Amar el fútbol contra viento y marea imagen

Este es el Relato de un seguidor de la Liga Nacional de Fútbol. Otorga los porqués de sus amores y desamores, de cara a la final del próximo domingo.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Tras semanas intensas de fútbol guatemalteco –bueno, quizá intensa no sea la palabra, pero el punto es que llega la final este domingo– se enfrentarán las huestes deportivas del Municipal y Antigua. Y si como nosotros se pregunta, ¿quién defiende el fútbol nacional a capa y espada?, encontramos a un fan anónimo quien nos explica por qué, pese a malos resultados por años y decepción, tras decepción, tras decepción… de rodillas se rasga las vestiduras por su equipo: los Rojos del Municipal.

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“Soy rojo, qué te digo, el fútbol nacional es un gusto adquirido, vos. He ido al estadio desde güiro con mi papá y ahora voy con unos amigos que están igual que yo, ja, ja, ja. Es que sí hay demasiada distancia entre los dos tipos de fútbol, el español y el guatemalteco. El domingo es la final y varios cuates del Municipal vamos a ir a ver el partido. Tenemos un ritualito: llegamos un par de horas temprano, tomamos unas chelas, comemos, pendejeamos con los cuates y eso.

Los disturbios como los ocasionados recientemente por los cremas, mmmm…. cómo decirlo, son unos impresentables. Van a Mazate y hacen eso, van a Escuintla y hacen eso, van a San Marcos e igual, por eso es que los clásicos son sin afición visitante. Los rojos no están exentos de eso, pero se calmaron bastante los rollos con la barra desde que mataron a Kevin Díaz; la gente del Pirulo ya no puede entrar a la cancha ni cuando Municipal es local.




Como los cremas del Comunicaciones tienen otro tipo de barra no funciona igual. La de Municipal es más verticalista, tiene a los Pirulos; en cambio Comunicaciones se maneja por peñas, que son un poco más autónomas, no tienen líderes claros y, además, tienen anuencia del equipo. Mirá, vos, los disturbios no deberían ser parte de ser aficionado del fútbol, pero así es.

“En los partidos ves de todo entre la afición,
incluso ves a seguidores del mismo equipo que se dan pija,
digamos que el aficionado del fútbol no es una lumbrera propiamente dicha”.




El que me guste el fut nacional es un placer culposo. Es que fíjate que tiene algo más allá de una cuestión del deporte, es más un rollo de rituales. Un día de ir a la cancha es así: tengo mi outfit, pantaloneta, tenis, camisola, gorra, lentes oscuros; luego llegás, te juntás con los cuates, te tomás un par de chelas, te hechás un porro.




Entrás así. Es una cosa maravillosa ver fútbol pedo. Es que esa es la cosa, incluso mi hermano me chinga, ‘¡puta! si podés ver hasta partidos de la liga de El Salvador’. Y sí, es cierto, me gusta mucho esa mierda. Es que, además, el de acá es el consumo inmediato, y a huevos que es más vistoso el fútbol europeo, pero nunca, nunca, nunca, va ser igual que ir a la cancha. Ahí hay mucho. Ahí está el deleite, verlo en el estadio. Yo soy un enajenado y además soy minoría por mi gusto al fútbol nacional. ¿Que por qué entro drogado? Es que mirá, si voy sobrio estoy va de fumar y me la paso nervioso, pero si estoy pedo estoy tranquilo y analizo las jugadas.

Hay varios tipos de aficionados. Está el mierda de la Ultra Sur, vaa vos, que hace cagadales. También el pisado que llega con los audífonos, que es lo que hago yo. Llegás, escuchás el partido y lo ves al mismo tiempo, de ahí analizás el partido y esas cosas.

Ahora bien, si hablamos del fut de la selección, hay mara que no la ve; los Ultras, por ejemplo, Ellos no alientan a la selección y no la ven porque hay jugadores de otros equipos. Es ridículo, más que religioso en términos generales. Decime, ¿qué razón lógica tiene ir a gastar plata para ver un entretenimiento pura mierda, sabiendo que van a perder?

Ves el partido y decís, ‘¡otra vez este hijo de la gran puta!, ¡otra vez este equipo de mierda!’, pero no lo podés dejar de ver. Y no es que lo haya intentado fervientemente. No, no lo hago. Los 90 minutos paso puteando, pero al siguiente fin de semana estoy viendo el partido. No sé si sea un desahogo, porque te genera más penas que alegrías.




Es estúpido. Es un dato estúpido si hiciera cuentas acerca de cuánto tiempo y dinero he invertido en esto. Yo soy de Escuintla y sigo a mi equipo, me gusta ver al equipo de mi pueblo, y me ha tocado ir a Cobán, a Xela… He seguido al equipo, lo voy a ver y solo a presenciar cómo van a dar las nalgas… y sé que van a dar las nalgas, pero ahí voy detrás de ellos.

“¿Por qué debería amar el guatemalteco su fútbol?… ¡Puta!… porque es opio”.

