Esa pesadilla llamada accidente industrial imagen

Seguramente ha recibido, por accidente o por error, un toque eléctrico. Sentir 120 voltios es horrible. ¿Imagina 69 mil?

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Esta vez acudimos a un electricista para que nos brindara un Relato de su trabajo, y motivados por la curiosidad pedimos que nos hablara acerca de los accidentes industriales que ha visto, escuchado o vivido. La constante en esta área es: los accidentes ocurren porque la gente se confía.

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Efraín Hernández es trabajador de la Empresa Eléctrica de Guatemala. Su experiencia y las historias que cuenta hacen hincapié en los riesgos que se corren al trabajar con la electricidad y que al final, por más capacitación o equipo que se posea, errar es de humanos y en este caso la confianza puede ser un enemigo.

“Me gustaría decir que por los accidentes a los que nos exponemos recibimos tres pláticas de seguridad industrial a la semana en la empresa. Nos recuerdan desde lo más básico hasta lo complejo. Tome en cuenta que nosotros manejamos tres tipos de riesgos potenciales, por electricidad, altura y manejo de vehículos. De hecho, es por esas situaciones que las aseguradoras no nos cubren. Si usted dice ‘soy electricista’, no lo cubren.

Sin embargo, tenemos IGSS y la empresa también nos paga un seguro extra. Ahora bien, los trabajadores de planilla, los contratistas, todos podemos correr riesgo de un accidente y por lo mismo todos recibimos estas charlas de seguridad.

Quiero explicar el tema de los postes. Uno mira que sostienen tres cables. Con la nueva tecnología que se usa en el cableado, si usted los agarra no se muere… pero debo explicar más. Regularmente los postes tienen dos líneas de energía que llamamos Primaria. Esas sí llevan un voltaje bastante alto, conducen 7 mil 600 voltios. Entonces en el poste van dos o tres líneas. Si usted agarra dos sin protección, estas se suman y usted toca más 13 mil voltios, por decirlo así.

Ahora, esas líneas llegan a los transformadores que se encargan de trasformar la energía a 120 y 240, que son las que llegan a las casas y los locales. Sucede que antes esas líneas iban sin forro, pero por cuestiones de seguridad se ha ido cambiando por cable encorchado y llevan forro aislante. Entonces, si lo agarra, ahora no le pasa nada.

Hace 10 años sí habría muerto, pero por cuestiones de seguridad es que la empresa cambia todo ese cableado. Sin embargo, en los asentamientos ocurre un fenómeno: no se consideran como áreas de residencia, entonces seguramente cuando hay accidentes [en instalaciones improvisadas]  es porque tocan la línea de alta tensión. Si no mueren por la electricidad, es por la caída.

A nosotros nos explican una cosa muy curiosa, un ser humano puede aguantar hasta 800 voltios en su cuerpo. No pasa de pegarle un buen susto y un buen calambre, pero queda vivo, con todas sus partes. En cambio con el amperaje no aguanta ni un amperio, el 0.75 lo mata.




Los momentos dolorosos

Explicado eso voy hablar de los momentos duros que nos tocan. Uno de los que tengo más marcado ocurrió en el centro comercial que está en frente de la entrada a Villa Nueva. Cuando se estaba haciendo el comercial realizábamos una conexión de la Línea Primaria para alimentar los transformadores que a su vez alimentarían el tablero en el que estaban los contadores que le darían energía a todos los locales.

El compañero Galindo estaba trabajando las líneas que llamamos jumper. Estas son las que bajan de la Línea Primaria al transformador. Entonces él, mientras trabajaba, al mismo tiempo estaba discutiendo respecto del salario. No estaba concentrado en sus quehaceres y tenía un cangrejo en una de sus manos.

Entonces agarró la línea del jumper y topó al mismo tiempo con la Línea Primaria. Tristemente, a él le entró una corriente de 7 mil 600 voltios y con este accidente perdió los dos brazos.

