Esto medité en el tráfico de resurrección imagen

Este Relato es de un lector que se confesó con nosotros y nos brindó las reflexiones que encontró en el tráfico, a su regreso a la capital.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Ovidio, el caballero que nos cuenta sus cavilaciones de Semana Santa, tiene el cansancio en el rostro. Pero él nos buscó para contarnos las reflexiones que hizo en su tránsito caótico, de regreso a la ciudad. “Yo les cuento lo que pensé y mis conclusiones, ya ustedes verán como lo escriben”, fueron sus palabras. Aunque parece increíble lograr un viaje de autodescubrimiento, a mitad del tráfico de un Domingo de Resurección, este colaborador lo logró.

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Los hijos

“Todo empezó al iniciar la autopista, ahí en Sarita. Quizá porque mis tres hijos que iban atrás ya tenían las baterías descargadas e iban tranquilitos. Es que como chingan muchá. A veces quisiera apagarlos. Es que miren, yo los amo, es obvio, pero es que uno quisiera que se tranquilizaran por un momento. Pero no mano, no sé de donde sacan energía. Ahora entiendo eso de “no te cases”, no es por nada malo, solo es que se necesita muuucha energía, y muuuucho pisto.

Dos estaban dormidos y el otro estaba jugando en su celular, por fortuna tenía los audífonos puestos. No me imagino manejando escuchando disparos. Saben que en ese punto me dí cuenta que mis papás la tuvieron peor, y yo me quejo más que ellos y casi por nada. Cuando era niño, con mis hermanas chingábamos de principio a fin. No habían celulares, y las máquinitas eran demasiado preciadas como para sacarlas de la casa, recuerdo que un tío me mandó la de Mario Bros. una que era roja con dorado.

A lo que voy es que yo no tengo que ser tan creativo como mis papás. Recuerdo que cuando nuestra molestadera se incrementaba, siempre encontraban algo para distraernos, “miren, el quetzal de piedra”… “miren el camión”, “miren por ahí se va a Autosafari” y cosas así. Ya cuando su paciencia se agotaba venía el grito: “¡Dejen de estar chingando, o nos vamos donde la abuela!”, sabía como callarnos el viejo. Es en estos momentos que me da una melancolía rara, quisiera hablarle, contarle como va mi vida, al menos logró conocer a los tres nenes.

Pero saben, cuando mis hijos medio molestan estoy que pido pelo, quiero salir corriendo, y mis papás no hacían eso, o nunca me di cuenta. Se aguantaban, era la “gente que dejó el terremoto” decía mi abuelo, de grande, cuando entendí la frase, no sabía si lo decía en buen o mal tono.

Recuerdo que de niños, íbamos a un balneario que ya no existe, se llamaba Balmoral, muy pocas veces íbamos hasta el puerto y además de Martitas no sé si había algo más para la clase media baja, ¡Ah, sí! y encima llevábamos comida. La verdad me da una hueva pensar que a mí de papá me tocaría hacer un viaje así con mis hijos. ¡Ja!, no gracias. Ahora solo necesitas celulares y planes de datos.

Las deudas

Ahora todo es más fácil, pero muuucho más caro. ¿Cómo les decís a tus hijos que no tenés dinero para viajar? ¿Cómo le decís a tu esposa?… no, la verdad es que eso último que dije es mentira. La verdadera pregunta es ¿Cómo me digo a mí que no tengo para viaja? Mi esposa es muy consciente y aunque entre los dos sacamos la familia adelante, hacer estos viajecito son un lujo.

Yo sé que mis suegros con mucho amor nos regalaron la estadía al Solei, pero igual se tiene que gastar y me mordí la lengua para no decirles que mejor nos dieran el dinero. Pero son cosas que simplemente no se pueden hacer. ¿Si me entienden? Cuando vi lo que iban a pagar por nosotros cinco me brillaron los ojos. Y miren, sé que es todo lo que podás comer y beber, pero uno muy de vacaciones puede estar pero el trabajo de papá no termina. Tenes que estar ojo al Cristo porque tres varoncitos se les ocurre cada pendejada, que tenés que estar alerta.

Además, ¿de qué me sirve emborracharme solo? ¿además, cuánta chela tenés que tomar en el puerto para terminar bolo? Jajaj primero me da acidez y para luego ver solo getas de mi esposa. ¡Y de mis hijos! ¡Aguntan que hasta ellos me controlan lo que me tomo!, ya los quiero ver a mi edad. Esa es otra de las frases de mi abuelo que recuerdo en momentos así: “Como me ves, te verán”, pero no lo digo en mal plan. Solo digo que son cosas de la vida.

Y perdoname la palabra pero es que uno ni de vacaciones deja de pensar en las deudas. Es una vil mierda eso de ser adulto y papá. Podés estar en tu hamaca, con tu chela, escuchando el mar, viendo a los nenes jugar e igual, el fantasma de las deudas está ahí, a tu lado. Es como los fantasmas de Scrooge, solo que son de las deudas pasadas, presentes y futuras. Pero muchá, si no es así, ¿cómo?, uno también tiene derecho a vacacionar, ni modo que me quede viendo procesiones, digo, no es que esté mal, pero en el puerto se la pasa uno más rico.

