Ana Roselia Pérez Junay es una de las 40 víctimas del Hogar Virgen de la Asunción. Ayer fue enterrada en la comunidad La Yerbabuena, en Zaragoza, Chimaltenango, una población rural ubicada a 62 kilómetros de la ciudad y con condiciones de pobreza.
Ella, junto a sus 6 hermanos, fueron separados de sus padres por una denuncia hecha por un vecino; las autoridades decidieron trasladar a los menores al refugio Shadai en San Lucas, Sacatepéquez.
Según Berta Pérez, tía de los menores, Ana se había escapado del primer hogar y regresó a su casa con su familias. Sin embargo, la Procuraduría General de la Nación la recogió de nuevo y la trasladó al hogar donde falleció junto a otras 39 menores.
“Frijoles, tortillas y ropa no les faltaba a los niños”, cuenta Pérez con lágrimas en los ojos.
Los vecinos manifestaron su molestia y señalaban que si el Estado se los llevó era por que supuestamente les iban a dar una vida mejor.
“Hubiera sido mejor tenerla en la casa comiendo frijolitos, que verla metida en ese ataúd”, contó otro de los familiares.
La familia ahora exige que devuelvan a los otros 6 niños. “No queremos que nos los regresen en una caja como sucedió con Ana Roselia”, señalan.
Ana Roselia tenía 14 años, en estos días su familia iba a verla de nuevo después de cumplir un mes en el hogar. La visita, les habían informado, era mensual. Nunca imaginaron que la verían de nuevo, pero dentro de a una caja blanca.
Los seis hermanos continúan bajo la tutela del Estado, pero su familia no sabe aún si se enteraron de la muerte de su hermana, a la que nunca volverán a ver.
“El gobierno se la llevó y la regresó en una caja; queremos que se haga justicia”, gritaban los familiares durante el entierro.