Otra cosa, con los accidentes de electricidad hay que tener claro que, con una quemadura de calor, usted se quema de afuera hacia adentro. En cambio con quemadura eléctrica es al contrario. Primero se queman los músculos y de último, cuando se nota en la piel, es porque los músculos están gangrenados.

En ese caso perdió los brazos porque la corriente le entró por una mano y le salió por otra. La corriente es como el agua, pasa por el camino que le queda más fácil. En este caso sí tenía guantes, pero lo que no le ayudó es que no eran adecuados para lo que estaba haciendo.

Es lo que digo, el problema de estos accidentes es que uno se confía demasiado. Como es un trabajo rutinario, uno por las carreras y por ahorrarse minutos es que corre riesgos.

Es relativa la incidencia. En un año pasa que no ocurren, pero al otro ocurre uno cada mes y medio. El departamento de seguridad industrial se encarga de investigarlos, busca cómo sucedió y cómo evitarlo. En el accidente del compañero Galindo nos explicaron la situación y al final la suma de los factores termina en un resultado negativo, cuesta la vida.

Para trabajar con electricidad

Las personas que van a trabajar en líneas de alta tensión reciben un entrenamiento de casi ocho meses y en el ínterin reciben un salario mínimo. Para optar a este trabajo son varias entrevistas y exámenes, y uno de los más importantes es identificar si uno es acrofóbico (temor a las alturas que deviene en vértigo). En ese examen lo suben a una canasta del camión de la empresa, con toda la seguridad necesaria. Ya que está hasta arriba, el instructor que lo acompaña evalúa si usted se pone pálido o le entran ganas de vomitar. Si ocurre, por mucho que usted quiera no lo reciben para trabajar.

El compañero Galindo perdió sus brazos y no pudo aceptar su situación. Cayó en una depresión severa, que lo llevó al alcoholismo y a final de cuentas falleció. Fue un proceso de casi dos años desde que tuvo el accidente. La empresa lo estuvo ayudando, le dio terapias, sus prótesis, y lo ubicaron en otro lado, pero cayó en depresión. A nosotros nos sorprendía mucho que una de las cosas que aprendió a hacer fue abrir el octavo con las prótesis.

Al principio pedía a la gente que le abrieran el octavo y la gente no quería. ‘No te lo tomés’, decían y no lo abrían. Entonces él aprendió a abrir las botellas de octavo con las prótesis. Finalmente falleció.

Pero son las dos caras de la moneda. Tengo otro compañero que tuvo un accidente y también perdió los brazos. No estoy seguro de cómo fue el accidente. Nunca quise preguntarle porque era un mal momento. En cambio, él tomo la situación y se dijo: ‘Perdí los brazos y tengo que hacer algo por la vida’. Se dedicó al deporte, es maratonista, y después de eso, la empresa lo contrató para que fuera motivador. Lo llevan a las escuelas a dar pláticas acerca de la electricidad, los riesgos y las consecuencias.




No es como en la tele

Hablaré de otro accidente que ocurrió en unos transformadores de una subestación. Lo que sucede es que estos guardan energía en sus embobinados. Se llama energía pasiva. Se encuentra incluso cuando usted los desconecta. Por eso es que todos estos trasformadores tienen una conexión a tierra, les llaman aterrizados directos. 

Lo que le pasó al compañero fue que desconectó la corriente, pero cuando desconectó las tierras, la energía pasiva lo mató porque él sirvió de puente. Cuando él sacó el cable, creyendo que no llevaba voltaje, solo lo haló pero la energía pasiva se regresó en él.

En su caso, no solo murió electrocutado sino también deformado porque se sacudía de una forma impactante. Se quebró varios huesos, la cara se le deformó. El cuerpo se zangoloteaba violentamente porque los músculos se contraen. En el cine se ve que sacan humo los cuerpos, pero en la realidad, como el cuerpo es mayormente líquido, este se evapora y una persona que mide 1.80 metros, después de un accidente así, queda de un 1 metro o 1.5.

