Una bocina, un bus y la pasión por el rap imagen

Esta es la historia de dos amantes del rap, que sin darse cuenta llevan un mensaje a los usuarios del transporte público.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Gerson Arias, Mickey Rap, es un joven que junto a su hermano Eduardo se ganan la vida “rapeando” y su escenario es un bus.

“Empecé escuchando música instrumental y a los 17 años conocí el rap”, cuenta Gerson. Esto, gracias al hermano de un compañero de la escuela, con quien compartía muy seguido, él conoció por primera
vez la poesía. “Después de ver el cuaderno de mi amigo, lleno de letras y mensajes, me llamó la atención, entonces escribí sin saber que luego sería mi pasión”. 

El tiempo pasa, la tinta se gasta y las letras se esparcen por los aires. Mickey Rap, como se hace llamar, está listo para el escenario. “Mi compañero me invitó a ver lo que hacía, ese fue el primer día que me subí a un bus, sin pensar que en poco tiempo iba a ser mi escenario para expresar mis sentimientos”. 



foto: Juan José Muralles 

Recuerda que la primera vez que se subió a la camioneta, los nervios y las ganas de cantar le llenaban de felicidad. “En ese momento, dije no sé hasta dónde voy a llegar, pero lo único que deseo es enviar un mensaje con conciencia”, comenta
el rapero. 

Uno de sus principales objetivos de cantar rap es poder enviar, junto a su hermano Eduardo, un mensaje a su público. “Esta pasión, este talento que nos brindó Dios ha sido el escape de muchas cosas malas, como las pandillas, drogas, etcétera
. No importa que a veces no ganemos lo necesario, pero la satisfacción es saber que las palabras que salen de nuestra boca, son el aliento para otros”, dice Eduardo Arias. 

“Mi forma de conocer el rap, fue muy distinta a la de mi hermano, yo pasaba por problemas económicos muy fuertes, entonces mi hermano me pidió que lo acompañara a ver cómo rapeaba”, comenta Eduardo.

  



Foto: Juan José Muralles 

Eduardo acompañó a su hermano y mientras él sostenía las bocinas, las líricas le llegaron al corazón. “Cuando escuché a mi hermano después de ese día, podía observar cómo su arte influía en las personas, incluso capté el mensaje”.

Así es como los hermanos Arias empezaron a cantar en los buses, no importando la hora y el día, su pasión cada vez creció. Las ganas de salir adelante demostraban a su público por qué estaban allí. 

“Muchas personas nos han felicitado, pero particularmente recuerdo que un caballero con los ojos llorosos se acercó antes de bajarse del bus y dijo, que le había gustado el mensaje, ya que su hermano el día anterior se suicidó”, expresan
ambos. 

Cada persona tiene una historia por contar, no importa de dónde eres, tu talento será la inspiración para otras personas. “Muchas veces los usuarios piensan que quienes se suben a los buses son delincuentes, pero no es así, nosotros nos subimos para ganar nuestro alimento y siempre con el respeto hacia nuestro público”, relatan los
hermanos.

Como toda profesión tiene una remuneración y los dos luchan cada día con esto. “A veces hay personas que exigen se les dé una ayuda, pero eso se gana, nosotros no esperamos nada de nadie, simplemente queremos que el mensaje llegue a los corazones del público. Las personas al darse cuenta de nuestro talento les nace de corazón ayudarnos y eso significa mucho”, narra Eduardo. 

La noche se acerca y la bocina se apaga, es hora de separarse. Gerson regresa a la casa de su mamá, mientras Eduardo regresa junto a su esposa, las líricas quedan en el corazón de sus público y su escenario los espera para seguir brillando. 

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