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Siempre inquieta, amante del fútbol y con un espíritu inquieto por todo. A María Teresa, de 34 años, la pintura la ha acompañado durante toda su vida como una pasión, recuerda que desde que tenía 3 años vendía tarjetas pintadas por ella. Al crecer se dio cuenta de que dedicarse a esto no era tan fácil como para convertirla en su principal fuente de ingresos hasta ahora, pero pintar la ha impulsado a emprender, ha sido una distracción al tener que quedarse en casa.

María Teresa no dejó de pintar, pero decidió estudiar diseño gráfico en la universidad y dedicarse por completo a esto. Sin embargo, conforme fue pasando el tiempo se dio cuenta que aunque le gustaba lo que hacía, estaba en desacuerdo con los cambios gráficos que debía realizar o que sus jefes le pedían. Así fue como decidió dedicarse a otro oficio y llegó al maquillaje en el que puso en práctica todo lo que le apasionaba.

Por mucho tiempo trabajó en la producción de televisión, también en eventos grandes que requerían largas jornadas de trabajo. Además, comenzó con una empresa de maquillaje con la que al principio fue su modelo, para pasar a ser maquillista, luego asesora y actualmente en el área de mercadeo y en los talleres para las vendedoras.

Todo esto le apasionaba, su oficina nunca era en un mismo lugar y constantemente viajaba porque la empresa así se lo requería. Recuerda que en uno de estos viajes, su compañera le comentó que ahora hacían impresiones en la ropa de la pintura o fotografía que quisieras, entonces averiguó sobre el precio. “Pensé que era elevado por una pintura que en realidad yo podía hacer y más personalizada”, recuerda.

Así que al regresar del viaje comenzó a experimentar en la ropa; su primera pintura sobre tela fue en su propia chaqueta y entonces investigó la técnica para elaborarlo profesionalmente. Al principio era solo para los más cercanos, ya que como explica María Teresa adquirir una pintura personalizada de un personaje que te encante no es barato.

Sin embargo, cada vez mostraba más su trabajo en redes sociales y comenzó a tener de 80 a 100 mensajes diarios de personas que preguntaban cómo podían adquirir una chaqueta de lona personalizada. De un sueño esto se volvió real para María Teresa, que alguien más tenga una pintura suya, se tome el tiempo de ver su trabajo y quiera pagarlo para tener una prenda única. 

“Yo soy mi mayor crítica y por eso nunca hay dos pinturas iguales, siempre trato de que el diseño que elijamos esté acorde con su personalidad”, relata.

Para esta joven, el emprendimiento es todo y el que marcó una etapa más en su vida, saber aprovechar su tiempo, ya que para ella esto es más que una pasión porque se ha convertido en un negocio que espera se expanda más adelante a una marca personal. Pasar de ser la niña rara que pintaba todo a creer que una persona quiera tener una pintura de ella y aunque por ahora su energía está enfocada en la personalización de prendas, no descansa en perfeccionar su pintura en otros estilos como en crayón, acrílico y también en spray.

Fuente: Instagram mariateresa_gt85 

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