Esos regalos indeseables que trajo Santa imagen

Lunes posnavideño: el recuento de los presentes más tristes ha iniciado.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Creo que todos coincidimos si digo que un regalo funciona no por el costo, sino por dos motivos: la mano que lo entrega y cuán acertado es el presente. Es lunes, la mitad de los proletarios descansa –si son estatales–, el resto volvemos a nuestras funciones y los que estuvieron de turno… siguen. Mientras tanto, este es un recuento para desperezarse de la goma emocional, uno en el que presentamos los peores regalos que el equipo de Relato ha recibido en su vida.

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Esperamos que su cena navideña haya pasado sin mayor conflicto. Es probable que, esta vez, esa tía mal comentario o ese tío mala taza no haya preguntado: ¿has subido de peso? ¿Y el novio? ¿Y la boda, pa’ cuándo? ¿Y aún no encargan los nenes? Y si te pasó y no supiste qué decir, aquí te dejamos la primera pista con un ejemplo: cuando a Glenn Quagmire le decían los ancianos, “¡tú eres el siguiente!”, en las bodas, él empezó a decir lo mismo, pero en los funerales. Entonces buscá en Youtube o Spotify la canción Navidad de los pobres y leé…

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Artículos de higiene personal

La vida te comienza a decir que es dura cuando recibís estos regalos. ¿Qué nos quiere decir nuestro pariente cuando nos da un desodorante? Si lo pensamos bien, es un regalo pasivo agresivo de limpieza. ¿En serio necesito un desodorante a los 12 años? Quizá es una previsión para cuando la biología diga, ¡sorpresa, la pubertad inició!

Y no pueden faltar esos calcetines formales. ¡Cuánta elegancia en un solo presente! La tía Susana te dio un par de calcetines beige que tenés la certeza de que jamás usarás. Es decir, necesitás calcetines y hasta el Niño Dios lo sabe. ¿Y qué decir de los calzoncillos? Ya nadie utiliza tal prenda prediluvial. Es decir, hace 20 años que en Guatemala nos mudamos, tarde, pero lo hicimos, a los boxers… pero no, no falta alguien que piensa… “mmmm esto es lo que necesita Carlitos, un calzoncillo, porque es cosa de hombres”.




Jabones. Este es el peor. En serio, nadie necesita un juego de jabones con forma de cisne, rosa o similar. Una vez más, ¿qué intentas decir? “¡Ufa, mijita, cómo olés!”. A menos de que sea un juego de jabones Bvlgari, abstente.

Pista para el futuro 1: “No, mi amor, no nos regalemos nada para Navidad” –o la festividad que sea–, It´s a trap. Es una trampa, no caigás en ella. Te pusieron a prueba, ojalá no hayás caído en ella el sábado.

Chocoposillos

Cuenta la leyenda que cuando nacieron los chocoposillos, el glamour saltó de un risco buscando la muerte. Sin embargo, no lo logró y dijo: “Bueno, si van a regalar eso, ¡pongan al menos chocolates ricos!”. ¿Qué tal un chocoposillo de trufas? Ah, no, pero como se trataba de perder el encanto, te dieron una taza con la siguiente receta: la taza llena a la mitad con papel de china rojo o verde; luego, sobre él, 10 chocobolas (ni más ni menos)… todo ataviado de una bolsa plástica. No hay mejor forma de decirle a alguien, “no me importás” que con un regalo así. Creo que te lo dijeron.

Pista para el futuro 2: Nunca otorgués un regalo aburrido y le preguntés al niño si le gustó. Los escenarios posibles y absolutos son dos: que te diga la verdad y “resultés ofendido” o que lo obligués a mentir. Así que, cometida la travesura, no pidás la factura.

Comida navideña

Evitá guiarte por el título. Esto no es un consejo para no regalar los tamales familiares o ese pavo cuya receta ha estado en la familia desde tiempo inmemorial. No se trata de no compartir esa pierna deliciosa que preparó mamá. No, no apela a esos deleites que son regalos con los que fijo quedás bien. Esto señala a esas viandas que nadie quiere, a nadie le gustan y que siempre se regalan. Hablamos de las cajas de galletas. Y no nos referimos a aquellas delicias danesas; hablamos de las galletas navideñas Gamma, Pozuelo y Colombina. Reconozcámoslo, una a una irán a parar al plato de Toffie, Rusty, Yuky o como sea que se llame tu perro.

