Daisy tenía 11 años cuando su padrastro la embarazó (Parte 1) imagen

La historia de Daisy es un Relato que presenta otra cara de los embarazos no deseados, ni previstos.. ¿Y cómo? A los 11 años no se piensa en eso.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Ana Victoria Maldonado trabaja desde hace 4 años como coordinadora de proyectos del Observatorio en Salud Reproductiva (OSAR) de Guatemala, y parte de su trabajo es atender casos de menores de edad embarazadas. Ella nos colabora con un retrato hablado de Daisy, un Relato que presenta otra cara de los embarazos no deseados ni previstos.. ¿Y cómo? A los 11 años no se piensa en eso. 

Mañana, en la 2a. Parte, presentaremos algunos por qué de esta situación.

***

Hablaré de una niña de un área que yo suelo visitar. Ella es monolingüe Kekchí, de Chisec, Alta Verapaz. La llamaré Daisy;  fue víctima de violencia sexual a los 11 años y el padrastro, en ese entonces de 68 años, abusó de ella por 2 años.

“Él fue el primero que me vio menstruar”. Es como ella lo exterioriza; la mamá no sabía nada. Él, después del abuso y el embarazo, habló a la comunidad. Chisec es un área bastante lejana, conservadora, y además un lugar en el que el 90% de los habitantes son bastante religiosos, evangélicos. Incluso tienen dentro de sus autoridades al pastor como máximo líder.

El pastor era muy amigo del abusador. Cuando se entera del embarazo lo que le dice es, “vamos a juntar a la comunidad, en una reunión les diremos que cometiste un error y que estás dispuesto a reparar el error. Que la comunidad decida”.

Entonces realizan un juicio comunitario porque necesitan que una comadrona acompañe, como parte de la costumbre, el embarazo (en este caso de la niña). Pero entre las comadronas ninguna se hace cargo por la edad y baja estatura, pues además Daisy tiene una complexión delicada y  un cuadro severo de desnutrición por el tema de la pobreza.

Ninguna de las comadronas decide atender el parto y todas la refieren al servicio de salud. Es entonces cuando el señor, el responsable del embarazo, empieza a cuidarse porque sabe que puede ser visto como un delito debido a su edad y a la de Daisy. Decide agotar el tema en la comunidad.

Se levanta un acta en la que dice que “el hermano está arrepentido y pagará su error. Lo que hará es que como hay ‘tantas’ cuerdas de terreno comunal, él va a cultivar dentro de ese espacio, dos cuerdas y el maíz y frijol que salga, de una cuerda será para la comunidad por tradición, y la otra va ser para la niña. Para darle de comer a la niña y mantenerla. Además, deberá cuidarla y llevarla a su controles con el doctor”. Y lo ponen todo en el acta, como diciendo que está arrepentido. Pero resulta que eso es como agotar, en teoría, el Derecho Indígena y ancestral. Obviamente eso es inconcebible.

Entonces el padrastro tiene que ir al servicio de salud, y ahí dice que está acompañando a su hija, y lo hace. Pero llama la atención, ciertamente es su hija, pero no dice que él es el padre del niño que su hijastra está esperando. Y cuando en el centro de salud ven la edad, le preguntan quién es el padre, pero primero se hacen de un traductor, quien explica la situación. Para todo esto, pasan de 5 a 6 meses.

En estos casos, ahora la ruta establece que se debe referir a un hospital para que la atiendan y también es necesario hacer todo el proceso de denuncia. La PGN lo primero que dice es “hay que rescatar a la niña porque el agresor está allí, vamos a rescatarla”. Lo hacen, pero llegan por ella en una patrulla.

Daisy vive en un área en donde hay calor, viste blusa bastante transparente, proceden a trasladarla dentro de la patrulla. La comunidad se alerta, “¿por qué se la llevan y no dicen nada?” Es en ese momento cuando el señor agarra camino ese mismo día, huye porque sabe que es por él, sabe que él es el siguiente y se va.

