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Se convierten en guías y hacedores de milagros. Estos animales de cuatro patas son los ojos de aquellos que no pueden ver, comúnmente se les conoce como “perros guías”, para ellos son “ángeles caninos”.

El doctor Gerhard Stalling abrió la primera escuela del mundo dedicada al entrenamiento de perros guía para personas no videntes. Pero fue hasta el 2001 que llegaron los primeros lazarillos, procedentes de la organización Leaders dogs for the blind, a Guatemala.

“Si de por sí movilizarse en la ciudad es difícil, imagínese para nosotros los no videntes es aún más”, relata Hugo, vendedor de lotería de la zona 1, y quien, a raíz de un glaucoma perdió la visión. Junto a él siempre se encuentra su fiel y buen amigo Guido, un labrador retriever color café oscuro con manchas blancas.




El pecho de Guido está cubierto por un letrero que dice “no molestar, estoy trabajando”. Come 5 veces por día y lleva una dieta muy balanceada, además tiene “un buen ojo”, expresa Hugo, ya que sabe quién tiene buenas intenciones y quién no.

La historia de cómo este labrador llegó a los brazos de su dueño es única, pues fue regalo anónimo, en la tarjeta y escrito en braille decía “al hombre que me enseñó el lado luminoso de la vida” y nada más. Guido no tenía nombre y Hugo tenía sus dudas sobre si era confiable o no.




De esa experiencia hace ya 10 años, desde entonces son una dupla letal. Ya todos los conocen, todas las mañanas ambos pasan por un café y champurradas a la misma cafetería, las señoras le tratan con amabilidad. La mesa de la esquina es la reservada para ellos y su lugar favorito.

Hugo cuenta que Guido ama las luces (vaya paradoja) y las galletas. Es muy juguetón, cariñoso, precavido y educado. Ambos viven en la zona 6, se trasladan en un bus que les conoce desde hace años, ya que aún muchos medios de transporte y lugares no aceptan perros.




En Guatemala, lugares como Bocalán Guatemala, desarrollan programas de adiestramiento profesional para perros de asistencia y programas de terapia asistida con animales (TAA).

Las escuelas de entrenamiento para perros guías representan un alto costo de mantenimiento y educación. El adiestramiento de un perro de asistencia comienza a los 2 meses de vida con la etapa de socialización, que se extiende a los 12 meses. Al año comienza el periodo de entrenamiento con acciones más complejas para el tipo de trabajo que efectuará.
Las razas más usadas para ser guías son: pastor alemán, golden retriever y labrador, debido a su inteligencia y carácter amigable.

Poca accesibilidad

Varios establecimientos aún prohíben la entrada a los perros, la poca accesibilidad de las calles y la infraestructura de la ciudad, hace que la movilización para las personas invidentes sea más complicada.

El Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social establece como acto de discriminación por motivo de discapacidad, cuando exista cualquier tentativa de impedir o dificultar los derechos. Además, esta normativa indica que “Bajo ninguna circunstancia se podrá separar a la persona de su perro guía, ni tampoco se utilizará ninguna forma que obligue, induzca a la separación como condición para su ingreso y libre locomoción”.

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