Molly se perdió 2 meses, pero logró regresar a su casa imagen

Una familia adoptó a “Molly”, sin saber que ella ya tenía otra que la extrañaba.

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“Molly” es una perrita French, de 4 años, muy alegre y simpática, que le gusta jugar con niños y con su peluche favorito.

La familia de “Molly” es muy grande. Los dueños son Eduardo y Suseth, una pareja de esposos que llevan 20 años de casados. Ellos tienen cinco hijos: Elena, Genaro, Mónica, Juan y la más pequeña, Dulce. Todos aman mucho a su mascota.




El 15 de junio del año pasado, Genaro estaba guardando su carro en la zona 5, donde vive la familia, sin darse cuenta de que “Molly” se salió por el portón. El hijo, sin percatarse, dejó afuera a la perrita.

Ellos viven en una de las calles más transitadas de la zona. Sin saber lo que había pasado, Eduardo y Suseth llegaron a su casa, saludaron a sus hijos y empezaron a buscar a su mascota, pero “Molly” ya no estaba.

Esa noche salieron a buscar a la perrita por todas partes, en las calles cercanas y en todos los lugares que pudieran imaginar, pero no la hallaron.

Dulce, la hija más pequeña, de apenas 10 años, lloró mucho esa noche porque la mascota dormía con ella en su cuarto y la extrañaba.

Al día siguiente la familia decidió hacer carteles con la imagen de la perrita para poderla encontrarla, pero sin suerte porque “Molly” no apareció.

Sin embargo, la mascota no quedó desamparada. Una mujer la encontró y la llevó a una organización donde rescatan animalitos, donde algunos voluntarios decidieron darle de comer y cuidarla.




A “Molly” le cambiaron de nombre. Le pusieron “Kia”, en el lugar donde la cuidaban.

La organización dio en adopción temporal a la perrita. Una pareja se encargó de cuidar a “Kia”, pero la perrita lloraba mucho por las noches y por ello la devolvieron a la organización. Para todo eso ya había pasado un mes y la familia de “Molly” la seguía buscando.

La perrita se quedó un tiempo con los encargados de la organización, pero se empezó a deprimir, no comía, no jugaba y se le veía decaída.




Un día, Elena vio en redes sociales que una organización estaba dando en adopción a una perrita muy parecida a la de su familia. Ella se puso en contacto, pero los responsables estaban de vacaciones y no respondieron.

Cuando por fin vinieron los integrantes de la organización, se comunicaron con Elena y ella pidió ver a la perrita.

“Molly” tenía una cicatriz en su oreja, porque cuando era cachorra se había golpeado. Cuando Elena pudo ver a la perrita, se puso a llorar porque era la que ellos habían perdido meses atrás. El animalito, de la emoción, se hizo “pipí”.




Toda la familia se emocionó porque su mascota había regresado, pero la que más contentaba estaba era Dulce.

La mascota pudo regresar a su hogar, su familia estaba feliz y en agradecimiento le dieron un regalo económico a la organización, que la había cuidado, y a la familia que le había dado albergue temporalmente. 

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