A todo esto, Daisy llega a la cabecera departamental y establecen que la niña va ser trasladada a la capital. Habiendo un albergue en Cobán, la PGN decide que la traigan acá a la ciudad. Cuando llego a ver a la niña, a las siete de la noche en la estación de la policía, ella llora en su idioma y no se sabe qué dice. Luego nos enteramos que tiene náusea, dolor de cabeza, que no quiere comer y que tiene frío. Se le consigue ropa adecuada para que pueda sentirse más arropada, con 32 semanas de embarazo. La traen y finalmente entra a la ciudad a eso de las tres de la mañana, con lluvia y temor.

Al día siguiente encontramos que ella no se quiere bañar, no quiere comer, no se quiere levantar de la cama y se encuentra con una depresión terrible. Daisy no quiere hacer nada porque no entiende lo que le dicen, no le gusta la comida, le han puesto un pants y una playera para que se cambie y se bañe, pero ella no quiere, ella dice que el corte y el huipil no lo puede dejar. Es decir, está totalmente descontextualizada.

Finalmente, logramos que Daisy venga a la ciudad unos días y luego que regrese a Cobán. Cuando lo hace, Cobán no tiene condiciones para tener una niña así, por lo que deciden ponerla en una familia sustituta en el programa de la Secretaría de Bienestar Social. Visito Cobán y logro dar con la familia sustituta. Me topo con que vive con otra mujer kekchí, está en su contexto, pero esta señora, de cincuenta y tantos años de edad, la presiona para que se comporte como madre. Le dice “tenés que comportarte como una madre, como la mamá que sos”… Encontramos a una señora, con muy buena voluntad de ser parte de las familias ampliadas, pero tiene a su cargo a siete niñas más, también embarazadas pero de distintas edades, aunque siempre menores de edad.

Llega el momento del parto. En el servicio de salud indican que por su tamaño, por ser chiquita y delgada, no se pueden esperar a los dolores de parto: hay que hacer cesárea. Pero entonces hay un cambio de turno y el nuevo médico dice que no, que “podemos esperar a que tenga dolor de parto, que sea normal. ¿Para qué nos complicamos?” Luego de negociar, finalmente el doctor acepta. Se realiza la cesárea pero los puntos no se los dejan adecuadamente a Daisy… Luego en la fiscalía ellos argumentaron que era por que no tenían el material adecuado…

Sucede que a la niña le da una endometritis, una infección terrible, pero al final sale del hospital y regresa con la familia sustituta. El bebé se queda en el centro porque está muy pequeño. Se queda 7 días. Ahora bien, la niña llora porque no puede ver a su bebé. Pasados esos días, cuando el bebé sale, ella se queda por la endometritis. Terminó en el intensivo… total, no lo vio.

Pasa la infección y logra salir, pero resulta que ella no sabía que había que darle de mamar al niño porque ambos habían pasado sus primeros días distanciados. Entonces la mamá sustituta le dice cómo se tiene que poner al niño. Y cuando entrevisto a la mamá sustituta le pregunto: “¿qué ve en Daisy?” Y me responde: “Mire… no es buena madre, no cuida a su bebé, no quiere dormir con él… yo se lo tengo que poner, pero yo lo hago para que aprenda a dormir con él. No le quiere dar de mamar. Le digo que lo tiene que hacer… aunque no le salga leche, que allí se esté el niño, que esté succionando el pecho, así le va salir.”

Entonces le digo a Daisy que me deje ver… y nos damos cuenta que la niña no puede. Hablamos de una niña que ni siquiera el pecho tiene desarrollado. Le digo a la madre sustituta, “no le podemos exigir eso”. Además, ella quiere a su hijo, lo trata como a un muñequito, lo quiere, pero cuando llora, no sabe qué hacer, y dice, “toma es que llora mucho, ya no lo quiero, mira qué haces”.

Entonces toca decirle a la mama sustituta, “usted qué puede esperar si esta niña es víctima de violencia sexual, ¿cómo queremos culparla de no tomar y asumir un papel para el que ella no estaba preparada, que la niña no imaginaba?” Daisy ve su futuro, pero le preocupa. Ella misma dice… “mi futuro no va a ser igual con este niño. Me da miedo pensar en mi futuro, porque es mío, pero no lo quiero completamente”.

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