El niño que aprende a perder, no se rinde de adulto imagen

Hay una tendencia en la que los niños ya no pierden ni clases. No es que pasen de gratis, es que ahora un menor “no fracasa”, solo “no se esfuerza lo suficiente”.

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Un sabio dijo una vez que “la derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva” y si lo dijo el nobel José Saramago, ¿quién lo va refutar? si el razonamiento se explica en sí mismo. 

Caso contrario a esa retórica que va en aumento, en la que se educan menores que no pierden, en un entorno que los hace creerse merecedores de todo. Sin embargo, el despertar será duro. Ahora, a los pequeños les arrebatan esa condición inherente al género humano: enterrar la cara en el fracaso y beber ese amargo elixir de la derrota: pero ¿quién puede negar que si algo nos forja el carácter es aprender a perder? La sicóloga, Margarita Bonduel, nos lo define así:

Hay un comediante, George Carlin, que hacía una broma algo así: “ahora todos son ganadores en una carrera. El último en entrar es el ultimo ganador. Pero crece, va a una empresa y un desconocido le dice, Bobby, empaca tus cosas, eres un perdedor, sal de aquí”. Entonces, ¿Cómo se responde a este fenómeno, en el que la realidad me dijo que era un perdedor, pero hasta los 20 años y no a los 7, cuando empiezo a conocer las “bondades” de la vida?

Lo ideal es que los niños aprendan que se puede perder. En el contexto de la hipersensiblidad los niños tienen que aprender a caerse, aprender a que no tienen que hacer las cosas que hacen. No digo que se debe dejar a los niños libres por el jardín sin ninguna supervisión, o que corran libres con tijeras, pero hay que darle grados de libertad, para que experimente el mundo desde si mismo, que él se ponga los límites y aprenda.

Todos somos ganadores y especiales siendo niños, pero la primera lección de esa ecuación: esfuerzo a veces termina en pérdida, son las notas, y eso templa el espíritu. Pero si esto es cierto qué pasa con este niño que no “pierde” la clase, solo no se “esforzó” lo suficiente, ¿qué va a pasar ahí?

Al enfrentarse al mundo real, estos niños no sabrán cómo afrontarlo. En un trabajo no le van a decir, “¡ah! ve que lindo, gracias por participar y hacer la presentación. Está mal hecha, pero gracias por hacerla”. Eso no va ser así.

Eso es lo que afrontan estos niños tan acostumbrados a que, hagan lo que hagan, lo que se aplaude es el esfuerzo. Por supuesto, no digo que deberíamos reforzar el que no se hagan bien las cosas, y que sea la normal. No se debería aplaudir si el niño saca cero, pero sí enseñarles a ganar y a perder. A nadie le gusta perder, y a los niños les afecta peor, pero si no les enseñamos a perder a nuestros hijos, de adultos no sabrán qué hacer en un ambiente laboral, en donde no le van a aplaudir el esfuerzo. No va saber qué hacer y se podría dar problemas laborales, comoe en la universidad, o en ambientes más demandantes que el colegio.

¿Esto sería un detonante de depresión?

Así como para una depresión clínica, dependería de cada persona. Pero sí podría ser un factor de falta de confianza en sí mismo, y ser un factor de incomodidad en el medio social. Eso de pensar, “¿Porqué en el colegio sí me dejaban pasar y ahorita que entré a la U me esta costando tanto?”, y es cuando se tiene que enfrentar a eso.

¿A estos niños no se les prepara para perder?

Es eso, no se les enseñan a perder, y cuando pasa, porque es inevitable en la vida, algunas veces perderemos, por razones académicas o emocionales, uno tiene que aprender a fracasar, y parte es dejarlos hacer las cosas por sí solos.

¿El fracaso infantil no es tan malo después de todo?

No diría que es malo, depende mucho de como se maneja y se enfrenta, un niño que fracasa constantemente y se le tacha que solo fracasa, eso obviamente es harina de otro costal, pero sí es necesario enseñar que no siempre se gana.

¿No considera que eso de “todos somos ganadores” responde solo a cierta clase social?

Claro, en el nivel socio económico medio y alto, es en donde es más prevalente. En los niveles bajos no se da tanto ese problema, por ejemplo el de las dietas, ahí se come lo que hay.

Libros que puede interesarle

Estos libros pueden reforzarle o darle otros puntos de vista, respecto del tema.




No hay niño malo. 12 mitos sobre la infancia (Teresa García Hubard)

Además de preocuparse por la educación de los pequeños esta autora recomienda disfrutarlos. Teresa García Hubard opina: “He visto surgir dudas y temores que hacen que los padres busquen estrategias educativas ‘garantizadas’ centradas en la disciplina, la autoridad y la excelencia académica”, sin embargo olvidan construir una relación empática con sus hijos, una relación centrada en la conexión emocional, sustentada en el diálogo y la confianza”.




La inteligencia del éxito (Anxo Pérez Rodríguez)

Para Anxo es un mito lograr el éxito solo naciendo en cuna de oro o acudir a una universidad costosa. Sin embargo considera que aún con esas características es muy probable que no todos los que cumplen esas condiciones triunfarán. En este texto el autor dice que el triunfo es algo que solo depende de uno mismo: “Todo lo que sucede en la vida de las personas es el resultado de una cadena de reacción. Podrías consultar a cualquier persona y preguntarle cómo ha llegado al punto en el que está hoy, y si ese punto es el último de una ruta de 10 pasos, todos podrían contarte cómo llegaron al paso diez, cómo este fue provocado por el paso nueve, este por el ocho y así sucesivamente hasta el paso uno”, dice. “¿Qué significa esto? Que dado que el punto final de la secuencia es impredecible, no debes preocuparte por el desenlace final, sino solo por el paso siguiente”.

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