Me golpearon por no aceptar sus piropos en la calle imagen

Daniela sufrió de acoso callejero, pero ella resultó golpeada al no aceptarlo.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Chiflidos, piropos sucios y miradas incómodas desde un carro fue lo que Daniela no aguantó, mientras caminaba hacia su casa. Poco después fue golpeada.




Un sinfín de mujeres son acosadas a diario por las calles, por hombres que solo intentan llamar su atención y que con la mente sucia, las llaman como sea: “Rica, sabrosa, mi amor, bebé”.

Claudia es una joven de 24 años que trabaja todos los días cumpliendo con sus 8 horas laborales. Utiliza camioneta porque sus ahorros aún no logran cubrir la compra de un carro.

“Ese día salí del chance y comencé a caminar porque normalmente camino unas 6 cuadras. Prefiero caminar que quedarme atascada en el tráfico”, comentó Daniela.

Comenzó a oscurecerse, a sentirse el frío y a disminuir la densidad de la gente. La joven trabajadora apresuraba el paso y en una de las últimas cuadras, un carro bajó la velocidad y se pegó a la acera donde ella transitaba.

De la incomodidad a los golpes

“Hola mi amor rica” escuchó. Daniela volteó a ver para saber a quién le decían eso llevándose la sorpresa que era para ella; agilizó el paso al mismo tiempo que el carro lo hizo tras ella. “En ese momento solo logré ver que eran dos tipos”, señaló la joven.




Estaba asustada, ya que si ella cruzaba una cuadra, el vehículo también lo hacía y si era en contra de la vía, siempre lograba encontrarla. Daniela sintió una eternidad llegar al lugar donde esperaría la camioneta.

Daniela logró entrar a una cuadra, pero estaba desierta, un par de carros parqueados, ni una sola persona y mucho menos policías. Ella intentó fortalecerse y no mostrarse alterada por la situación y tampoco intimidada.

“Venite mi amor, quiero ese culito”, le dijo un tipo a lo que ella solo respondió: “Qué asco, vayan a chingar a su madre” y les enseñó el dedo de en medio… Grave error.

“Solo vi cuando tres tipos se bajaron, pegué la carrera, pero uno de ellos me agarró del pelo, manoseó por todos lados, el otro chavo me quitó mi bolsa y teléfono. Por un momento pensé que iban a subirme al carro y violarme cuando solo sentí un gran golpe en el estómago y me tiré al suelo debido al dolor”, indicó Daniela.




Golpes en la cara, estómago, piernas y brazos recibió la joven por una eternidad. El mareo y la desesperación hizo que no pudiera reaccionar, quedó tendida en el suelo. “Lo que recuerdo es que todo lo miraba nublado y se comenzó a desvanecer. Todo me dolía, pero al mismo tiempo sentía el cuerpo dormido”, indicó la joven víctima.

De un momento a otro, vio que las sobras se esparcieron y alguien la sostuvo. La levantó y todo le daba vueltas, a los minutos escuchó la ambulancia. Terminó en una camilla de una ambulancia.

“Todo pasó tan rápido, pero sí recuerdo cuando me revisaron, me curaron, mi mamá y mi hermana lloraban”, expresó la víctima.

Daniela tardó meses en recuperarse de los moretes en la cara, tenía un ojo hinchado, el labio y casi le quebraron la nariz. No le costó trabajo recuperarse de los golpes sino del miedo y la desconfianza de andar sola en la calle a una hora “no tan peligrosa”. La joven ahora cambia de ruta cada cierto tiempo y procura no irse sola, no quiere que le vuelva a suceder.




La socióloga, Claudia Valiente, afirma que al ser más vulnerables, las mujeres tienden a sufrir de una violación a sus derechos humanos, puesto que es un tema que específicamente afecta al sexo femenino. “Esto constituye uno de los principales obstáculos para lograr una sociedad igualitaria y plenamente democrática”, expresó la socióloga.

“A lo largo de la historia, las mujeres hemos sido invisibilizadas, desde la cuestión intelectual, a nivel político y social. Se nos ha reducido a un papel en el que las mujeres tenemos que ser sumisas y calladas”, relató Claudia.

Lamentablemente, muchas mujeres no conocen sus derechos y tampoco existe una preparación psicológica para la víctima por parte del Estado. Algunas de las mujeres que sufren de violencia o acoso callejero, tienen que buscar ayuda profesional desde el ámbito privado para salir de la ansiedad y el miedo que han sufrido.

“Los procesos del Ministerio Público son largos y desgastantes. Esto produce inseguridad y miedo; al final, para su recuperación total, las víctimas pasan por muchas cosas, en la mayoría de casos, se les vuelve a violentar sus derechos, porque no son atendidas con seriedad y se les culpabiliza”, señaló la socióloga.

Lamentablemente, vivimos en un país donde la violencia contra la mujer, es algo normal.

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