le echo sal” y es más doloroso. El proceso correcto de un homenaje en recuerdo de la pérdida de un ser amado, debería ser con agradecimiento, agradecerle a dios, el hecho de que una persona tan valiosa pudo estar en mi vida.
Hay un autor que dice que la pérdida es el reflejo de nuestra riqueza, porque si a mí me duele mucho la pérdida de alguien que yo amé, es el reflejo de una persona tan rica y bendecida que pude tener cerca, estuve con alguien tan valioso en mi vida.
Hay una peculiaridad entre quien cree y quien no, y hay que enfocar la tanatología en la creencia de las personas acerca de lo que pasa después de su muerte, en como eso les va ayudar o a delimitar su proceso de duelo. Por ejemplo la creencia cristiana, la más común en Guatemala, en la que hay vida después de la muerte,me debería ayudar a vivir mi duelo.
¿Cómo podemos empezar a vivir la pérdida? No se habla de un proceso, es un trabajo de duelo. La persona debe pensar que, aunque no puedo evitar la muerte de un ser amado, yo si tengo una acción clara en mi proceso de vivir mi duelo y continuar, para aprender a vivir.
Cualquier persona que vive un duelo debe saber que la realidad que vive ahora es una realidad que cambió y que nunca volverá a ser igual. Las personas piensan que el trabajo de la pérdida es como ir de viaje, sanar, regresar y saber que la realidad va a seguir igual, pero eso no es cierto. La realidad que la persona va a vivir de ahora en adelante no va ser la misma.
Sobre quién vive mejor su trabajo de duelo va a depender de la persona, no de la creencia, pero a veces, si puede afectarle la creencia. Hay personas que creen que hay vida después de la muerte y que si la persona muere van con dios, a un lugar mejor que el actual. Hay personas que, con esa creencia, interrumpen su duelo porque dicen “esa persona que murió ahora está mejor con dios, ¿por qué lo lloro, por qué me pongo triste? si se fue y está mejor”, entonces esa misma creencia, que da esperanza, si la interpreta mal puede obstruir su trabajo de duelo.
Puede llegar a sentirse mal al decir “¿por qué tengo que llora si está mejor?, me quito el llanto y la tristeza, y tengo que salir adelante” y no vive bien su proceso de duelo. El otro punto de vista, es una pernos que dice, murió la persona y ahí quedó. No hay vida después de la muerte, tiene un final inmediato y entonces se pone a vivir la pérdida a su propio ritmo. Pero hay que hacer hincapié en que las estadísticas dicen que las personas que tienen fe, independiente de cuál sea la que tenga, tienden a vivir su proceso de duelo de mejor forma, en comparación de las personas que no. Al final, un tanatólogo dice, “dese cuenta y hágase responsable. Esta creencia que tienes ¿te ayuda o no? ¿la podes modificar o cambiar? hazte responsable”.
Hay un esquema con el que me topo seguido. Muere el papa y quedan sus dos hijos. A veces, el mayor tiene en su mente la forma en que las demás personas de la familia creen que debería reaccionar, por ese concepto de hermano mayor en donde él se tiene que encargar de las cosas. Tiene que ayudar, tiene que ser el pilar de fortaleza, entonces él, aunque quisiera vivir su duelo, sin estar haciendo cosas, sin estar preparándose, pero por el concepto de esa etiqueta que él en su mente ha puesto, tiene una dificultad de vivir su duelo, y eso es lo que nos pasa. A a veces no vivimos nuestro duelo en la forma en que quisiéramos, en cambio lo vivimos de la forma en que creemos que las otras personas esperan de nosotros, es un problema que veo muy seguido.
Cierro el Relato diciendo lo que no se tiene que decir en un velorio, por que suena trillado y común y que puede ofender en quien vive la pérdida. Decir “qué triste”, “lo siento”, al final de cuentas puede ofender, porque la persona a veces ni conocía al fallecido. Claro, por respeto a la persona que está viva y que está dolida decimos esas cosas. Ahora, una buena frase es, “En lo que te pueda ayudar, estoy para servirte”. Y no es ayudar en que no le duela, es ayudar acompañando en el proceso cuando no se tiene ese deseo de continuar con la rutina, ir a traer a los hijos al colegio, ir al supermercado, ir a la universidad… Allí es donde la persona que sí quiere, debería ayudar. Decir “fui al supermercado y te traje esto”, “no fuiste a la universidad, tomé notas por ti, dame tus cuadernos”, esas tareas rutinarias que las personas no van a querer hacer.
Y principalmente, no estar de una forma ofensiva, donde la persona va a querer hablar del tema y dirá frases como “yo me quisiera morir”, no tiene sentido que la persona que escucha en ese momento lo contradiga. Hay personas que hacen preguntas retóricas y pareciera que aunque quieren una respuesta, no es el momento de responder. “¿por qué me pasó? ¿por qué la vida es injusta?” es de estar y quedarse callado.
A quien le tiene miedo a la muerte, yo le preguntaría, ¿qué le da miedo? a veces no es el miedo de no existir, es el miedo del dolor que deja la muerte. Para la mayoría de personas hasta rehúsan hablar de ella, porque eso duele, pensar en alguien que ya no está, o es el dolor que pueden vivir las personas si no estoy… habría que preguntarse.
Hay que darse cuenta que tal vez no es miedo a la muerte, tal vez es soledad, falta de preparación hacia ese momento, o falta de trascender desde su visión “tengo mucho que hacer”, al final de cuentas, la muerte le da sentido a la vida. Cuando logramos entender la muerte, encontramos mejor sentido a la vida”.