Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

No sabemos si enero es el mes más estoico del año, pero sabemos que le toca aguantarse el humor de la cuesta económica y del regreso a clases. Nosotros, los humildes mortales que habitamos este terruño, iniciamos también los ciclos escolares en todos los niveles. Pero en esa hermosa época de niño adolescente, en la que conocemos nuestra primera responsabilidad (ir a clases, aprender y convivir en santa armonía con los compañeritos) no era del todo atractivo. Este Relato reúne experiencias que nos hacen meditar acerca de nuestro sistema educativo, pero también que siempre hay una luz al final del túnel.

***

Nuevo año en la escuela, nuevos útiles escolares y nuevo uniforme, comenzar el ciclo escolar era cosa seria. Por tanto, acudimos a adultos de bien, gente correcta que no delinque para saber si les agradaba el regresar a clases. No es que no nos gustara aprender, lo que no agradaba era el sistema, el uniforme, levantarse temprano y dejar ese hermoso ocio que, todavía de adultos, extrañamos.



Calvin y Hobbes, tira cómica escrita y dibujada por Bill Watterson.

El párvulo salvaje

“Yo tengo una memoria bien vívida de cuando tenía 4 años. Era octubre y mi mamá me dijo El otro año irás al colegio como tu hermana. Y recuerdo que en ese momento, lo único que mi mente infantil podía pensar era ¡Oh Dios, he malbaratado mi tiempo libre!

Sin haber ido nunca al cole, sin haber empezado siquiera, estaba extrañando la comodidad de mi ocio, con mi mamá, mi abuela y mi tele.

¡Ah madres…! cuando llegué por primera vez fue un drama horrendo. Me di cuenta que me iban a dejar abandonado allí, lloré, grité y me arranqué el pelo. Me tiré al suelo y pataleé. Tuvieron que entrarme arrastrado y tuve que estar en una mesa aparte, porque a quien se me acercaba lo arañaba como animal salvaje. La maestra se condolió de mí, me abrazó y me sentó a la par suya y allí me tuvo todo el día. Tenía unos ojos azules enormes. Me pregunto que habrá sido de ella, voy a ver si está en el Feis”,

Alejandro Alonzo, 59 años.




“Me era indiferente. Era el niño abanderado. El colegio se me daba bien, pero no me apasionaba. En casa no había mucho que hacer. Ni modo”. 

Marvin Monzón, 25 años.




Sueños de redención

“Principalmente mi gana de no volver al colegio era porque se trataba de volver a someterme a una autoridad arbitraria y moral. Los curas hacían que la educación dejara de ser divertida. Adentro del colegio, es lo más parecido que he estado a un centro penitenciario: nos pasábamos la vida añorando el momento de salir y mientras tanto, traficábamos estampitas y trompadas para entretenernos.

Nadie está a gusto con saber que tiene que volver a cumplir condena. Salir por unos meses y volver a cumplir. Así por 15 o 17 años”. Julio Prado, 37 años




No todo es tan malo

“No me gustaba que se me terminaran las vacaciones. Era como hacer a un lado la libertad que gozaste durante tres meses y regresar a una especie de prisión, no sé. [Si pudiera decirme algo a mi yo de esa época] tal vez que la cosa no es tan grave, que al menos tuve acceso a educación (y a una más o menos buena -sin obviar sus deficiencias, claro está-) y que lo que actualmente soy (bueno, regular y malo) se lo debo en gran medida a aquellos años formativos. Algo por ahí” 

Julio Calvo, 47 años.




“[No me gustaba regresar a clases] Porque me la pasaba bien en la calle, con los amigos de la colonia, no había deberes, no había que acostarse temprano y levantarse temprano tampoco… ¿Cuándo comencé a aceptar de que no iba a cambiar eso en tu vida? Pues como en cuarto primaria” 

José María del Valle, 50 años.




El atuendo

“Lo que odiaba eran ciertas clases y reglas absurdas. En mi colegio tenías que usar las calcetas arriba de las rodillas y la falda debajo. Por ejemplo, si no la tenías así, te las quitaban como de ‘humillación’ y estaba tan metido el cabeza que una vez me estaba cruzando el bulevar Los Próceres y me vi las calcetas abajo y en plena bulevar me detuve a subírmelas ja, ja, ja.

También te ‘cortaban’ la blusa si la tenías afuera o tenías que aprender a usar tacones así que todos los viernes en los últimos años tenías que ir entaconada, cosas así… confundían el tema de valores, era desagradable realmente y no digamos usar uniforme. Para las fotos me mandaban una circular en la que decía expresamente que me peinara”, 

Lorena Flores Moscoso, 41 años.

-¿Te gustaba regresar a clases?

-Nel, yo quería seguir pelándola. Iba por información y a chingar a los demás, pero yo era algo así como si me respetás no te chingo, y si me chingabas era: O te chingaba de vuelta o nos volabamos verga, en resumen” 

Eric von Quednow, 33 años.

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte