Mi familiar, un amor imposible imagen

El amor surgió entre ellos, pero todo se arruinó al enterarse de su parentesco.

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La joven Jacky se enamoró. Creía que tener el mismo apellido con él era una simple coincidencia, pero no fue así.

La gente suele decir que el mundo está lleno de coincidencias y que todos nos conocemos porque es muy pequeño. Que nuestro nivel social nos permite tener en común a muchas personas o tenemos la oportunidad de conocerlas.

Jacky Bonilla vivía con sus papás en Jutiapa y decidió mudarse a la capital como en búsqueda del sueño americano: conseguir un buen trabajo. Logró entrar a la universidad San Carlos de Guatemala y obtuvo un trabajo como mesera de un restaurante de prestigio. Al vivir sola, debía velar por su alimento, renta y los servicios.




Luego de un año de vivir en la ciudad y de cursar el primer semestre de la U, conoció a Francisco, un chavo de 24 años, un año mayor que ella. Salieron alrededor de dos meses convirtiéndose en novios al tercer mes.

Ambos se habían platicado de la familia, la de Jacky vivía en Jutiapa y la de Francisco se había ido de viaje Washington por varios meses, así que él estaba solo con su hermana Lucía en la casa.

Hola yerno

Jacky se encontraba de vacaciones en el trabajo y la madre, doña Angélica, fue a la ciudad a verla; conoció al famoso Francisco aunque ya lo había visto por fotos. “Hola señora, soy Francisco de León”.

“Ay ve qué casualidad mija, él también es de León”, comentó la señora.

Los tres rieron y culminaron el tema de conversación.

¿Realmente era una coincidencia?

La madre de Francisco había recibido fotos de la reunión que habían tenido con Jacky y su mamá, así que pronto iba a volver para poder conocerlos.




Las consuegras

Francisco y su madre emprendieron vuelo a Jutiapa un fin de semana que le dieron libre a Jacky; ella los acompañó y dirigió el viaje hasta que llegaron a Jalpatagua.

“Pasen, pasen, les hice un juguito bien rico para el calor”. Se conocieron con el esposo de doña Angélica, pasaron un buen tiempo platicando. Ambas madres estaban felices porque se notaba que los jóvenes se tenían demasiado cariño, iban a la misma universidad y consideraban  mudarse juntos.

-“Francisco se nota que es un buen muchacho, quiere un montón a mi Jackysita”– comentó doña Angélica

– “Sí patojos, solo que cuídense porque no quiero ishtos ahorita, tienen que terminar la universidad primero”– comentó la madre de Francisco.

Al final de la tarde, la conversación comenzó a tornarse un poco “más de confianza”. Doña Angélica le preguntó a la madre de Francisco que por qué su esposo no había llegado.

– Pensé que sabía, pero mi esposo murió hace 3 años.

Doña Angélica no sabía cómo reaccionar y el silencio se apoderó del cuarto, luego que la madre de Francisco bajó la cabeza.

El silencio se sintió eterno. La viuda sacó su celular y se lo extendió a doña Angélica:

“Armando era un buen hombre, no logró vencer el cáncer y por eso falleció”.

La verdad

Doña Angélica estaba pálida, comenzó a temblar, llorar; le devolvió rápidamente el teléfono, casi tirándolo, a la madre de Francisco y gritó como loca diciendo que él era un aprovechado, que seguro sabía que los abuelos de Jacky le habían dejado dinero antes de morir y querían quedarse con la herencia.

Se tardaron en calmarla hasta que doña Angélica explicó, aún alterada, lo que estaba ocurriendo:

“ARMANDO ES MI HERMANO, JACKY NO PUEDES ESTAR ENAMORADA DE TU PRIMO, POR EL AMOR DE DIOS”.

Doña Angélica había tenido graves problemas con su único hermano, luego que los padres murieran. Decidieron no tener ninguna comunicación y jamás volvieron a saber nada de ellos desde que se separaron.

Todos estaban en shock; doña Angélica estaba alterada, Jacky lloraba, Francisco y su madre estaban impactados, no sabían qué hacer. Entendieron que el segundo apellido de la joven era de León siendo el primer apellido de él, todo tenía lógica.

Al principio creyeron que quizás era una broma de mal gusto, pero comparando fotos de ambos padres cuando estaban pequeños, todo coincidía; los padres juntos, los hermanos juntos en una sola foto.

La decisión

Luego que todo el alboroto pasara; ningún padre estaba de acuerdo con que ellos siguieran juntos.

Ninguno de ellos contaría con el apoyo de su familia si seguían juntos por lo que decidieron separarse.

“La madre de Francisco se lo llevó a vivir a Estados Unidos con su familia y no piensa regresar, aún hablamos, pero es poco. Lo sigo queriendo bastante, pero el dolor se redujo porque acepté que esto no estaba bien”, indicó la joven.

Jacky sigue luchando por terminar su carrera universitaria, logró encontrar un trabajo dentro del ámbito que está estudiando y conoció a alguien más, pero esta vez, se aseguró que no tuvieran el mismo apellido.




El psicólogo, Rodrigo Romero, afirma que el amor no conoce limitaciones y que independientemente que haya o no, un proceso de parentesco, el amor puede surgir entre dos personas porque suele ser inevitable.

“El enamoramiento es un proceso normal de cada persona y estos temas resultan ser normales. De hecho, muchos jóvenes han tenido experiencias sexuales con sus primos o primas”, afirmó el psicólogo.

Según el especialista, no es nada por qué alarmarse, pero es entendible que el efecto secundario de los padres haya sido negativo. “Se dice que en Guatemala, muchas familias poderosas se casan entre ellos para no perder el apellido y es algo ya normal para ellos. Pero muchos factores han hecho que esto se vea mal, incluyendo a la Iglesia”, comentó Rodrigo.

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