A veces no se puede hacer nada. Esto no lo presencié, pero lo escuché en la radio de la empresa. El compañero fue a trabajar a orillas del puente del Incienso. En esa área pasa una Línea de Transmisión de 69 mil voltios. Sucede que los niños traviesos de la localidad tiraron un caset a los cables y la cinta se enrolló en ellos. Como consecuencia, la línea presentaba una variedad de trasmisión. El compañero llegó, encontró el problema y avisó a la segunda. Así le llamamos a la estación que está en la 2a. avenida y 9a. calle de la zona 1. Entonces él llamó y pidió que desconectaran la Línea de Transmisión en ese punto. Se preparó, pero como le digo, los accidentes pasan por exceso de confianza.

A nosotros nos dan una chicharra. Es como una alarma que usted la acerca a la línea y si tiene corriente se produce un campo magnético y hace que la chicharra emita un sonido que advierte que hay corriente. De ser así, usted vuelve a pedir que desconecten la línea.

Él no lo hizo… no logró ni agarrar el cable. Como el voltaje es tan alto, solo el arco de energía lo quemó. Perdió brazos y piernas en ese accidente. El compañero que estaba con él, cuando vio que se quemaba, empezó a gritar por la radio: ‘¡Desconecten la línea! ¡Desconecten la línea! ¡Mi compañero se está quemando!’, imagine aquella aflicción de los que lo oímos en la radio… ¡olvídese!

Al final desconectaron la línea y el compañero, como nos dan técnicas de primeros auxilios y cómo bajar a personas accidentadas, se subió, lo bajó y lo atendió en lo que llegaban los bomberos. Estuvo como 21 días en el intensivo. Primero le cortaron la mano, el antebrazo, el brazo… luego el otro brazo, la pierna… tiempo después murió. Sí es una situación muy impactante ver eso. Son momentos que uno nunca olvida. Esa es otra cosa, en la empresa la mayoría nos conocemos, quizá por apodo y por vista. Sabemos cómo nos va, somos un grupo compacto, incluso los que ya no están, los ve en la calle y los saluda.

Experiencia propia

Una vez me pasó una cosa curiosa, pero una vez más, me pasó por exceso de confianza. Estaba haciendo la conexión de una casa y me subí al poste con todo mi equipo. Era época de lluvia y cuando es así uno tiene que utilizar guantes de hule; pero me dije, ‘de aquí a que me los ponga’. Entonces me fui solo así.

Cuando me puse a trabajar, el cable me topó debajo de la barbilla y cuando toqué la línea con el guante mojado cabal serví de puente. Como la energía la recibía debajo de la barbilla, la lengua se me engarabató. Yo mismo me iba a ahogar con mi propia lengua. Intentaba gritarle a mi compañero que estaba abajo, pero no me entendía.
 Al ver que no me entendía, y como siempre cargamos cincho, dejé caer mi peso para que el mismo cincho me agarrara y así separarme del cable. Fue una situación bastante fea. Me bajé a tomar agua.

Mi compañero me preguntó: ‘Y a vos, ¿qué te pasó?’ Le cuento lo ocurrido y me dice: ‘Yo vi que estabas medio gritando y pensé que estabas cantando’…. Me ofreció terminar la conexión, pero me tranquilicé y la hice yo. De lo contrario me hubiera quedado miedo y no lo habría vuelto a hacer. Luego de que me tranquilicé, saqué los guantes de hule y lo hice. Gracias a dios no me quedó ningún tipo de marca.

En fin, los accidentes se dan por error humano. No es por falta de equipo o capacitación. Uno lo vuelve rutina y en eso obvia pasos que debe seguir”.

¿Qué son esas esferas naranja que se ven en la carretera?

En la carretera las grandes torres de energía tienen Líneas de Transmisión. En estas líneas el voltaje es de 69 mil voltios, le llamamos Línea de 69. Estas vienen de los generadores de energía a las estaciones. Ahí se trasforman en Líneas Primarias, que ya salen para la red.

Respecto de esas pelotas, es porque muchas veces en los espacios abiertos, como en la Costa, los cultivos son fumigados con avionetas. Las pelotas sirven para que los pilotos vean que hay cableado y no se accidenten.

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