Si Eduardo no hubiera salido a quemar cohetes, hoy estaría en su escritorio imagen

Su ausencia es notoria en el aula. Sus compañeros están tristes, extrañan a Eduardo y Obed.

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Si Eduardo no hubiera salido a quemar cohetes, hoy estaría en su escritorio




El escritorio donde se sentaba Eduardo, hoy está vacío.

Ni sus bromas ni su risa se escucharán más en el aula que lo acogió el año pasado.

Eduardo ya no estará entre sus compañeros, de quienes nunca pudo despedirse.

La muerte lo sorprendió la madrugada del 31 de diciembre, a él y su amigo Obed, cuando cayeron en lo profundo de un barranco.

Sus bicicletas quedaron en la planicie.

Ellos habían ido a quemar cohetes a ese lugar, pero aparentemente resbalaron y rodaron hasta abajo, donde un cuerpo quedó sobre el otro.




A Eduardo se le encontró la ametralladora de cohetes aún en una bolsa que llevaba amarrada a su pantalón. Obed y él estaban severamente golpeados.

Eduardo tenía 14 años y Obed, 12.

Las madres de ambos, desesperadas por ver que no regresaban, fueron a pedir ayuda a los bomberos, quienes junto al Ministerio Público los encontraron.

Eduardo era un joven muy amigable, dice una compañera de su clase y quien lo vio por última vez el domingo, previo a celebrarse la llegada del año nuevo.

Siempre respetaba a las niñas del colegio. A mí me acompañaba algunas veces a mis clases de guitarra, recuerda otra amiga.

A ambos les gustaba jugar futbol, más que cualquier cosa; además, tenían amigos donde fueran.




Eduardo tenía una novia de la misma edad que él.

Ella escribió en su muro la tristeza que la invade. “Por qué me tuviste que dejar, no sabes cuánta falta me harás, Amor Mío”

Su madre está muy triste. Era su único hijo varón y lo había inscrito en un colegio cristiano para que siguiera aprendiendo valores.

¿Quién consuela a una madre, que recibe el cuerpo de su hijo el último día del año? ¿Y a un padre que viajó a EE.UU. para darle un mejor futuro a su hijo, pero no pudo asistir a su sepelio?




Los bomberos advierten a los padres de familia sobre el peligro que implica dejar salir solos a sus hijos, sobre todo en fiestas de fin de año, por lo que les piden precaución con los lugares que impliquen peligro.

Eduardo, en su corta vida, siempre dijo que quería estudiar mecánica. Tenía habilidades para eso.

Pero sus sueños nunca más se harán realidad por una tragedia.




Hoy, sus compañeros de aula seguirán sus estudios sin él. Y el pupitre de Eduardo, ese de la fila de en medio, quedará vacío.

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