Soy más o menos como el novio maltratado. Es un gusto adquirido, pero es culpa de mi papá. Desde chavito me llevaba todos los domingos a la cancha y se volvió una costumbre. En el día a día el fútbol se utiliza para empezar conversaciones, pero en mi caso, si alguien habla mal de los rojos no me molesta, pero sí es incómodo que traten de sacar conversación trivial sin saber –y es mara que ve un partido cada mes. Ves mucha gente que es bien engazada con el fut español, y yo, ¡puta!, no tengo con quién hablar de Municipal, o de Escuintla o de la final del domingo. Es decir, sí hay, pero es menos gente.




Siempre voy a decir que la cancha no tiene rival. Es lo más bonito que hay. Con el grupo de amigos que iremos este domingo a la final, nos juntaremos a las nueve de la mañana afuera del Doroteo con la camisola puesta y todo.

Ponente, a nivel personal, uno tiene que agendar su vida, con la familia y las parejas. Hay que ponerse de acuerdo y hacer concesiones… los tiempos compartidos. Toca dar y recibir. También debo decir que se conocen chavas a las que les gusta el fútbol nacional. Sí suceden esas cosas, y se dice entre los aficionados, ‘¡qué suertudo aquel, se consiguió una roja!’. La mara dice, ‘¡puta, qué deahuevo!, anda con una chava que también le va al rojo’. Es como de tribus, digo yo.

Mirá, un escenario en el que un grupo de chavitos cremas le hace brincos a un grupo de adultos rojos… qué te diré, les dan verga… porque son estúpidos. Hace cuatro años fuimos a ver una final de Rojos-Cremas, y con mi grupo de cuates rojos íbamos en el transmetro. En la estación de La Loba se subió un grupo de chavitos cremas y estuvieron va de azuzarnos, ahí estaban va de chingarnos, y mirá… primero, no somos barras activos; y segundo, son chavitos de 15 años… un cuate me decía, ‘vos, cerote, yo tengo una carrera profesional, yo no quiero ir a parar a Torre de Tribunales por darle verga a un güiro. Es estúpido’.

Después se subieron más cremas, entonces ya se puso duro el asunto porque ya nos estaban amedrentando. Tuvimos que hablar con el piloto para que hablara por radio y los bajaron a todos en la estación de El Trébol. Y eso sucede porque la mara se pone estúpida, pero creo que eso es lo que me hace anormal, porque la mayoría de mara no evita los vergazos. Sí se da verga.

Yo conocí a un Ultra de Comunicaciones echándonos los tragos,
y él también es abogado. Me contaba que él ha estado guardado (preso) 
un par de veces por esas mismas mierdas. 
Se metió a la cancha en San Miguel Petapa,
se metió a la cancha en Mazatenango, cosas así.




Cuando es en Escuintla y los Rojos juegan soy el hombre más feliz del mundo. Prefiero que gane Escuintla, pero eso no pasa. La analogía que tenemos con los cuates es que es como que tu novia y tu casera cogieran con vos al mismo tiempo. Y pasa algo interesante. Por ejemplo, cuando Escuintla está en Liga Nacional, la barra de Municipal y la de Escuintla no tienen problemas, los ves afuera y se echan los tragos; mientras que la Ultra crema, esos animales no hacen amistad con nadie. Solo llegan, le dan verga a la gente, asaltan y eso. Cuando llegan a Escuintla es un desmadre. Mientras que cuando llegan los Rojos todo es normal, es cordial, se toman fotos y chupan juntos. ¿Qué te diré? Los Cremas y Xela tienen una de animales ahí, muy problemáticos.

Si tengo hijos, me gustaría transmitir la pasión pero más moderada. Llevarlos a la cancha, que conozcan un espacio deahuevo donde compartís. Ahora que voy a Escuintla, yo soy el que llevo a mi papá al estadio y nos tomamos un par de chelas. Eso de heredar lo veo con mis cuates que tienen güiros: el nene de 5 años va a ver al rojo o al verde… me gustaría transmitirlo, pero más mesurado, no es deahuevo ir al estadio y ver a un montón de hijueputas agarrándose a pedradas. Creo que no es algo correcto para un güiro.



Fotografía cortesía Erick Ávila

Los más turbios

“No sé si habrá alguna solución, ahí ya es una onda de sociólogo, pero, mano, somos una sociedad enferma. Somos muy violentos. He visto cada cosa, cada animalada. Cuando fuimos a ver el ascenso de Escuintla en Cobán nos echaron a pedradas al minuto 80 porque les ganamos… nos corrieron los cobaneros. El estadio de mierda ese ni tiene graderíos.

Y recuerdo un clásico que fui a ver con mi mejor amigo y su tío. Por hacerle huevos al viejo entramos al lado de los cremas y cuando salimos un don bien a verga se puso a disparar al aire.

En Escuintla, una vez vi cómo un señor le pegaba a otro pisado sí… ves cosas bien turbias”.

*Fotografías: Orlando Estrada

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