El (des)amor en los tiempos de Facebook imagen

Cuando Facebook dice “hoy tienes recuerdos…” jugás una ruleta rusa emocional, no sabés si te caerá una gota de limón en la llaga del corazón. Pero la culpa es tuya, no de esa red social.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Raul de la Horra es sicólogo, columnista de elPeriódico y mago. De la mejor manera convergen en él esas tres cualidades, y por ello él nos ayudó con este Relato. Necesitábamos a alguien que nos ayudara a entender el amor en estas épocas digitales. Quizá no encontrés un resultado del todo agradable, pues esta entrevista nos acuerda de que somos nosotros los únicos responsables. Bloquear personas o recuerdos de Facebook no es la solución si no los has superado. Cuidado, este Relato muerde; la entrevista podría magullarte el ego.

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Primero quisiera entender, ¿cómo es que funcionan los recuerdos?

Nadie sabe cómo funcionan exactamente. En todo caso, los recuerdos no son información estática ni fiel, como la de una grabadora o una cámara de cine, como a menudo se piensa. Los recuerdos cambian de matiz y de intensidad, incluso relativamente de contenido, según las circunstancias en las que uno recuerda. De hecho, uno reconstruye y reelabora constantemente los recuerdos, y hasta se llegan a crear falsos recuerdos de cosas o de hechos que uno jamás ha vivido.




¿Cómo es el amor en los tiempos de Facebook?

El amor en los tiempos de Facebook es tan auténtico o tan falso como lo era ya sin Facebook. Es decir, no pienso que el Facebook haya traído un cambio sustancial en la calidad o en la manera de relacionarse de las parejas: aquellas personas que solían o suelen tener relaciones superficiales, conflictivas o inseguras con los demás, en particular con las personas del otro sexo, seguirán teniéndolas igualmente, con o sin Facebook.

Igual sucede con las que tienen relaciones más “maduras” y profundas: estas tenderán a prescindir de Facebook, pues lo que ha traído Facebook es la posibilidad de constituirse en una vitrina a través de la cual los enamorados y las enamoradas, carentes de imaginación, se exponen a la mirada social para sentirse confirmadas, aprobadas, queridas y aplaudidas. En este asunto del amor, las relaciones más intensas y verdaderas no necesitan mostrar su verdad ante la opinión pública, pues hay un cierto pudor y una cierta inteligencia vital que impiden convertir en espectáculo algo que es y debe ser sanamente egoísta.

¿Por qué si Facebook nos recuerda un hecho –con una fotografía– de ese amor que creímos muerto, de pronto reviven sensaciones y se genera una vorágine de sentimientos?

Es lógico que cualquier estímulo sensual (un perfume, una canción, un lugar, una fotografía, etcétera) nos dispare recuerdos atados a esas sensaciones y empecemos a tener algún tipo de “regresión”, cuya intensidad puede ir de la simple y tibia emoción, pasando por la nostalgia, hasta llegar a la conmoción más fuerte. También, a veces, hay experiencias que no se cerraron bien y es fácil que los recuerdos, buenos o malos, con sus consiguientes emociones, se disparen ante ciertos estímulos, sobre todo si se trata de fotografías.



Kiss, foto de Alfred Eisenstaedt en Times Square de la ciudad de New York, 14 de agosto 1945. 

¿Cómo sé si ya superé esa relación pasada, solo es cuando miro la foto y no siento nada?

Así es. Pero no es que “no sienta nada”, sino que el sentimiento es relativamente neutro, sin afectarnos o desestabilizarnos, sin avergonzarnos, sin enojarnos, o sin entristecernos.



Raúl de la Hora, sicólogo. Foto: Taringa!

Lo lógico, si me ocasiona ese malestar, sería bloquear esa opción en la red social. Sin embargo, ¿es eso lo más maduro?
“Si una espina me hiere, no peleo con ella, sino que me aparto” (dicho hindú). Bloquear a alguien podría ser una solución necesaria en ciertas circunstancias.


¿Borrar fotografías y bloquear personas en la red social es saludable para el estado emocional?

El pasado no se puede borrar ni cambiar, pero uno puede tener nuevas interpretaciones o nuevas actitudes hacia ese pasado, de manera que no se tenga por qué esconderlo ni enterrarlo. Uno solo se debe desembarazar de ciertas fotografías o vestigios de una relación pasada, o se debe bloquear a la persona, cuando el no hacerlo conlleva problemas y rompederos de cabeza que no es uno mismo quien los provoca, sino la otra persona.

Pasa también que, con el recuerdo, uno piensa meterse en el perfil de la otra persona y ver cómo está su vida… qué ha sido de ella. ¿Tal práctica es buena idea?

Si se hace con una sana curiosidad, ¿por qué no? Pero si es porque el proceso de separación o de ruptura fue doloroso para uno y todavía no ha sanado la herida (hay procesos que nunca sanan, porque las personas no los han sabido o querido superar), no tiene ningún sentido o ninguna utilidad meterse al perfil de la otra persona. ¿Con qué fin? Son situaciones de amor propio herido que deberían ser trabajadas con un sicólogo.



El beso, Francesco Hayez, (1859, óleo sobre lienzo, 110 x 88 cm, Pinacoteca Brera, Milán)

¿Por qué se revive el enojo si es pasado y se supone superado, acaso es el elefante blanco que de pronto aparece?

Solo nos hace sentir enojo, rabia o tristeza el recuerdo de aquellas experiencias que no terminaron bien o que no se cerraron bien. Si algo está verdaderamente superado, no tiene por qué desencadenar ni enojo, ni tristeza, ni nada, apenas un tierno afecto y agradecimiento hacia uno mismo, por haber sabido salir indemne y bien de aquella experiencia mala o nociva.

Las redes sociales dan consejos de cómo afrontar a los amores pasados, dicen “haz esto, haz lo otro”, pero no necesariamente son consejos de personas con el conocimiento adecuado. Por tanto, ¿qué es lo mejor en estos casos?

Lo mejor es consultar con un profesional de la sicología que pueda ayudarnos a crecer mental y emocionalmente.

¿Si incomoda el recuerdo, es porque el sentimiento no ha muerto?

Generalmente así es. Y el sentimiento no ha muerto porque uno mismo no ha crecido.



El beso, Gustav Klimt (1907-8, óleo sobre tela, 180 cm x 180 cm Ôsterreichische Galerie Belvedere, Viena, Austria.

Que sucedería si, de alguna forma, la vida se encargara de recordarnos a cada tanto nuestros fracasos amorosos. ¿Cómo sería el mundo?

Eso significaría que no hemos crecido interiormente ni un milímetro y que seguimos siendo niños inermes con un gran sentimiento de soledad y de carencia… sin nuestro chupete.

Parafraseando a Joaquín Sabina, y si se pudiera medir, ¿qué es peor, rememorar algo que pudo y nunca sucedió, o algo que sucedió y terminó mal?

Quizá rememorar algo que pudo ser y nunca fue. Es un estado patológico más grave que el recordar con rabia o con tristeza acontecimientos que terminaron mal.



Psique reanimada por el beso del amor, obra de Antonio Canova, (escultura  de mármol 1.55 m. X 1.68 m.  X 1,01 m. expuesta en el Museo del Louvre, París.

Respuestas a estribillos de canciones o frases de libros, desde la sicología

¿En asuntos de amor, siempre pierde el mejor?
Siempre ganan los dos o pierden los dos. Si hay alguien relativamente maduro y equilibrado, lo lógico es que este o esta busque y encuentre a alguien relativamente maduro y equilibrado. Si esto no es así (lo que sucede casi siempre), entonces pierden los dos, o bien ambos ganan en experiencia.

Es tu amor lo que espero, es mi amor de lo que huyes
Eterna paradoja del ser humano: “Cuando me acerco te pierdo, y en cuanto me alejo, apareces”. Es bueno no depositar expectativas exageradas en la otra persona, pues eso ahoga la relación. Muy frecuentemente buscamos relaciones simbióticas, fusionales, que matan la relación.

¿Qué tendrá el amor que te hace querer a la persona que menos se lo merece?
Si eso sucede es porque tú nunca has aprendido a amarte.

¿Es tan corto el amor y tan largo el olvido?
Sí, esa es la sensación que se tiene cuando una ruptura no ha podido concluirse sanamente. Pero si gracias a la ruptura logramos crecer interiormente, el recuerdo del amor vivido será siempre grato, y el dolor o duelo de la separación será relativamente corto. Porque hay que tomar conciencia de que un mundo fabuloso nos espera allá afuera, quizá fuera del barrio o de la ciudad en la que vivimos, o quizá fuera del país. Yo estoy a favor del exilio erótico.

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