Parece paja muchá, pero justo en eso, pensando en estas muladas fue que se me encendió la luz del motor, ahí en la autopista. Ya no me puedo hacer más la bestia, la estampita dice que el servicio debía hacerlo en el kilómetro 152,600 y ya le recorrí 300 km más, lo que pasa es que a veces se apaga, a veces se enciende, jajajaja. Supongo que lo pagaré con la tarjeta y eso lo pagaré con el Bono 14, solo faltan tres meses para que lo paguen.

Por lo demás, todo bien. Las letras de la casa, el colegio de los patojos y los servicios. Atrasado sí, pero solo unos meses, si no salgo con el Bono 14, salgo con el Aguinaldo. Así, saber cuánto tiempo. Y saben, cuando pienso en eso me entra una angustia horrible pensar que me quedaré sin trabajo. Eso sí no lo recomiendo, pensar en esas muladas en el tráfico es muy mala idea. Pero gracias a Dios tengo chamba y que así siga. Huy no, Dios me guarde.

El pasado: Lo que pasa en Pana

Saben que otra cosa en la que pensé en medio de ese puto tráfico fue en mi época de universitario. Aún no había embarazado a aquella pero ya éramos novios. Y miren mucho, yo siempre anduve con mara chinche, aunque ahora ya no hable con ellos, las cosas cambiaron mucho. Todo comenzaba en el Reducto y ahí planeábamos los viajes a Pana, el puerto, Livingston (aunque nosotros le decíamos Living stoned, jajajaja) sea por Semana Santa o por fin de semestre. Recuerdo que estaba de moda esa frase de “Lo que pasa en Pana, en Pana se queda”. Ufff sí, ¡qué borracheras!

Y es chistoso porque si en ese momento me hubieran dicho mi futuro y el de los demás, no lo creería. Lo pongo así, teníamos una cuata que era un pegoste mano, se te pegaba y no tenías para donde, no había safe cómo librarse de ella. La cosa es que esa chava sí se metía drogas duras, y siempre creímos que terminaría en Remar o un Rehab así de mala muerte. Pero no, lo último que supe es que se consiguió un su alemán y ahora vive en Berlín. Vive el sueño europeo, y nosotros, “los pilas”, bien pizados en Guate. Ironías de la vida. La menciono porque en ese viaje se hizo cuata de unos chavos que terminaron regalándonos Whiskey a orillas del lago.

Otra escena que recordé, fue la vez que terminamos e un rave en el Cerro de Oro, también en Pana. Miren muchá, esa serotera fue de proporciones épicas, para las nueve de la noche ya estábamos con los ojos torcidos. ¿Saben qué no voy a olvidar?, esa luz blanca intermitente que tenían en el rave y que la chela era carísima, pero la mariguana muy barata y de buena calidad, jajaja… terminamos hasta atrás durmiendo en un rincón los tres. ¡Qué tiempos! No reniego de no vivir eso ahora, de hecho, no podría tener ese ritmo, pero sí quisiera darme unas escapaditas de vez en cuando, supongo que para eso está la memoria a esta edad.

También pensé ¿con qué cara le diré a mi hijo mayor que no fume mariguana? Jajajaja, digo, no puedo sacar esa frase cínica del alcohólico de mi papá: “El que lo haga yo, no significa que ustedes también lo tienen que hacer”. No sé, cuando llegue el momento supongo que sabré qué hacer o que mi esposa se hará grande.

Otro viaje que recordé fue la ruta de chupaderos que hicimos en la Santander de Pana. Esa fue otra experiencia. Una cuata terminó sin un tenis. ¿Porqué les pasa eso a las mujeres, no sé? Pues recuerdo que todo empezó en Pana rock, había tequila a Q5, no sé si era alcohol con agua, pero ahí empezó todo, y claro, hablamos de algo que ocurrió en 2002, viajes en los que gastabas Q500 top, ¡qué barato era!

¿Me pregunto cómo estará Pana ahora?. La última vez que fui fue para una Boda e iba con los patojos, así que solo me tocó recordar en silencio. En una esquina, mi esposa me cachó riendo solo, y solo dijo “¡Saber de qué te estás recordando!” a lo que solo respondí con una sonrisa. Buenas épocas. A estas horas un día como hoy, en esos años, estaría en casa de mis padres echando la hueva, porque teníamos la ley de regresar el sábado para estar el domingo en casa pasando la goma moral y física, pero no, esas prácticas ya no las puedo tener ahora, mis hijos y mi esposa le quieren sacar el jugo a todos los días de Semana Santa, pero claro como no son los que pagan y manejan. Pero no importa, los quiero.

Pues eso es lo que medité de regreso a Guatemala miren muchá. El tráfico, el clima y los bocinas de los autos me llevaron al pasado. Espero les sirva de algo para su sitio. Las meditaciones de un caballero de clase media con tres hijos y muchas deudas por pagar, pero feliz y sin remordimientos.

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