Navidad sin Dulce, el ángel que el cielo le prestó a Cristina por unos años imagen

Era la niña dulce de la familia; vivió poco tiempo, ya que el cielo la reclamó a los 11 años.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Navidad sin Dulce, el ángel que el cielo le prestó a Cristina por unos años

Se llamaba Dulce, como dulce era su forma de ser. Era una niña que el cielo le prestó un momento a su madre, Cristina.

Durante su corta vida en este mundo, 11 años para ser exactos, Dulce dejó muchos recuerdos en la vida de sus dos hermanos y sus padres.

Era una niña muy sencilla, a quien no le gustaba recortar su pelo porque lo prefería largo. Se enojaba con facilidad si algo le salía mal. También le agradaba cantar, recuerda su madre.

Dulce tenía un don muy especial: le encantaba pintar. Miraba los dibujos, los copiaba y luego los pintaba. También era capaz de derramar lágrimas si veía un animal enfermo.

El mundo de Dulce era muy tranquilo, pero cuando cumplió 11 años todo se convirtió en un tormento para la pequeña.

Un día despertó con su bracito dormido, sin fuerza. Sus padres la llevaron al hospital, donde comenzaron las evaluaciones; no mejoraba, al punto de usar cabestrillo para ayudarla a sostener su brazo.

Poco a poco iba perdiendo la fuerza. Le costaba llevar su mochila, por lo que su hermano la ayudaba a cargarla.

Dulce no sabía que aquel año sería el último en llevar su pastel al colegio. Comenzó a sentirse muy mal, al extremo que le costaba subir las gradas para llegar a su salón. Fue diagnosticada con un tumor intramedular en la cervical.

La única opción era operarla. El riesgo era quedar parapléjica, ¿pero qué padre o madre no lucha por ver a un hijo con vida?

Ingresó al quirófano. “Nos despedimos con lágrimas, pero antes le dije: ‘Estás en las manos de Dios’”, comparte su mamá.

Solo pudieron succionar el 80 por ciento del tumor. Inconsciente, entubada con electrodos de marcapaso, ingresó al intensivo.

El único piecito que tenía movimiento después de la cirugía se paralizó. Dulce tenía cuadriplejia, bajaron sus defensas y le dio neumonía.

En el hospital le preguntaron si quería irse al hogar Estuardo Mini, donde hay un riachuelo y un perro que se llama “Willi”.

“Willi” es el canino que acompaña a los niños que no tienen esperanza de vida.

Morfina y Rivotril acompañaron a Dulce a partir de su llegada al hogar, considerado como la antesala al cielo. Allí pueden comer de todo, le indicaron a su madre, porque no se sabe cuánto tiempo vivirán.

El 20 por ciento del tumor que quedó en la nena estaba creciendo nuevamente y con el paso del tiempo provocaría un paro cardiorrespiratorio. Podían ser días, semanas, uno o dos meses. Lágrimas y tristeza invadieron a Cristina.

Pasaron 15 días y Dulce amaneció con un ojo más pequeño. Le decía: “Mami, no me quiero morir, quiero estudiar, quiero volver a ver a mis compañeros del salón”.

“Lloraba… Llorábamos las dos”, comparte Cristina.

En esos días falleció una compañerita de la habitación y Dulce le dijo a su mamá: “Yo voy a alcanzar a Roxana para preguntarle qué se siente morir”.

Con el tiempo, Dulce entró en estado de coma por el fuerte dolor de cabeza.

“El 3 de diciembre, a las 5:30 de la mañana, me puse de pie, la abracé fuerte y le dije: ‘Mi niña preciosa, ya sufriste mucho, eres una luchadora, una guerrera, no sufras más’”, relata Cristina.

“No te preocupes por nosotros, vamos a estar bien, te vamos a extrañar; corre al encuentro de papa Dios y de mamita María. Recé por ella y luego dio su último suspiro”, agrega la madre de Dulce. Ese día también era el cumpleaños de su hija mayor.

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte