Sus coloridos rincones enamoran a cualquiera, pues cada forma y arte que se divisa desde varios metros atrás cuenta una historia; detrás de una casa pintada hay un relato de superación, de cambio y éxito. “Pintando Santa Catarina Palopó”, es un proyecto de esperanza y progreso.
Para Lidia Cumes, líder comunitaria del proyecto, ha sido una experiencia que “le ha cambiado la vida”, pues tuvo la oportunidad de viajar a Londres como una de las representantes de la instalación. “Son experiencias que uno nunca se imagina que puedan pasar”, indica.
Santa Catarina Palopó es un pueblo situado al noreste del Lago de Atitlán, donde residen alrededor de 6 mil personas. De estas, el 72 por ciento viven en pobreza, debido al declive de las fuentes tradicionales de ingreso.
“El objetivo es usar el arte para inspirar y alimentar el desarrollo económico de los pueblos del lago; asimismo, transformar las comunidades en destinos culturales que atraigan visitantes de varios lugares”, dice Melissa Whiteck.
Los diseños pintados en las viviendas están inspirados en trajes típicos de la comunidad. Para 2019, la meta es decorar las 850 casas de Santa Catarina y replicar el proyecto en el resto del lago.
“Yo no podía hablar español, solo kakchiquel; para nosotros era difícil sostener a la familia porque no teníamos muchos ingresos, y fue a raíz de este proyecto que decidimos crear con mi familia el Centro Comunitario”, relata María.
El Centro cuenta con una pequeña tienda de artesanías, donde exponen el trabajo de varios obreros de la zona; además, una colección de billetes de todo el mundo que los visitantes han dejado durante su visita.
“A mí me gustaba hacer grafitis. Siempre que pintaban una casa, yo le hacía algo con aerosol; un día, uno de ellos me invitó a ser parte del proyecto y me uní. Es una experiencia bonita porque hago lo que me gusta y porque me dieron un trabajo”, asegura Henry, uno de los artistas.
Los colores que se utilizan para las fachadas son: Tuk (morado), Xar (azul oscuro), Choi (lago), Raxabaj (piedra verde), Ya’ (agua), Sac’Por (maíz blanco) y Bájoy (barro).
Las figuras son: Palamax (mariposa), Masat (venado), Nimaqo’l (pavo real), Si’an (gato), Awän (milpa), Q’uq’ (quetzal), Ixcot (pájaro de dos cabezas).
El proceso de pintado inició en 2017. Las familias visitan las oficinas y firman un acuerdo, luego eligen un diseño y los colores para su vivienda. Las personas del hogar se encargan de lijar, limpiar y aplicar la pintura base en todas las paredes.
El proyecto ha creado 13 fuentes de empleo, se han atendido a más de 200 familias y colaboran alrededor de 300 voluntarios. “Se han creado más de ocho modelos de negocio desde que iniciamos el proyecto, eso nos demuestra que está siendo exitoso”, asegura Melisa.
Cumes explica: “El proyecto me cambió la vida, nunca imaginé viajar a Londres. Este proyecto me ha capacitado y dado la oportunidad de vivir mis sueños”.
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