Quise morir pero el milagro del amor cambió todo imagen

Hoy, Carmela es una gran artista, diseñadora y mamá. “Aprendí que nadie tiene el derecho de hacerte sentir menos de lo que eres”.

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Carmela Enríquez cuenta que su niñez fue muy agradable, “recuerdo que mis padres lucharon siempre porque yo creciera bien y feliz. Mi mamá era muy tímida, sin embargo, siempre dejó que yo expresara mi esencia. Mi papá era un gran ejemplo para mí, pero fue hasta un tiempo después que pude conocer quién era en verdad”. Conforme fue creciendo se dio cuenta que en su hogar no se vivía a colores, pasó por momentos que impactaron su vida, pero hoy se han convertido en un recuerdo.

“Me gradué del colegio, posteriormente entré a la universidad a estudiar diseño y luego comencé a trabajar. En 2007, comencé una relación con un hombre del que me enamoré locamente, cinco años después, en 2012 me enteré que me había sido infiel desde el inicio de nuestra relación. Fue una experiencia espantosa, me costó de formas inimaginables poder volver a confiar en alguien, me sentía sin fuerzas y llegué a perder el amor que sentía por mí misma”.




Carmela dejó de cumplir sus metas y no tardaría en perder su trabajo. “Dejé de comer, quería pasar en cama todo el día y luego encontré mi refugio en el alcohol. Sabía que me destruía, pero necesitaba sentirme aislada de los problemas y los sentimientos de ese momento. Recuerdo que esperaba siempre que fuera de noche para poder volver a salir de fiesta, estaba perdida”.

Los últimos meses del 2012 fueron los peores para ella, comenzó a investigar sobre algunos métodos que podría seguir para quitarse la vida. “Me quería matar, recuerdo que cerca de mi casa había una calle donde continuamente pasaban camiones así que mi primera idea fue atravesarme mientras estos transitaban. También pensé en una sobredosis con pastillas, incluso tirarme de un puente”. Para Carmela todo estaba perdido y no había tenido la oportunidad de ver la otra cara de la vida y las cosas lindas que podría ofrecerle. Pero, entre todo lo que le sucedía, aún había motivos para encontrar el camino de la felicidad. 

Carmela despertaba una vez más, las constantes ganas de dejar de vivir le seguían invadiendo, hasta que un vecino y muy buen amigo apareció. “Me dijo que saliéramos a hacer lo que yo quisiera, que él lo iba a compartir conmigo. Pude haberle pedido cualquier cosa, pero desde hace muchísimo tiempo quería aprender a montar bicicleta, así que esa fue mi elección. Tenía miedo, sentía que no lo iba a lograr, en especial por cómo me sentía en ese momento, lo cierto es que fue todo lo contrario. No puedo explicar mis emociones de aquel tiempo, sentí que estaba volando, que volvía a la vida”. 

   




A partir de entonces comenzaba a cambiar el rumbo de sus sentimientos y el año nuevo le traería cambios definitivos. Fue para ese 31 de diciembre de 2012, que ella decidió que todo iba a terminar y que iniciaría de nuevo el 1 de enero. “Parece cliché, pero para mí fue muy real. Me di cuenta que si me sentía bien, iba a emanar luz y transmitirlo a los demás, ¡y vaya que funcionó!”. Unos días después de comenzar una vida nueva, se reencontró con Jorge, el amor de su vida y quien es ahora su esposo. “Venían los milagros, la alegría y me sentía llena y serena. El tiempo fue trayendo cosas lindas y nos dio a una bebé hermosa a la que decidimos llamar Carmela, que hoy se ha convertido en nuestra mayor bendición. Veo en ella solo amor.




Hoy Carmela es una gran artista, diseñadora y mamá. “Aprendí que nadie tiene el derecho de hacerte sentir menos de lo que eres. Yo descubrí la mejor versión de mí y me encanta, fue eso y el amor por mi familia, lo que hoy me mantiene de pie”.

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