Una cosa más: cuenta la leyenda que cuando Dios nació, el diablo apareció y de regalo le dio a Jesús un pastel de fruta cristalizada. Y desde entonces ese pastel errante ha estado en cada familia y oficina del mundo, porque a nadie le gusta. Si llega a tus manos quemalo, quizá así nos libremos de esa maldición.

Pista para el futuro 3: Los tres reyes magos del regalo perfecto.

Si la persona bebe, dale una botella de licor. Si no sabés de alcohol o qué bebida le gusta, guiate por el precio. Si cuesta más de Q180 está bien. Si no le gusta, al menos sabrá que te esmeraste. Si pensás dar una botella de XL mejor da un paquetón de Gallo, en todo caso.

Tarjeta de regalo. Otro infalible, sea de supermercado, tienda de electrónicos, o incluso de De Museo, que ella se mate con su propia mano; total, algo que le guste encontrará.

No regalés nada, pero a cambio una felicitación honesta es bien recibida. Ejemplo: “Gabriel, sé que lo desespero. Pero espero que tenga una feliz Navidad”. En ese momento, hasta al sujeto más despreciable le latirá el corazón… una o dos veces.




Utensilios

No hay regalo más pasivo agresivo que un utensilio de cocina. Si te detenés un momento y meditás te darás cuenta de que ese es un regalo para la casa, no para tu ser querido. ¿Quién regala tuppers en estos tiempos? Además, ahora todos regresamos al vidrio, por tanto abstente de regalar plástico; en todo caso, el planeta te lo agradecerá.

Aunque la tía sea chef, un juego de cuchillos no se agradecerán porque aun siendo experta en cocina seguro comprarás una marca que no es la de su predilección.

A menos de que sea una vajilla ultra liviana y súper resistente, hecha con astas de toro de fabricación alemana y con motivos de decorado Luis XVI, regalar platos está de más. Nadie quiere una vajilla de Q250, a menos de que sea su primera y viva solo –que, en todo caso, habrá robado algunos de la casa de sus papás.
  
¿Y qué decir de artículos de primera necesidad? Regalar granos o similares es de muy mal gusto. A menos de que sea una botella de dos litros de aceite de oliva, abstente si es una botella de aceite Ideal.

Pista para el futuro 4: Medicamentos. Esto no es broma, las farmacéuticas hacen su agosto los 12 meses del año con el precio de la medicina. Por tanto, regalar medicamento es una ayuda real y tangible para alguien que te preocupa y el mensaje es: “Quiero que estés bien”. Así que si decís, “tía, acá le dejo sus pastillas para el corazón, la artritis o la hipertensión” o “esto es para sus pastillas, tío”, quedarás más que bien.

Reciclar regalos

Como seguramente recibiste algo que no usarás, tomá en cuenta estas indicaciones para la Navidad de 2017. Ojo, estas son palabras de un experto en reciclar regalos, así que mucha atención. Lo que sucede es que el divino arte de reciclar regalos es un arma de doble filo, por tanto debés atender y cumplir los siguientes requisitos: 

A) Eliminá todo rastro de precio, etiqueta o dedicación.
B) Cambiá el empaque. A menos de que no tenga estragos provocados por el tiempo, cambialo.
C) Da el regalo sí y solo sí es en otro círculo social. Si te lo dieron en la oficina, dalo en tu familia. Y así. No querrás una escenita navideña.
E) Añadí algo más. Por ejemplo: si es un florero, que lleve flores… hasta creativo te verás.

Pista para el futuro 5: Regalá dinero como si se tratase de trasiego de droga. Que no se pierda esa hermosa costumbre de nuestros abuelos y abuelas, quienes se acercaban, tomaban la mano y en silencio asentían… como si se tratase de un crimen. ¡Qué bonita fue la Navidad!

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