Sexo, sexo y sexo es lo que muchas veces pensamos cuando llega la pubertad y una de las formas de experimentar el placer es por medio de la ¡pornografía!
Cuando eres adolescente el morbo aparece y el mundo de la pornografía está a la orden del día, ¿te acuerdas? Cuando se te “subían” las hormonas, ibas directo al cuarto o al baño. Pasabas tus momentos “felices” a gusto y cada vez frecuentabas esos canales prohibidos, que tenían un dispositivo para poder verlos. Sin embargo, el verdadero problema no es verlo sino controlarse para evitar la ADICCIÓN.
Yuyu Catalán (27 años): “Porno la verdad, como dos veces en mi vida lo he visto y solo fue por curiosidad, de allí jamás me llamó la atención. Y no me provoca morbo o placer”.
María José Dubón (26 años): “Molestando decidimos con unos amigos ver pornografía. Nunca fue por placer sino por diversión”.
Raúl Velásquez (29 años): “Sí vi pornografía durante mi adolescencia, recuerdo haber visto el canal Venus, pero nunca fui adicto. El morbo era porque uno no había tenido relaciones sexuales”.
Ian Santander (20 años): “Hace mucho tiempo que no veo pornografía, pero el porno “mainstream” ya no me llama la atención y me refiero a ver mujeres muy perfectas y falsas. Antes de dejar de verlo me gustaba ver “porno amateur” y la razón de verlo fue por placer”.
Adicción
Es un tema importante cuando nos referimos a la adicción a la pornografía, ya que tu salud emocional, psicológica y física está en juego. Muchas veces cuando no se controla esa ansiedad de ver porno puede provocarte serios daños ¿sabes por qué?
Consecuencias físicas
• La elevada exposición a material pornográfico provoca que se necesite más cantidad para llegar a un estado de excitación. Esto suele afectar a la relación de pareja, ya que esta se vuelve un elemento “poco excitante”.
• Aunque no hay estudios científicos fiables que lo demuestren, la masturbación compulsiva, presente en la mayoría de los casos por el consumo excesivo de pornografía, puede provocar alteraciones sexuales como eyaculación precoz o disfunción eréctil en los hombres y anorgasmia o falta de deseo sexual en las mujeres.
• Cansancio. Por lo general, estas personas suelen aprovechar las horas nocturnas para dar rienda suelta a su adicción, por lo que terminan durmiendo pocas horas con todas las consecuencias que eso implica.
Consecuencias emocionales
• Sentimiento de vacío. La persona no es capaz de seguir disfrutando porque ya no encuentra nada diferente en la pornografía.
• Sentimientos de culpabilidad. La persona sabe que no debería priorizar la pornografía, pero es incapaz de dejarla. Esto puede llevar a estados depresivos.
• Ansiedad. Sobre todo se produce cuando la persona sabe que deberá estar unas horas o días sin poder consumir pornografía, esto provoca algo parecido al síndrome de abstinencia.
• Irritabilidad. La persona se vuelve arisca, irritable.
¡Quiero controlarme!
Cuando empieces a reconocer que eres un adicto de la pornografía, estás dando un gran paso. Al principio es difícil, pero nunca imposible. Por ello te traigo un par de soluciones y así evitar como decían mis amigos “¡te van salir pelos en las manos!”.
• Márcate un tiempo máximo diario para el consumo de material pornográfico.
• Prioriza la calidad antes que la cantidad. Escoge aquel material que te gusta, sé selectivo y consume solo uno por sesión.
• Evita la tentación. Navega por Internet con las puertas de la habitación abiertas, no lo hagas en el lavabo. Además, contrata una tarifa de datos limitada en tu dispositivo móvil, de manera que no puedas cargar videos.
• Disfruta de las relaciones sexuales, de los olores, las texturas, las sensaciones que te ofrece el cuerpo de otra persona.
• Cada dos veces que te masturbes, una de ellas hazlo sin pornografía. Utiliza tu imaginación para recrear fantasías y mastúrbate poco a poco, concentrándote en las sensaciones.
Ahora ya sabes todo con medida.
Fuente: Siquia