Veía manos moverse y no entendía imagen

Una discapacidad no es impedimento para comunicarte o lograr tus metas.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Conversé con Niurka Bendfeldt, fundadora y directora de la Asociación Educativa para el Sordo  (Asedes). 

Cuando llegué a la Asociación, un chico abrió la puerta y lo primero que me dijo con señas fue: no puedo escuchar. O hablar, en realidad no entiendo lenguaje de señas. No concibo que con esa primera frase alguien bloquee su comunicación, pero para una persona sorda o muda, decir esto es necesario ¡qué diferente habría sido si yo hubiera podido responderle!

Paso a la oficina de Niurka y con mucha seguridad me cuenta:

Soy Niurka, sorda de nacimiento. Muchas personas cuando me escuchan hablar piensan que soy una persona oyente, pero no. Mi causa es porque a mi madre le contagiaron rubéola, este es uno de las peores motivos que dañan al bebé en formación. Mi madre, al visitar a los médicos, le dijeron que me abortara. Ella se opuso.

El término sordo-muda no es el término correcto, es sorda. Porque la persona muda tiene otra discapacidad, pero lo asocian porque piensan que el sordo por no oír, tampoco puede hablar o comunicarse.

La sordera no es una enfermedad, es una condición.

El primer sonido que escuché fue el de un avión ¡amo los aviones! Son música para mis oídos. Luego, el canto de un grillo y el tercero fue una balacera.

Dios me puso tres sonidos de la vida: el aire, la tierra y la realidad.

Me gradué de la Universidad del Valle de Guatemala. Soy terapista especializada en problemas de la audición. Saqué diplomados en Costa Rica, Panamá, Venezuela y Perú, ahora estoy terminando una licenciatura en educación y psicopedagogía.

Cuando fui a la Asociación de Sordos de Guatemala (ASORGUA) por primera vez veía las manos moverse y me sorprendí que hubiera más personas sordas. Yo no entendí lo que me decían y ellos me rechazaron por hablar. Entonces, me vi partida en dos mundos: la comunidad sorda me rechazó porque hablaba y la comunidad oyente porque no hablaba.

Pasaron años para que entendiera mi misión, que es ASEDES. Empecé dando terapia para niños sordos y clases de señas en la Universidad de San Carlos. Después, de batallar con pagos y que nadie nos conocía, estuve a punto de cerrar. Pero, me refirieron con Alan de León, quien acababa de quedar sordo por un accidente.




Él era una persona normal como tú: iba y venía, trabaja, estudiaba en la Universidad. Y de la noche a la mañana su cuerpo se atrofió. Él tenía 4 años encerrado en su casa y yo contaba con el mismo tiempo con el proyecto. Y cuando le conté de ASEDES me dijo que no cerrara.

Alan tuvo dos paros cardíacos, muerte cerebral y estuvo en coma dos meses, pero al salir de esto él rehace la logística del proyecto y me dijo: “Estás mal encaminada”.

Él ve la parte administrativa y yo la educativa. De la noche a la mañana, se levantó la Asociación. ¿Muerte cerebral? Aún no lo concibo. En mayo cumplimos 10 años de ASEDES.

Hoy contamos con 20 niños del centro terapéutico. En el colegio tenemos 18 alumnos. Y en la academia de señas tenemos de 150 alumnos para arriba.

Ahora somos dos historias que nos dedicamos a ayudar a niños y jóvenes sordos. Porque lo que me pasó a mí y a él, es para demostrarle al mundo que un sordo puede hacer cualquier cosa. Y eso va para cualquier discapacidad. El límite se lo pone una misma. Si no tienes a Dios, no tienes nada.

Además de ser colegio, avalado por el Ministerio de Educación, dar terapia y enseñar lenguaje de señas; son parte de la mesa técnica 51-28, para que el Congreso apruebe la ley de la lengua de señas como segundo o tercer idioma oficial en Guatemala.




Todo esto para cambiar vidas, sensibilizar a personas oyentes y para mostrarles que las personas sordas forman parte de la sociedad.

No tienes que ser sordo para aprender

Fer de León tomó la decisión de aprender porque cuando estaba en 2do. o 3ro. primaria le enseñaron el abecedario en lenguaje de señas: “Pensaba que hablar en señas era deletreando”. Llegué emocionado con mi abuelito y le dije: “No tienes necesidad de hablar con la voz, ¡sino con señas!”.

A los 2 meses operaron a su abuelito de la vesícula y luego de la próstata. En el hospital, lo primero que me dijeron las enfermeras fue: “No puede hablar, no haga que hable”. Lo primero que hice fue decirle: “Hola ¿cómo estás?”, con señas y él me respondió: “Bien”, deletreado.



Salón de ASEDES.

Encontré Asedes, estuve pendiente de la convocatoria y pensé ahora o nunca. La gente me decía: “¿Quién es el sordo en tu casa?” y yo decía: “Pues nadie”.

A mi abuelito le dio un derrame cerebral, perdió el habla y la movilidad. Llegué con él y le dije: “Hola ¿cómo estás?” con señas, pero en esta ocasión no me pudo responder. Me escuchaba, pero no podía expresarse.

Y esa frustración de que alguien no pudiera comunicarse, fue la razón para que estudiara lenguaje de señas.

Ha sido y sigue siendo un reto y una aventura:

En una Xpo Comicon con mi sobrino, había un área con niños de la misma edad y él se quedó ahí. Una nena lo perseguía y medio balbuceaban. Yo veía a una mujer joven atenta a ellos dos. Y le pregunté si era la mamá de la nena. Y ella me hizo la seña de sordo (señala su oreja y lo lleva a la boca).

Yo me sorprendí, me presenté y ella rapidito me habló con muchos movimientos de manos. Me preguntó dónde estaba aprendiendo señas y resultó que ella también, junto a su hija iban a Asedes.

Me di cuenta que mi aporte o la forma como tú puedes prestar tus oídos a la comunidad sorda pueden ser de muchas formas. Lo mío es visibilizar a la comunidad sorda y sensibilizar.

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